Como se descubrió hace unos pocos años, los sindicatos perciben millones de euros en forma de rendimientos derivados de sus inversiones financieras. Pues bien, no sólo no pagan impuestos en el momento de ingresar esos beneficios, sino que tampoco son objeto de gravamen por el Impuesto de Sociedades, como sería de esperar tratándose de unos rendimientos que nada tienen que ver con su actividad filantrópica en defensa del interés de los trabajadores. ¿No es esto un verdadero escándalo? ¿No se les cae la cara de vergüenza? ¿Es esa su particularidad izquierdista?
Los partidos de izquierdas y los sindicatos de su cuerda han venido criticando en repetidas ocasiones a la Iglesia Católica por sus supuestos privilegios fiscales. Dejando aparte que esos privilegios están establecidos para todas las confesiones religiosas con implantación legal en España, si hay organizaciones realmente beneficiadas por el tratamiento fiscal de sus finanzas, éstas son precisamente, por el volumen de dinero público que manejan las fundaciones, las ONG’s, los sindicatos y las organizaciones empresariales. ¡Una auténtica barbaridad! Fin.
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