Oxfam condena enérgicamente los amedrentamientos de las fuerzas policiales guatemaltecas y mexicanas, y losabusos y violaciones a derechos humanos cada vez más graves en contra de las personas que se han visto forzadas a migrar desde Centroamérica hacia Estados Unidos.
“Las autoridades de Guatemala y México están dificultando intencionalmente el tránsito libre y seguro de las personas migrantes, poniendo sus vidas en peligro. Ha habido bloqueos policiales en las carreteras, enfrentamientos con gases lacrimógenos, y este martes la Policía Federal de México empleó un helicóptero para atemorizar a familias con niños y niñas en brazos que estaban cruzando el río Suchiate. Todo eso sumado a las repetidas amenazas con cerrar y militarizar las fronteras,” señala Asier Hernando, subdirector regional de Oxfam en América Latina y el Caribe.
Oxfam exhorta a los gobiernos de Honduras, Guatemala, México y Estados Unidos a cumplir con su obligación de proteger y garantizar los derechos humanos de todas las personas migrantes. Instamos a que se respeten y garanticen los principios de unidad familiar y de prohibición de rechazo en frontera, el derecho a la no devolución (non-refoulement) y la prohibición de expulsiones colectivas.
Hacemos un llamamiento urgente para que las autoridades de estos países de tránsito y destino se abstengan de criminalizar y estigmatizar a las personas migrantes. Todas las personas cuya libertad o vida corre peligro tienen el derecho de buscar y solicitar asilo o refugio en territorio extranjero. Asimismo, exhortamos a estas autoridades a que colaboren y coordinen con las agencias de asistencia humanitaria.
Aproximadamente 1.000 personas partieron el 13 de octubre de San Pedro Sula, Honduras, con la intención de llegar a territorio estadounidense. Se ha estimado en unas 7.000 personas, en su mayoría procedentes de Honduras, las que se encuentran caminando hacia la frontera sur de Estados Unidos, con miles más aún varadas en condiciones precarias en la frontera entre Guatemala y México. A medida que pasan los días, más personas llegan a esta zona fronteriza desde Honduras y otros países centroamericanos, lo que agudiza la situación de tensión y desprotección.
Los migrantes, entre quienes se encuentran familias enteras con niños, niñas y personas mayores, caminan a la intemperie y en condiciones extremadamente precarias e inseguras, con escaso o nulo acceso a alimentos, agua, servicios de salud y medicamentos, así como albergues suficientes y adecuados. Llegada la noche, duermen sobre el pavimento, algunos sobre cartones y con apenas delgados plásticos o sábanas para protegerse de la lluvia y del frío. Otros ni siquiera tienen esa protección.
Este desplazamiento forzoso y masivo se origina por las crecientes dificultades que enfrentan las personas en Honduras y en toda la región a raíz de la extrema desigualdad, incluida la violencia generalizada, la pobreza, la inseguridad alimentaria –agudizada por los efectos del cambio climático–, y la falta de oportunidades para construir una vida digna. Las personas pobres son las más afectadas.
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