Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Historia | Personalidades

Héroes

Todas las vidas son valiosas, pero no todas valen lo mismo
Raúl Galache
viernes, 8 de febrero de 2019, 08:52 h (CET)

En Billy Elliot hay un momento particularmente emotivo en que el protagonista le enseña a su profesora de ballet una carta que le escribió su madre antes de morir. Tras leerla, con la intención de acariciarle con las palabras, la maestra le dice al chico: “Debió de ser una mujer muy especial”. Pero Billy responde tranquilamente: “No. Solo era mi madre”. Solo eso. Hay en esa afirmación más hondura de la que parece. Para empezar, no se cae en la ñoñería de creer que todo el mundo es especial.


Todas las vidas son valiosas, por supuesto, pero no todas valen lo mismo. La mía, sin ir más lejos, vale mucho menos que la de Nelson Mandela, o que la de Malala Yousafzai, o que la del Cholo Simeone. Es un tópico pernicioso, creo yo, ese de que todos somos igual de importantes. No, claro que no. Poco o nada quedará de la gran mayoría de nosotros cuando hayamos muerto. Nos iremos sin más, sin declaraciones de famosos ni capillas ardientes ni titulares en la prensa rosa. Nos recordarán aquellos que nos amaron, como Billy recuerda a su madre, quedaremos en la memoria de cuantos nos sintieron en su vida, pero, después, nos disolveremos en el tiempo como la sal en el mar, sin un suspiro que recuerde que un día hollamos la tierra. No somos otra cosa que el fruto de una concatenación de azares; “el éxito de todos los fracasos, la enloquecida fuerza del desaliento”, decía Ángel González.


Entretanto, seguimos en pie, sin otro afán que ser, como en las tragedias griegas, el héroe que resiste con dignidad los azotes del azar. Y procuramos pasarlo bien. Para que un día, cuando no quede otra, podemos despedirnos diciendo: “ahí queda eso”. Y que vengan a quitarnos lo bailado.

Noticias relacionadas

Transcurren días de confusión, o así me lo parece, inmerso en la actual vorágine de dichos y hechos en la que se percibe, aunque pueda parecer lo contrario, un predominio del olvido sobre la memoria, pues se superponen pequeños y grandes olvidos (la magnitud, en cada caso, queda a cargo de cada cual). Pienso, en relación con ello, acerca de lo esencial y de lo accesorio. No es fácil discernir entre uno y otro.

Quizá haya sido siempre así, aunque ahora se note mayormente; de cualquier manera, si nos ponemos a observar cómo nos relacionamos, el desapego, la crispación e incluso el enfrentamiento, cobran un rango predominante e inquietante.

Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre una realidad que nos atraviesa a todos, pero no por igual: en el mundo contemporáneo, los mercados ocupan un lugar central en nuestras vidas, en tanto que no sólo determinan lo que compramos o vendemos, sino que también influyen en áreas fundamentales como la educación, la salud, la justicia e incluso las relaciones humanas.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto