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Un presidente de Caracas cuyo único poder radica en Washington

Guaidó, Guaira, Guantánamo, Guajira Guantanamera
Isaac Bigio
miércoles, 20 de marzo de 2019, 14:44 h (CET)

La más celebre prisión “antiterrorista” de EEUU se encuentra fuera de su país y en su enclave militar de Guantánamo (Cuba), a dónde John Bolton, el asesor de seguridad de Donald Trump, advierte que sus tropas pretenden ponerlo bajo cadena perpetua. De otro lado, cientos de millones de personas reconocen en todo el mundo a la melodía “Guajira Guantanamera”, pero hasta hace unos días muy pocos habían escuchado el nombre del diputado venezolano Juan Guaidó nacido en la Guaira hace 35 años, quien también proviene, como esa canción, del Caribe hispánico.

De repente, Guaidó se ha convertido en el centro de titulares por todo el mundo y ya hay más personas que conocen su nombre que el de la mayor parte de los mandatarios del Caribe y de Latino América. El europeo común no sabe cómo se llaman presidentes como los de Perú, Paraguay y Colombia, a los cuáles Guaidó visita, pero si conocen ese nombre que sale casi a diario en los diarios. EEUU y varios aliados suyos le han lanzado al estrellato y le reconocen como el legítimo y democrático presidente constitucional de Venezuela, aquel que lucha contra la usurpación del “dictador” Nicolás Maduro.

Remociones parlamentarias
Guaidó y su partido Voluntad Popular (VP) cuestionan los resultados de las presidenciales venezolanas del 2018, así como los anteriores en los que en el 2013 Maduro ganó por primera vez (y que la comunidad internacional ha reconocido), acusando a estos de fraudulentos. Cuando Maduro se posesionó para su segundo mandato el 10 de enero, Guaidó afirmó que eso era ilegal pues dichos comicios fueron manipulados y por ende eso generaba un vacío de poder que debería ser llenado por el poder legislativo.

Reino Unido, España, Brasil y Perú han reconocido a Guaidó como presidente en su calidad de presidente del parlamento venezolano. Ahora bien, veamos cómo en estos países sus respectivos países han abordado la cuestión de la remoción de un determinado presidente.

Al mismo tiempo que en Venezuela Guaidó decía que iba a erigirse como presidente alternativo, en el Reino Unido también estaba en el tapete la cuestión de si el parlamento iba a rechazar o no a Theresa May como jefa de gobierno.

La cámara de los comunes abordó ello en fuertes discusiones desde los mediados de diciembre hasta enero, hasta que al final tras un día dedicado especialmente a dicho debate, el 16 de enero May evitó ser removida del cargo.

En las 4 décadas de la actual monarquía constitucional de España se han dado 4 mociones para remover a un presidente pero solamente prosperó la que se dio en el 2018 y que permitió que Mariano Rajoy sea destituido y reemplazado por el líder de la oposición Pedro Sánchez.

En Brasil 2016 la primera presidenta que haya tenido ese país fue removida de su puesto mediante un proceso de “impeachment” en el cual la mayoría de las dos cámaras del congreso votaron por destituirla de su puesto y sustituirla por su vicepresidente Michael Temer.

En Perú el presidente PPK tuvo que enfrentarse a una moción de censura del congreso a fines del 2017, la cual ganó por poco margen, pero luego en el 2018 tuvo que dimitir en favor de su vicepresidente Vizcarra sabiendo que no iba a poder triunfar en una nueva moción de repudio.

En todos esos 4 procesos se vieron votar a todos los parlamentarios de todas las fuerzas y los debates fueron largos y ampliamente cubiertos por la TV y todos los medios que cubren la política de esas naciones. En el caso británico incluso se dio el caso de que una parlamentaria laborista vino en su silla de ruedas pues postergó dar a luz ese día para poder votar por la salida de la jefa del gobierno.

Sin embargo, eso mismo no se ha de poder encontrar si uno trata de encontrar videos o notas de prensa de cómo fue el pleno de la Asamblea Nacional de Venezuela que decidió sustituir a Maduro por Guaidó en la presidencia de la república.

Cuando un parlamento vota a favor o en contra de repudiar a un mandatario no solamente hay dos puntos de vista, sino muchos más. Pueden darse abstenciones, planteos de buscar un compromiso, ver quién puede ser la persona más adecuada para reemplazar a un gobernante depuesto, e incluso mociones que buscan anular el proceso. Yo he querido encontrar en la web de la Asamblea Nacional de Venezuela o en los medios de dicho país algo de so o cómo fue el debate, cuáles fueron las propuestas, quienes votaron por ello, qué otras alternativas se plantearon (incluyendo posibles mediaciones) o por cuantos a favor o en contra se aprobó eso, pero, sinceramente, no lo encuentro.

Guaidó nominado presidente
Es más, el muy leído diario venezolano “Las Últimas Noticias” reportaron que hasta el principal líder histórico de la oposición (Capriles, aquel que fue el que más votos ha sacado y que compitió contra Chávez y contra Maduro) ha sostenido que la decisión de Guaidó de auto-proclamarse como presidente es algo que le agarró de sorpresa. Tanto Capriles como Falcón, quien fue el principal candidato que compitió contra Maduro en las presidenciales del 2018, no aparecen en las fotos junto a Guaidó, quien usualmente sale solo o con su esposa.

La propia elección de Guaidó como presidente de la Asamblea Nacional se ha dado mediante un mecanismo de rotación. Este cargo ha pasado cada año a cada uno de los distintos partidos integrantes de la coalición opositora “Unidad” y en el cuarto año de la actual Asamblea Nacional (2019) dicho puesto le correspondía al cuarto partido de ese frente, en este caso a Voluntad Popular. VP tiene a 17 de los 167 diputados de la Asamblea Nacional, pero ninguno de los 23 gobernadores de Estados ni 335 alcaldes pertenece a sus filas.

VP se ha caracterizado por propiciar radicalizadas protestas callejeras, muchas de las cuales han terminado prendiendo fuego a personas y edificios. A esta estrategia le denominan “La Salida”, algo de la cual no han estado de acuerdo los principales partidos de la oposición venezolana.

Según “El Mundo” de Madrid la decisión de colocar a Guaidó (a quien apoya este diario español) la tomó Leopoldo López, el jefe de VP, incluso a costa de otras personalidades más importantes de su propio partido. De esta manera un jefe partidario ha terminado decidiendo quién sería el presidente del parlamento y luego presidente “encargado” de Venezuela.

Guaidó ha llegado a ser presidente de Venezuela sin que él jamás haya siquiera postulado a una elección nacional, o si quiera dentro del parlamento y hasta dentro de su propio partido.

En Reino Unido el presidente de un organismo electo, aunque pertenezca a un determinado partido, busca ser “neutral” e imparcial. Por ejemplo, quien lidera al parlamento británico, Bercow, pese a ser conservador se mantiene equidistante de su partido e incluso ha hecho cosas que a May le han incomodado. En la Asamblea de Londres la presidencia se turna anualmente entre la laborista Arnold y el conservador Arbour.

En la Asamblea Nacional de Venezuela el presidente no asume ese rol mediador e imparcial sino de contrapeso frontal contra el gobierno, mientras que los diputados oficialistas nunca han sido parte de la presidencia o la directiva de ésta. Es más, el propio gobierno desconoce facultades a esta asamblea pues la ha declarado inconstitucional por querer haber hecho “fraude” y le da más poder a una asamblea constituyente donde el grueso de los opositores no ha querido entrar.

Cuando Guaidó juró como presidente de Venezuela no lo hizo en el congreso o en una entidad estatal ni tampoco ante el anterior presidente de dicha asamblea u otra persona, sino en plena plaza pública y sólo ante una muchedumbre.

Dentro de su juramento por dios y por la patria también mencionó su “respeto” a “sus colegas de la Unidad”. Esto último implica que no tomaba en cuenta al resto de fuerzas políticas sino solo a los del bloque opositor “Unidad”, al cual mostraba su respeto (pero no adhesión, pues muchos podrían no concordar con dicha acción).

Guaidó fue animado a dar dicho paso por el vicepresidente de EEUU quien en días previa incitaba a que ello se dé, e inmediatamente dicho diputado se auto-proclamó como presidente Trump ordenó reconocerlo. En seguida, numerosos aliados suyos en las Américas le siguieron.

Inconsistencias e inconstitucionalidad
Varios países europeos le dieron un ultimátum a Maduro para que convocase a elecciones generales en 8 días o si no reconocerían a Guaidó. Si Maduro aceptase ello implicaría que en Venezuela no rige una constitución o una corte electoral, y que él es, por ende, un tirano absoluto capaz de modificar todo a su gusto. Además, implica pasar por alto un principio de no injerencia. Maduro replicó que el siglo XXI es uno de diálogo y no de ultimátum, y que él no demanda a la Unión Europea para reconocerla que acepte la república catalana. Nadie, tampoco, ha pedido a Reino Unido, España, Suecia, Noruega, Dinamarca, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, El Vaticano y a otros monarquías europeas que para ser reconocidas deben tener un jefe de Estado electo por su propia población.

Si Maduro hubiese aceptado pedir elecciones generales, entonces, consecuentemente, la UE no reconocería al líder del parlamento venezolano como presidente, con lo cual seguiría aceptando a Maduro como mandatario y negando el derecho de Guaidó a auto-erigirse como presidente paralelo, todo lo cual, en sí, es una contradicción.

The Economist escribió el 31 de enero que a lo mejor cuando saliera en prensa la principal revista británica Maduro ya estaría fuera del poder pues un millón de personas han salido a la calle a apoyar a Guaidó. Sin embargo, eso no ha pasado, y Guaidó no ha logrado convertirse para nada en un poder alternativo. Todos los cuarteles, comisarías, ministerios y juzgados, y el grueso de los gobiernos regionales y municipales siguen obedeciendo al poder central encabezado por Maduro. The Guardian, tan proclive a Guaidó, habla solo de decenas de miles que van a las concentraciones de Guaidó que ahora se dan una cada semana o quincena.

Si Guaidó fuese el legítimo presidente de un gobierno basado en la Asamblea Nacional, esta última debería reunirse regularmente, deliberar y tomar posiciones. Más, nuevamente, no se encuentra mayor información en los medios acerca de ello. Al parecer muchas veces dicha asamblea ni siquiera cuenta con quorum.

Guaidó decidió salir de Venezuela para entrar a Colombia el 22 de febrero, y luego de allí verse con el vicepresidente de EEUU y hacer una gira internacional a Colombia, Brasil, Paraguay y Perú, y quien sabe si hay otro país más en la lista, pues dichos anuncios son imprevistos. La salida al exterior de un presidente del congreso o de la nación es algo que debe debatirse y/o aprobarse previamente en el congreso, especialmente cuando el parlamento se ha perfilado como el único poder legal y no reconoce el del ejecutivo. No obstante, no hay debate alguno en la Asamblea Nacional sobre ello ni él pidió permiso para dejar el país o visitar todas esas repúblicas.

Guaidó estaba prohibido de salir al exterior por parte del poder judicial de Venezuela y no pidió autorizaciones al poder legislativo, por lo que él bien pudiese ser procesado o suspendido.

Además, Guaidó se ausentó de Venezuela en la víspera que él había pedido a 600,000 voluntarios organizados que tomasen las calles para ir a presionar a los cuarteles y romper el cerco fronterizo para transportar “sí o sí” la ayuda enviada por EEUU.

Tampoco Guaidó presenta un gabinete, pese a que indicó que desde se posesionó como presidente de la Asamblea Nacional el 5 de enero él iba a erigirse como poder ejecutivo si Maduro juramentase por su segundo mandato el 10 de enero.

Reconocer a Guaidó como presidente da pie a que en un futuro cualquier líder de un parlamento nacional del mundo haga lo mismo en una plaza pública, aunque su parlamento no sesione.

La única fuerza que tiene Guaidó es la que le proporciona EEUU, cuyas banderas aparecen en sus mítines y cuya “ayuda humanitaria” es la clave de su actual campaña.

Guaidó inicialmente decía que solamente iba a ser presidente interino, lo cual, según la constitución venezolana, implica que éste debería convocar a elecciones en un plazo de 30 días. Ese término ya ha terminado el 10 de febrero, y ni siquiera se ha atrevido a hacer alguna forma de “consulta popular” como la que hizo el parlamento catalán donde movilizó a más del 40% del electorado de su país en contra del veto y la represión de Madrid.

Todo lo contrario, ahora habla de que, en caso que éstas podrían convocarse en 12 meses, pues, como él indica en su Facebook, no están dadas las condiciones para que se den prontas elecciones ya que hay todavía un relativamente largo proceso previo de depuración de entidades estatales y judiciales.

En su gobierno postula una serie de contrarreformas, incluyendo medidas de ajuste y privatizar las petroleras y permitir que corporaciones estadounidenses tengan nuevos contratos.

Maduro


Aducir que Guaidó es un mandatario democrático debilita la imagen de aquellas potencias que se proclaman como líderes de la democracia en el planeta. El propio Maduro dice que Guaidó no es una figura clave de la oposición con la cual quiere dialogar y que solo es importante en las redes sociales, pues en el país hay calma.

También argumenta que él fue elegido en mayo 2018 en comicios verificados por muchos observadores, incluyendo el ex presidente socialista español Rodríguez Zapatero, donde él se enfrentó contra otros 3 candidatos opositores y obtuvo un 68% de los votos emitidos, los cuales representan un 31% del padrón electoral. Estas últimas dos cifras, son mayores en relación a las que fuesen electos cualquiera de los actuales presidentes sudamericanos y, sobre todo, del que obtuvo Donald Trump, quien llegó a la Casa Blanca pese a perder por casi 3 millones de votos ante Hillary Clinton.


Maduro dice que Venezuela no tiene un déficit de elecciones, pues en los 20 años de gobiernos chavistas se han dado 25 elecciones y en los últimos 18 meses 6 comicios.

Si la oposición tilda dichas elecciones de fraude deberían explicar cómo varios de ellos participaron y reconocieron las presidenciales del 2018 así como otros comicios de dicho año, incluyendo las elecciones locales donde participó Acción Democrático, el partido más estructurado y grande de la oposición.

En el caso que Maduro fuese un dictador y usurpador, tal como lo dice Guaidó, el camino para removerlo no debería pasar por el mecanismo que EEUU quiere imponer, pues es algo que atenta contra la democracia. Primero, por la forma en la cual Guaidó llega a la presidencia venezolana sin pasar por una elección nacional, sin que descanse en las deliberaciones permanentes del parlamento, y hasta sin ser electo en comicios internos de su propio pequeño partido; segundo, por incitar a un golpe militar y a una intervención extranjera como vía para llegar al poder; y tercero, por haberse convertido en el directo vocero de Trump, quien se irroga el derecho a decidir quién debe o no ser mandatario del principal país petrolero del mundo.

Tal como en su momento conjeturó Capriles, el verdadero líder histórico de la oposición, la autoproclamación de Guaidó podría terminar beneficiando a Maduro desacreditando a la Asamblea Nacional y a la oposición. Esta última, aparece ahora como un vehículo que usa EEUU y Maduro se vale de ello para levantar su autoridad ante las fuerzas armadas y la población erigiéndose como campeón de la soberanía nacional y de la patria.

Guaidó


Guaidó ha demostrado su incapacidad de ser un Mandela o un Walessa venezolano, y ni si quiera ha llegado a apasionar a tanta gente cómo anteriormente lo logró Capriles, quien quedó muy cerca de derrotar electoralmente a Maduro. No es el dirigente de un partido nacional, ni es capaz de armar o sustentar un programa o un gabinete. Sus nombramientos de embajadores son hechos a título personal sin consultar a un consejo de ministros (que no tiene). Guaidó es, esencialmente, un agitador que no formula sus propios lineamientos sino que sigue lo que otros le imponen, en este caso la Casa Blanca.

Este “Presidente Interino” es el primero de la historia universal que le pide a los EEUU y a todos sus vecinos que invadan a su país como la forma de llevarlo por primera vez al palacio de gobierno. Tal intervención transformaría a Venezuela en una carnicería como las de Libia, Siria, Irak, Afganistán, Vietnam o Corea., engendraría una guerra civil en Sudamérica y el Caribe, conduciría a otras intervenciones en Cuba o Nicaragua (como sugiere Trump) y destrozaría las vidas, los hogares y los negocios de todas las clases sociales en Venezuela, incluyendo de muchos ricos que apuntalan a los antichavistas.

Guaidó se muestra intransigente y dice que nunca va a dialogar con Maduro, quien se ha mostrado abierto a cualquiera, sobre todo a la iniciativa planteada por Uruguay, México y la Caricom, quienes conforman la mayoría de los Estados Americanos.

No se trata de defender a Maduro, que no lo hacemos, sino de ver que dicha “presidencia encargada” solo empeora los problemas. Esto porque:

1)Carece de cualquier poder interno, pues no le obedece ningún cuartel, comisaría, juzgado, ministerio, o entidad pública. No recauda ni distribuye impuestos. No inaugura ninguna obra pública. Ni si quiera es capaz de distribuir la ayuda que dice tener. Hasta la guardia que protege a la Asamblea Nacional donde él ha tenido su oficina y ha estado despachando como presidente interino, es salvaguardada por la Guardia Nacional que obedece a Maduro.

2) Su único sustento son los EEUU, quienes fueron el país que primero le animó a Guaidó a dar tal paso y luego lo reconoció inmediatamente, desencadenando una ola de apoyos dentro de sus aliados, pero sin lograr poder remover al gobierno de Caracas de la ONU, de la OEA o de cualquier organismo internacional. Por eso es visto por muchos venezolanos como una imposición foránea que atenta contra su soberanía y orgullo nacionales.

3)Para lograr tomar el poder Guaidó solamente puedo hacerlo promoviendo mucha sangre mediante un golpe militar o una invasión norteamericana, algo que no lo acepta la mayoría de los pueblos y gobiernos de Latinoamérica.

4)El eje de dicha presidencia pasa por apoyar a EEUU y sus aliados a imponer más sanciones y confiscaciones, las cuales, según el gobierno venezolano, han conducido a una pérdida de $US 30 mil millones, lo cual acentúa la crisis, la hiperinflación y la escases, las cuales no pueden ser detenidas por algunos camiones de “ayuda humanitaria” que venga del exterior (y que, además, se ha demostrado, vienen con otros implementos para promover la violencia).

5)La Asamblea Nacional no es un ente representativo (fue electa en 2015 y aún hoy no la reconocen los poderes judicial o ejecutivo) ni que toma decisiones con la participación de todas sus fuerzas (está ausente el mayor partido, el PSUV) o, si quiera, de cara a la población. Se puede contra-argumentar que Maduro autoritariamente le ha impedido tales funciones, pero lo cierto es que, aunque eso sea cierto, dicho parlamento no refleja la composición de fuerzas de la actual sociedad venezolana, ni tampoco controla a Guaidó,

6)Genera todo un problema en la región, pues se acepta el principio de interferencia extranjera en otros países. Si se demanda elecciones en Venezuela, también se las podría pedir en otras naciones donde se cuestionan fraudes (como en Honduras o Brasil) o donde el presidente no ha sido electo directamente por el pueblo y el congreso anda muy desacreditado (Perú).

7)Tampoco habilita la posibilidad de un diálogo, algo que rechaza en principio Guaidó (aunque él no ha podido negar los videos que lo muestran en la víspera de su autoproclamación presidencial reuniéndose a escondidas con dirigentes del PSUV), así como la posibilidad que sea el propio gobierno quien adelante las elecciones.

8)No es para nada un mecanismo democrático. Guaidó no ha sido electo en comicios generales, ni tampoco en una votación con varios aspirantes en el congreso o en su propio partido. Su supuesto mandato de un mes para convocar elecciones generales ya feneció. Guaidó dice que ahora su mandato podría alargarse hasta 12 meses, 12 veces más de lo permitido en la constitución, y que no está dispuesto a llamar a comicios en 4 semanas, si es que él llegase a palacio.

Un verdadero líder de la oposición debería ser el primero en salir en defensa de la independencia, dignidad y soberanía de su propia nación, especialmente frente a las amenazas de la mayor potencia global, la cual tiene un historial de haber destruido a todos los países que invade bajo pretexto de “democratizarlos”.

Con su estrategia Guaidó enajena a muchos venezolanos y potencia al chavismo como el gran defensor de la patria, en tanto que él cada vez se desgasta como un personaje cuya única fuerza consiste en transmitir las órdenes de Trump, aquella persona que está construyendo el primer muro para dividir a las Américas, que ha amenazado al planeta con una hecatombe nuclear en Corea, que llama a desintegrar a la Unión Europea y hacer trizas los acuerdos de medio ambiente de París, de desnuclearización de Irán y de tratados comerciales con México i Canadá, que viene lanzando una nueva guerra fría, comercial y espacial contra Rusia y China, y que amenaza con las peores invasiones que haya tenido nunca antes Latinoamérica (además de Venezuela, vendrían Cuba y Nicaragua, y si vuelve a ganar Evo Morales, también hasta podría sumarse Bolivia a la lista). 

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Censura. No la juzgo como una práctica muy denostada en estos días. Por el contrario, se me antoja que tiene más adeptos de los que, a priori, pudiéramos presumir. Como muestra de ello, hay un sector de usuarios que están abandonando cierta red social para migrar a otra más homogénea, y no con el fin de huir de la censura, sino por la ausencia o supresión de la misma en la primera de ellas.

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