Juan Guaidó, quien ha sido reconocido por EEUU y 53 gobiernos aliados como “presidente encargado” de Venezuela, se encuentra en una pendiente de caída.
El sábado 18 de mayo Guaidó realizó su primera gran concentración desde la semana pasada. Nuevamente se buscó un sector del este del área metropolitana de Caracas donde hay mucha gente de clase media y alta, y es un bastión opositor.
Nuevamente, la concurrencia ha sido escasa. El sábado anterior (11 de mayo) Guaidó convocó en Las Mercedes a una gran protesta para rechazar el apresamiento de su número dos Edgar Zambrano, primer vicepresidente de la Asamblea Nacional y portavoz del mayor partido no chavista del país (AD). En dicha oportunidad el reportero del diario británico The Guardian, pese a ser muy inclinado hacia Guaidó, confesó que en este evento hubo 150 periodistas y 150 opositores. Para repudiar algo que tanto afecta a los opositores tener tan alto número de periodista con tan bajo de concurrentes fue algo muy sintomático.
Esta vez Guaidó estuvo en Guarenas-Guatire donde el reportero de TPI y La Patilla, el principal medio incondicional de Guaidó, culminó su informe aseverando que “DECENAS DE PERSONAS” concurrieron a verlo. Ojo, no dijo decenas de miles sino simplemente decanas. Es más, dicho periodista llegó a decir que la aparición del “presidente encargado” se dio dos horas después de lo planeado, y la mejor explicación posible es que él debía esperar a que no haya tanta poca audiencia.
Toda la anterior predica de Guaidó de tener que movilizarse diariamente y que las calles deberían estar siempre ocupadas se ha venido a pique pues él ahora solamente puede atraer a decenas de venezolanos (especialmente de condición acomodada) y una vez cada sábado no laborable.
A diferencia del fin de semana pasado esta vez se notaban pocos micrófonos de distintas cadenas televisivas, casi todas ellas de medios venezolanos opositores, todo lo cual demuestra la pérdida de expectativa en él por parte de la prensa internacional.
Usualmente Guaidó siempre aprovecha estas concentraciones para plantear nuevas medidas de acción. No obstante, ni ahora ni el sábado pasado habló de su consigna que había levantado desde que regresó a Caracas el 4 de marzo o que fracasara su asonada militar del 30 de abril y su anunciada mayor marcha de la historia del primero de mayo, esto es “paros escalonados hacia la huelga general”.
Lo cierto es que la población cada vez hace menos caso a sus llamados por marchas y paros, y ahora ni siquiera se centró en su tan mencionada “operación libertad” que, según él, es su plan para tomar palacio de Miraflores.
En esta oportunidad admitió haber estado envuelto en conversaciones con el gobierno en Noruega y mediante otros intermediarios como el Grupo de contacto. A pesar de seguir acusando a maduro de “dictador” esta vez no ha insistido tanto en pedirle a EEUU por una intervención militar, tal vez porque se da cuenta que Washington no se atreve a tomar tal riesgo, porque se da cuenta de lo impopular que es pedir a los venezolanos que acepten una ocupación extranjera o porque han ido avanzando las negociaciones secretas con el gobierno.
Mientras tanto, Maduro no siente necesidad de apresar a Guaidó, algo que a él y a sus asociados podría convenir para dotarlo de aureola popular, pues ven que él solo se viene desgastando y piensan que puede acabar medio olvidado.
Estamos viendo como el gran globo que se infló en enero hoy se viene desinflando y que estamos entrando a una escena de conversaciones de trastienda. Todo esto ocurre mientras el presidente Maduro recibió el viernes 17 a sus delegados que fueron a Oslo aduciendo que traían buenas noticias.
Habrá que ver el carácter de estas conversaciones entre el gobernante Partido Socialista y los antichavistas, y sobre cuál ha de ser su impacto sobre las tan golpeadas masas venezolanas.
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