Hoy 30 de Abril el “presidente encargado” de Venezuela Juan Guaidó se ha amotinado con un grupo de uniformados llamando a un alzamiento cívico-militar para se cumpla la fase final de su estrategia para derribar al chavismo. ¿Puede tener éxito? ¿Y qué pasaría si fracasa?
Diosdado Cabello, el número dos del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), ha llamado a los milicianos y masas del chavismo a ir hacia Palacio de Miraflores para defender al gobierno frente al golpe militar que esta madrugada ha llamado Juan Guaidó desde la distribuidora Altamira en Caracas. Guaidó, quien reclama que desde el 10 de enero es el presidente encargado de Venezuela, se ha atrincherado junto a militares rebeldes y al jefe de su partido voluntad Popular Leopoldo López, a quien han liberado.
La situación no es muy clara, pues tanto Guaidó como López reclaman estar en la base aérea de La Carlota, mientras que el oficialismo cuestiona esa información y viene aduciendo que se trata de un pequeño grupo de militares que no tienen mayor apoyo en las fuerzas armadas y en la población. Mientras el gobierno sostiene que todo el país está en calma, incluso la capital, medios opositores llaman a manifestaciones y cacerolazos.
Un dato que llama la atención es que Guaidó y López aparecen solos comandando este alzamiento, el cual parece haber sido planeado por Voluntad Popular, el cuarto partido en importancia dentro de la coalición opositora Unidad, el cual nuevamente pretende imponer hechos consumados al resto de los antichavistas para que se les unan.
Después de más de 3 meses de haberse auto-juramentado como presidente, Guaidó venía fracasando en todos sus planes y estaba perdiendo capacidad de movilización. Con esta acción él quiere galvanizar al antichavismo para que salga masivamente a las calles, especialmente el primero de mayo, y a provocar que se dé un levantamiento militar o, si es mejor aún posible, una intervención extranjera.
Tras esta acción va a ser difícil que Guaidó se atreva a salir a las calles a arengar multitudes y, si su movimiento no logra captar otros cuarteles, puede acabar siendo aislado y derrotado, lo cual podría ser utilizado por Maduro para consolidarse, arrestar a Guaidó y a toda la directiva de Voluntad Popular, a quien acusan de terroristas, y preparar nuevas elecciones legislativas.
Mucho de lo que puede pasar ahora depende de la capacidad del oficialismo de movilizar a sus bases y milicianos y de intentar sacar a multitudes como antes lo hicieron para derrotar al golpe contra el chavismo hace 17 abriles. Guaidó se ha lanzado a esta acción buscando evitar ir perdiendo puntos en las encuestas y seguir siendo cuestionado por diversos opositores. Se trata ahora de su principal y última jugada de la cual depende su futuro y hasta su condición de “presidente encargado”.
El senador oficialista norteamericano Marco Rubio ha llamado a los venezolanos a salir a las calles a respaldar al alzamiento, pero queda por ver si EEUU se arriesga a intervenir sin que haya un significativo apoyo popular y castrense para los sublevados.
Las posibilidades que el levantamiento venza son limitadas en la medida que no tiene respaldo de la inmensa mayoría de los uniformados y no se vislumbra una inmediata intervención norteamericana, brasileña o colombiana, en tanto que, por el momento, no parece haber ido logrado concitar un gran apoyo popular.
Él pudiese querer usar este levantamiento para obligar a un diálogo en mejores condiciones, si es que no logra concatenar otros levantamientos militares o una intervención foránea. Si fracasa su estrella se va a venir abajo dentro de los opositores y habrá muchos que buscarán nuevas orientaciones y líderes capaces de tener un curso con menos confrontación ante el gobierno.
Si hay una masiva movilización popular contra el golpe y este es derrotado, el proceso venezolano podría irse radicalizando
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