Entre los coches cubiertos de un húmedo velo, con los bordillos amenazantes para el despistado, los niños corren ajenos al invierno en la ciudad. Enero se está vistiendo de nieve cerca de aquí, el viento tiñe los rostros de un rojo de cuero curtiéndose y hay en los tejados un sinuoso camino de humo.
Los hogares serán cálido abrazo esta noche, el sábado acogerá en las tabernas a dipsómanos elegantes que quizá lleguen en taxis impolutos. Pero habrá cuerpos tendidos entre mantas podridas de lluvia y orines añejos, con moho, con el olor de la vida en un hogar sin techo, el cartón de vino del súper, vacío, a sus pies, y el diccionario con un adjetivo más popular que el de los que llegan en taxi con abrigo bueno.
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