Hay más de 630.000 personas dedicadas al empleo del hogar, casi el 4% de la población activa y, según datos oficiales, sufren en mucha mayor medida que el resto de las personas trabajadoras las consecuencias de la informalidad o la precariedad. Se trata de un sector económico que, de estar legalmente remunerado, equivaldría al 2,8% del PIB. A pesar de que, sin él, el resto de la economía se vería perjudicada, se ve condenado a la infravaloración y la informalidad. Aunque aumenta ligeramente el número de personas dedicadas al trabajo del hogar, disminuye desde 2015 el número de las registradas en la Seguridad Social, lo que permite que coticen por su trabajo. Esta evolución apunta un repunte de la informalidad. La brecha entre las personas que declaran dedicarse al empleo del hogar y las registradas ha se ha incrementado en 10.000 en los últimos tres años. Las personas trabajadoras del hogar que, a día de hoy, no están registradas en la Seguridad Social y, por tanto, no cotizan ninguna de las horas trabajadas alcanza ya las 163.925. Lo que limita sus derechos a presente y a futuro.
No obstante, la diferencia entre las empleadas del hogar y las registradas en la Seguridad Social no muestra más que parte de la informalidad en la que viven estas mujeres, ya que de las que cotizan, muchas no lo hacen por todas las horas trabajadas. Una encuesta llevada a cabo por Oxfam Intermón y el Laboratorio de Derecho Social del Instituto Universitario de Estudios de Género de la Universidad Carlos III, entre 205 empleadas del hogar, resultó en que 89 de ellas, un 43,4%, no cotizaba ninguna hora al mes; y sólo 18 cotizaba todo su trabajo.
Oxfam Intermón, en colaboración con el Laboratorio de Derecho Social del Instituto Universitario de Estudios de Género de la Universidad Carlos III, publica nuevos datos sobre la situación de las empleadas del hogar en España, un colectivo que en un 34,3% vive en hogares pobres debido a la precarización e informalidad del sector.
Las consecuencias: mujeres y hogares más pobres La inmensa parcialidad no deseada o que muchas de estas trabajadoras no estén protegidas de riesgos como el desempleo, el despido o la enfermedad, lleva a que la pobreza en los hogares que dependen, totalmente o en parte de este tipo de empleo, supere con creces la del resto de la población asalariada. Mientras que, según la Encuesta de Condiciones de Vida del INE, en 2017, el 16,3% de las personas que trabajan por cuenta ajena vivía por debajo del umbral de la pobreza, esta cifra subía al 34,3% en el caso de los y las empleadas del hogar.
No hay ningún indicador en el que los hogares dependientes de este tipo de trabajo salgan mejor parados que los demás. Igualmente 1 de cada 3 de ellos declara que llega a fin de mes con dificultad o mucha dificultad (frente al 23,7% del resto de la población trabajadora por cuenta ajena). El 5,4% ha sufrido algún retraso en los 12 meses anteriores en el pago del alquiler o la hipoteca, incidencia que multiplica por 2,13 veces la presente en el resto de la población asalariada. Más de uno de cada dos de estos hogares no pueden enfrentarse a gastos imprevistos. El 15,7% no puede permitirse mantener la casa a una temperatura adecuada en invierno (frente al 8% del resto de población asalariada). Según datos de 2014, a la pregunta de ‘motivo principal para no ir al médico’, el 16,2% contestaba que ‘no se lo podían permitir’, porcentaje que bajaba al 8,3% cuando contestaban empleados y empleadas de otros sectores.
A la hora de analizar todos estos indicadores hay que tener en cuenta que, en muchas ocasiones, no les afectan sólo a ellas; si no que viven en hogares con niños, niñas o personas dependientes que verían mejorada su situación si las condiciones laborales del trabajo del hogar mejoraran. En el 43,9% de los hogares en los que un adulto ingresa dinero proveniente del trabajo del hogar hay niños o niñas. Un 4,5% son hogares monoparentales, prácticamente en su totalidad monomarentales.
Si continuamos analizando la composición del hogar, según la EPA hay aproximadamente unas 6.000 mujeres mayores de 65 años que viven solas y que necesitan seguir trabajando limpiando o cocinando en otras casas.
Mejorar las condiciones de vida Oxfam Intermón propone que mejorar las condiciones de vida de estas mujeres trabajadoras sean una prioridad y para ello hace falta tener unaapuesta decidida contra la informalidad del sector simplificando los trámites de contratación y cotización; así como incrementando la subvención pública de las cotizaciones sociales de las trabajadoras del hogar. Las cuentas salen: esto supondría que millones de euros de economía sumergida saldrían a la luz, se reducirían los costes sociales asociados a mantener a un colectivo tan grande de mujeres y familias en la informalidad y la consecuente precariedad y pobreza.Esto implica igualar los derechos laborales de estas mujeres al del resto de los asalariados. A día de hoy las pocas que cotizan lo hacen en un sistema especial de menos derechos que el resto de los empleados por cuenta ajena.
“No hay peros” Oxfam Intermón recuerda también el papel imprescindible que juega la ciudadanía en la lucha contra la desigualdad. En este sentido, la organización ha puesto en marcha la campaña “No hay peros”. Con ella, pretende movilizar a la sociedad para exigir al Gobierno español y a las instituciones europeas que lidere el cambio que la sociedad necesita para que hombres y mujeres cuenten con los mismos derechos.
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