Hoy me voy a detener en la consideración de Pepe Rodríguez, propietario de un restaurante en Illescas (Toledo) con el nombre de El bohío y merecedor de una estrella Michelin. Es presidente del jurado que dilucida la capacidad de los participantes en el concurso de cocina con el nombre de MasterChef desde su comienzo.
Me ha agradado desde siempre su manera de gestionar el concurso. Trasluce humanidad y bonhomía; me tenía un tanto mosqueado porque lo notaba algo, una influencia positiva recibida a lo largo de su vida. Su defensa de la sencillez, el buen yantar y sus constantes referencias a la familia, me decían que detrás de un gran cocinero, se escondía una vida interior intensa.
Ha llegado a mis manos un artículo aparecido en la revista Alfa y Omega” que no tiene desperdicio y que ha aclarado mis dudas. En dicha entrevista, publicada el pasado mes de Julio, nuestro chef Pepe Rodríguez, manifiesta su catolicismo vivido y su experiencia de conversión en un Cursillo de Cristiandad, (de eso, sé yo un poco). El lo explica de la siguiente forma:“Sí, hubo un antes y un después del cursillo. Desde niño había ido a Misa porque mi madre me obligaba. Iba y seguro que iba feliz. Aparecí en un cursillo y no sabía muy bien para qué. De hecho, me llevé un balón de baloncesto, pensando que iba a ser algo así como un campamento de verano. Y me encontré con Dios. Tres días sin parar de rezar y sin parar de hablar con Dios, de preguntarle qué quiere de mí. Aquello me cambió, me ayudó a sentirme más cerca de Él. Dios me dijo: «Quiero que te enteres».”
Se ha enterado. Su actitud ante la vida se ve transmitida al espíritu del programa. Famosos de todo tipo, participantes del concurso, manifiestan lo mejor que llevan dentro al encontrarse con sus seres queridos en medio del temor al fracaso. Un día tras otro las lágrimas asoman a los ojos de jurado y concursantes vips cuando tiene que despedir a alguno de ellos. Bajo su dirección, personas que se mueven en la jungla del “famoseo”, se convierten en amigos para siempre y acaban por ayudarse. Un buen ejemplo para los espectadores.
Volviendo a nuestro amigo “Pepe Rodríguez”, explicó y nos explicó como vivió su poscursillo: “Fue un poco después de terminar el cursillo,todos los cursillistas que conocía hacían algo en aquel momento, y yo nada. Me sentía acomplejado. Me llamaba la atención cuando por la noche tomaba algo con los amigos y veía a un señor en Illescas que se acercaba a los drogadictos y tomaba algo con ellos. Íbamos diciendo: «Mira este, que me robó el radiocasete ayer; mira aquel…». Me di cuenta de lo fácil que es criticarlos y de lo difícil que es hacer como aquel hombre que los ayudaba, don José Soriano. Me estaba dando un ejemplo. Un día por la calle me lo crucé de frente –yo nunca había hablado con él y le ofrecí mi ayuda”. “Esa labor de cuerpo a cuerpo, de buscar recursos, de llevarlos a casa, 24 horas al día… Fue la época más emocionante de mi vida. Estar con los más necesitados te aterriza”. “Intento ser el mejor empresario posible, pero también es difícil ser el mejor cocinero posible, el mejor maestro posible… Intento llevar a la empresa lo que tengo en el corazón, lo que se me ha dado. Con mis defectos, pero intento tratar a la gente que trabaja conmigo como me gustaría que me tratasen a mí si la empresa fuera de ellos. Al final, soy el administrador y ya está”.
Un gran ejemplo de vida y actitud para digerir el éxito y seguir siendo un hombre cercano y familiar. Me quito el sombrero ante esta persona que se ha quitado de encima el personaje a base de humildad y buen hacer. Un ejemplo para los que estamos en el “segmento de plata” y no sabemos qué hacer.
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