Esta semana recrudeció una disputa vinculada al petróleo entre Irán y Estados Unidos, cuyas sanciones relacionadas al comercio del crudo entraron en vigor este lunes 5 de Noviembre.
Las sanciones han sido rechazadas por China e India, que anunciaron su determinación a seguir importando petróleo iraní, y fueron criticadas por la Unión Europea, que tiene varios miembros que son importadores directos del crudo persa. El portavoz de temas económicos de la UE, Pierre Moscovici, dejó en claro que el mercado común europeo no aprueba la medida unilateral de Washington.
A pesar de todo, Estados Unidos ha decidido profundizar su embestida haciendo oídos sordos al resto de la comunidad internacional, como es tradicional. Se sabe que el petróleo respalda al dólar, y su papel en golpes de estado y guerras es mucho más que un rumor interesado.
Muchos historiógrafos siguen negando el papel del petróleo boliviano en la guerra del Chaco, entre 1932 y 1935, aunque la injerencia petrolera haya sido denunciada en el mismo Senado de Washington. Si ello fuera un invento relacionado con la fantasmática de teorías conspirativas delirantes, no tiene razón de ser la presencia de una calle con el nombre de Senador Huey Long en el barrio de ricos de Asunción, Paraguay.
No fue el Senador Long el único referente norteamericano de su época en involucrar los intereses empresariales de su país en el devenir de las repúblicas sudamericanas. Poco más de un año antes de que se iniciaran las hostilidades en el Chaco, en marzo de 1931, La Revista Fortune explicaba el golpe de estado en Argentina de Septiembre de 1930, en los siguientes términos:
“La última revolución revolución derrocó a Yrigoyen, un cruzado fanático contra todo lo yanqui, incluyendo las compañías de petróleo. Fue él quien hizo intervenir al gobierno en la venta de Nafta y quien, al rebajar los precios y manipular las ventas, capturó el veintidós por ciento de todas las ventas. Su derrocamiento fortalece la posición de la Standard Oil en la Argentina”.
Recuerdo haber leído las memorias de Juan B. Justo, un connotado legislador argentino de aquel tiempo, quien recorriendo el norte de su país descubrió un cartel colocado por la Stándard Oil en Salta. En el anuncio, redactado al estilo del Lejano Oeste norteamericano, se anunciaba que la empresa buscaba a unos rateros “vivos o muertos” con el propósito de ser linchados.
Como el linchamiento no estaba contemplado como pena en las leyes argentinas, Justo arrancó el anuncio para exhibirlo en el Congreso, en Buenos Aires, desde su banca en el Senado. No puedo hacerlo, pues falleció durante el receso parlamentario, en enero de 1928.
Aclaro para lo que hubiere lugar, que conozco el norte argentino, y me enorgullece tener amigos en familias salteñas que trabajaban en las empresas petroleras de esa bella región.
Mucho mejor documentado se encuentra el papel del petróleo en otro golpe de estado en Argentina, el que condujo hasta Paraguay a Juan Domingo Perón, en 1955.
Suele alegarse en defensa de las petroleras que en el Chaco paraguayo no existe petróleo, verdad nunca confirmada del todo. Sin embargo, ya durante la guerra del Chaco Huey Long había esclarecido que el principal motivo de la guerra había sido lograr una salida para el petróleo boliviano a través de la Cuenca del Plata, y no apoderarse de un territorio presumiblemente rico en dicho recurso.
Valga esta breve reseña para recordar a los amnésicos, ahora que otra vez el petróleo desequilibra la paz mundial en la realidad cotidiana de las noticias, una lección de historia muy difícil de ocultar.
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