Hace apenas horas el júbilo ganó las calles de Argel y las demás ciudades importantes Argelia, luego de que el incapacitado presidente Buteflika comunique oficialmente al Consejo Constitucional el fin de su mandato como presidente de la República. La renuncia fue producto de un cuestionamiento realizado por el ejército, verdadero poder detrás del trono, y fue difundida por la televisión nacional.
Luego de pasar década indiferente al futuro de los ciudadanos argelinos, tras la recomendación de los uniformados argelinos, verdaderos dueños del país, el presidente comunicó su decisión de contribuir con su dimisión al apaciguamiento del país y contribuir a la proyección de Argelia hacia un futuro mejor.
El presidente del Consejo de la Nación, Abdelkader Bensalah, tiene la responsabilidad de garantizar que Buteflika sea remplazado en un plazo de tres meses.
Contra todo sentido común, los incondicionales de Buteflika se aferraban al poder al punto de sostener a un presidente incapaz de hablar, incapaz de firmar un decreto e incluso de recibir a importantes dignatarios y cumplir una básica agenda diplomático.
En el mes de febrero de 2017, Angel Merkel debió cancelar en el último minuto una visita al país del hoy renunciante, en la se debían tratar temas de primera importancia como el yihadismo o los migrantes, debido a esta conocida incapacidad.
Como en un libreto extraído del surrealismo mágico de Miguel Angel Asturias y otros autores latinoamericanos, Buteflilka supuestamente seeguía gobernando Argelia seis años después de sufrir un grave accidente cerebrovascular que lo dejó confinado a una silla de ruedas sin poder realizar viajes oficiales y ni siquiera hablar al pueblo al cual se debía.
Hace un mes se reclamaba la renuncia del presidente con manifestaciones en toda Argelia, y apenas se consumó, la euforia ganó las calles de Argel y todas las ciudades importantes de este país.
Los reclamos también pedían el fin de la hegemonía del entorno del mandatario, verdadero poder gobernante del país. El detonante de las protestas fue el anuncio realizado por el mismo Buteflika el 10 de febrero, donde presionado por los beneficiarios del papel que representaba, afirmó que buscaría un quinto mandato.
El ahora ex jefe de estado argelino, que se oponía obstinadamente a un arreglo con Marruecos en el problema del Sahara, en realidad había nacido un 2 de marzo de 1937 en Oujda, una próspera ciudad que se encuentra en la región Oriental de Marruecos.
En 1965 Buteflika participó del derrocamiento del líder independentista Ben Bella, y a fines de los años setenta se convirtió en delfín de Boumediene, para ser vetado por el ejército y pasar al ostracismo por más de una década. Durante su ausencia, una conspiración de militares argelinos acabaría con la vida del presidente Boudiaf, quien tenía intenciones de finiquitar el longevo conflicto del Sahara con Marruecos.
En 1999 sería impuesto por los militares como candidato único, luego de que otros seis aspirantes a la jefatura del estado argelino se retiren por anunciados fraudes. Durante su gobierno, según las mismas cifras oficiales, la guerra civil que azotó al país dejó un saldo de doscientos mil muertos.
Su gobierno tuvo un papel fundamental en el sostenimiento del longevo conflicto con Marruecos por el otrora Sahara español, inspirando y sufragando a un extravagante aparato de propaganda con el cual lucran hasta hoy algunas ONG abocadas a malversar ayuda internacional. La misma Unión Europea ha comprobado satelitalmente el desvío de sus envíos a campamentos situados en territorio argelino, así como la adulteración del número de refugiados.
Puede ser que la sombría etapa del militarismo enmascarado por un jefe de estado discapacitado, logre escribir el punto final a un capítulo infame de la historia del Magreb, tan cercana a la de Latinoamérica de los chivos, Papas Verdes y Tiranosaurios.
|