Lo complicado de la situación estriba en que la mayoría de los españolitos de a pie no sabemos a quien hacerlo. ¿Votamos a los partidos, a las personas o a las ideas? o ¿nos apeamos de este tren? ¿Votamos a favor de o en contra de?
Cuando escuchas a cada uno de los candidatos, lejos del fragor del mitin, aprecias como se convierten en jóvenes (por lo menos para mí) razonables, educados, respetuosos y agradables a los que les comprarías un coche de segunda mano. Cuando se meten en faena, se convierten en una mezcla entre inquisidores, reptiles y “bocachanclas” que se preocupan de hurgar en las “vidas y milagros” de los rivales olvidando la viga en el ojo propio. Todo esto me hace desear que algún día se imponga el sentido común y el buen hacer. Creo que entre todos pueden llegar a un consenso que les lleve a poner en práctica lo mejor de todos los programas… y entre todos. Añoramos un parlamento lleno de españoles que se preocupen más del bien común que el suyo propio o el de sus partidos.
Pero hay que aterrizar, hay que salir de ese mundo de Yupi que se crea en mi mente en los momentos utópicos y de euforia que te hacen volver a creer en los seres humanos de buena voluntad. La otra noche vimos las entrevistas (por separado, ¡que talento!) de Bertín Osborne a tres de los candidatos que se prestaron a ello. Los otros dos no quisieron hacerlo. Los que se presentaron fueron razonables, cercanos y familiares a su estilo. No insultaron a nadie sin dejar de afirmar sus ideas bases. Es más, desvelaron su personalidad a veces desgarrada y otras con ternura. Se pudo ver el porqué. Lo del “hombre y su circunstancia”. Ahora, durante el fin de semana se volverán a descalificar y a poner como “chupa de dómine”.
Sigo en la duda, me leeré los programas y buscaré el mejor. Después llegará aquello del “prometer hasta meter”. Mientras me quedaré con la buena noticia de hoy: esas tres personas “corrientes” de Málaga, que no dudaron en actuar rápida y eficazmente durante el accidente de autobús del que eran pasajeros, acaecido el pasado viernes en la calle Héroe de Sostoa malagueña. Uno de ellos consiguió parar el motor del autobús; mientras, los otros dos, médicos camino de su trabajo, consiguieron mantener vivo al conductor infartado mientras llegaba la UVI móvil. No huyeron aterrorizados, ni se pusieron a grabar el accidente (como se suele hacer a veces). Un ejemplo para todos.
|