Una historia literaria magníficamente escrita. Embelesa y atrapa al lector introduciéndolo en una aventura social y política, que representa la lucha por la vida y el pulso desafiante de tres generaciones.
Es la historia de una saga familiar, que se enfrenta a la necesidad de cambio, al empuje del tiempo en una sociedad inadecuada para sobrellevar el peso del enfrentamiento. Con ameno contar, Torrente Ballester, excelente creador literario, que comprendió, más bien tarde, como la ligazón obligaba a vivir sobre el sostén de la dialéctica de los puños y las pistolas. Espacio imposible para una cultura en libertad.
Los gozos y las sombras es la gran obra literaria, de lo mucho escrito y reconocido por la mejor crítica de su tiempo, también en el presente. Una muestra de alta calidad de Gonzalo Torrente Ballester (1910 - 1999). Ahora, en esta primavera en medio del griterío insolente y oportunista, lo chabacano, cargada de mentiras y falto de ética y estética de una sociedad que bosteza descompuesta, es cuando Alianza Editorial de Bolsillo, con una calculada apuesta, conociendo la altura de su rico fondo literario, saca a la luz de la transparencia, la trilogía de Los gozos y las sombras, considerada una de las obras cumbre de la literatura española del siglo XX. Sencillo estar aquí por su valía, la edición de estos tres tomos que forman la obra: El señor llega (1957), Donde da la vuelta el aire (1960) y La Pascua triste (1962). Han pasado los años, para que esta gran historia literaria vuelva a ver la luz proyectada sobre ese lector, que siempre agradece esta literatura como un desafío comedido no solo para una minoría, que puede decirse a sí misma: Leo, luego pienso, Pienso luego existo. No soy un teledirigido del “Sí Bwana” ante poder mediático. Afirmación que lleva consigo un cierto riesgo. Eso, de momento y con el correr de los años, se puede convertir en un peligro “políticamente correcto” para el poder sin gloria de los intocables allanadores de la morada del librepensamiento. Son cada día más dueños y señores de una sociedad cada día más insulsa y mediatizada. “La literatura, único lugar que nos queda”, reflexiona Alberto Manguel.
Los gozos y las sombras es literatura meditada y pacientemente sentida. Espléndida narración del proceso de cambio de la sociedad gallega de preguerra. Esta obra representa un análisis profundo dentro de una sociedad necesitada de cambio. Del siglo XIX al capitalismo y de un nuevo siglo entre luces y sombras, entre derrotas y triunfos, con la suma de demasiado luto en la vieja Europa, en el que todo cambia para que todo siga igual.
Torrente Ballester, no solamente fue un gran narrador. Lo sigue siendo porque su obra no es solamente tinta sobre blanco papel, que se borra con el tiempo. Sino que obliga a perdurar el compromiso que le corresponde por su valor propio, de un incansable creador literario muy dentro de los espacios que ha elegido lleno de cambios de todo vivir. Se ganó a pulso todo lo que le fue posible sin robar a nadie. Se equivocó, como tantos otros buenos compañeros y amigos en la apuesta política en la Falange de José Antonio. En 1937 conoció en Pamplona a Dionisio Ridruejo y a los demás intelectuales falangistas del Grupo de Burgos (Pedro Laín Entralgo, Luis Rosales, Luis Felipe Vivanco). Tuvieron que pasar unos años para comprender por sí mismos los errores de su postura ideológica. Intelectualmente Franco no fue Azaña, fue un dictador sin piedad pese a la mano de Santa Teresita. Por lo que pasado un tiempo, Torrente se preguntó a sí mismo ¿Es posible que haya alguna vez querido esto? Lo había querido, lo había acariciado, hubiera hecho cualquier cosa por realizarlo, y ahora le avergonzaba. “He cambiado mucho, no sé por qué?” La respuesta no es otra que el pulso literario venció a la barbarie de la dictadura franquista.
Es todo un gesto a favor de la palabra escrita por Alianza Editorial, esta edición popular de Los gozos y las sombras. La necesidad de leer como defensa propia, que nos recuerda con claridad Vargas Llosa: “Seríamos menores de lo que somos sin los buenos libros que leímos, más conformistas, menos insumisos y el espíritu crítico, motor del progreso ni siquiera existiría”.
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