Adelantar las elecciones parlamentarias
El presidente venezolano Nicolás Maduro ha planteado que se deben adelantar las elecciones legislativas. Dijo esto en su discurso ante una multitud que conmemoraba el primer aniversario de cuando él ganó con el 68% de los votos en unas presidenciales que fueron boicoteadas por muchos partidos de la oposición de derecha.
Según Maduro la Asamblea Nacional es la única institución de la democracia venezolana que no ha sido renovada durante los últimos años, algo que sí ha pasado con la presidencia, la asamblea constituyente, las gobernaciones estatales y los municipios. Su anuncio se da al mismo tiempo que la constituyente ha acordado que va a seguir sesionando en una otra cámara del mismo palacio legislativo de la que lo hace la Asamblea Nacional hasta fines del 2020, periodo en el cual dicha asamblea liderada por la derecha debería constitucionalmente culminar su quinquenio.
Juan Guaidó, el presidente de la Asamblea Nacional, sostiene que todas las elecciones que se han dado desde que Maduro sustituyó a Hugo Chávez tras su muerte a fines del 2012 han sido fraudulentas (excepto aquellas que en diciembre 2015 le dieron el triunfo a su coalición en la Asamblea Nacional) y que el actual inquilino de palacio de Miraflores es un tirano que, al igual que lo hizo en abril 1992 el ex presidente peruano Alberto Fujimori, quitó el poder al congreso para dar paso a una constituyente regimentada.
Guaidó ha venido denunciando que alrededor de la quinta parte de los asambleístas opositores han tenido que fugarse, asilarse o tienen procesos pendientes, y que lo que él denomina como la “dictadura” trata de eliminar al único poder democráticamente elegido, el cual es la fuente de su presidencia encargada, reconocida por EEUU y otras 53 naciones en el mundo.
Según Guaidó la dictadura ha tirado de un edificio a un concejal y ha mayado y encarcelado cientos de opositores, tiene una terrible policía secreta y represiva, y ha llevado al colapso total a lo que fuese la nación más rica del continente.
Dualidad de poderes
Una cuestión de fondo es el problema de la dualidad de poderes, algo que solamente puede durar un periodo corto en todo país, a menos que se desemboque en una prolongada guerra civil. Cuando hay dos poderes que se reclaman como gobiernos paralelos a la postre uno de ellos debe prevalecer.
Cuando el 23 de enero Juan Guaidó se auto-juramentó como “presidente encargado” de Venezuela en una plaza, su objetivo expreso era el de pedir a la población y al ejército que se insurreccionen para deponer violentamente a lo que él caracterizaba como el “usurpador”.
A fin de lograr ello él incentivó a los militares a desacatar órdenes de sus superiores y a los civiles a ir a los cuarteles a convencer a los uniformados a que hagan ello, luego promovió el ingreso violento de camiones con ayuda proveniente de aviones militares norteamericanos desde la frontera colombiana, después alentó paros escalonados hacia una huelga general, más tarde llamó a la población a hacer revueltas ante cada mega-apagón que se daba (y que el gobierno acusa a EEUU de estarlo causando) y finalmente llamó junto a varios soldados en la madrugada del 30 de abril a tomar la base aérea de La Carlota al este de Caracas y de allí marchar hacia Palacio de Miraflores.
Además de ello, Guaidó le pidió a EEUU y a los países vecinos que envíen tropas a su país y a las potencias occidentales a que impongan sanciones muy duras contra la economía venezolana, incluyendo la confiscación de la petrolera estatal venezolana en EEUU (CITGO) y la congelación de miles de millones de dólares nacionales venezolanos en bancos europeos. Todo eso, seun el gobierno, ha costado al menos $30,000 millones que han afectado poderosamente a todos los venezolanos de todas las condiciones sociales.
Guaidó estableció algo que no ha tenido precedentes en la historia de la Organización de Estados Americanos (OEA). Cuando ésta cumplió el 30 de abril su 71 aniversario Guaidó fallaba en su asonada militar. Sin embargo, pocos días antes él había logrado que la OEA le reconozca oficialmente como presidente de Venezuela, con lo cual se convertía en el primer mandatario quien nunca pudo haber llegado a palacio de gobierno o haya configurado un gabinete para que sea reconocido por la única institución hemisférica que ha unido a todos los 35 Estados americanos.
Guaidó se ufanaba de tener el doble de países que le reconocían como presidente frente a Maduro, pero él nunca pudo controlar ninguna parte del territorio nacional como tampoco una comisaría o un cuartel, ni cobrar impuestos o ejecutar obras. Ha sido el único presidente en la historia mundial aclamado por EEUU quien jamás nombró ministros. En vez de éstos o de tener un canciller, Guaidó tenía numerosos embajadores nombrados en distintas capitales del planeta. En la inmensa mayoría de los casos dichos embajadores no eran admitidos como oficiales (aunque sus gobiernos apoyasen a Guaidó) y las embajadas venezolanas seguían siendo controladas por oficiales designados por Maduro.
Guaidó siempre ha aparecido solo y es el único que habla en las concentraciones públicas y ante la prensa. Él no ha querido delegar a otros para que sean portavoces o ministros. No ha querido que no le hagan la sombra y que no muestren contradicciones o su propia fragilidad. En realidad, sus verdaderos portavoces y ministros han sido los funcionarios de la Casa Blanca o del gobernante Partido Republicano de EEUU. Son Donald Trump, su vice Mike Pence, su Secretario de Estado Mike Pompeo, su asesor de seguridad John Bolton, su encargado para Venezuela Elliott Abrams y su senador hispano y para La Florida Marco Rubio quienes son no solo los interlocutores del “gobierno” de Guaidó sino los que formulan todas las directivas que él acata.
Si Guaidó hubiese tomado el poder él hubiese impuesto fuertes medidas represivas contra Maduro y el chavismo. Varios voceros de la emigración venezolana en EEUU plantean abiertamente en la TV la necesidad de matar a Maduro y a su entorno y hasta se lamentaban de que hubiesen fracasado dos intentos de magnicidio. John Bolton juró que iba a capturar a Maduro para apresarlo en Guantánamo. Cuando se dio el golpe del 2002 muchos de los actuales opositores apoyaron la captura y prisión de Hugo Chávez, la agresión a ministros y militantes chavistas y hasta rodear y entrar a una embajada para procurar contra socialistas. En las manifestaciones del 2014 organizadas por el partido Voluntad Popular de Guaidó y su jefe Leopoldo López se quemaban vivos a militantes bolivarianos y se destruyeron entidades públicas.
Método madurista
Maduro siempre presentó su pugna como una no entre él y Guaidó a quien tilda de ser un “payaso” y “títere” de Donald Trump, sino entre Venezuela y el imperio.
Mientras más Guaidó aparecía como el primer presidente de la historia universal que quería debutar en el poder mediante las draconianas sanciones y la intervención militar de EEUU, más él iba perdiendo puntos en los sectores más pobres y dentro de los militares.
Venezuela tiene la peor hiperinflación que ha habido en el hemisferio (es la única que ha sobrepasado el millón por ciento anual), su producción ha caído a menos de la mitad, sus salarios en términos de dólares son posiblemente los más bajos de Occidente y ha habido un gran incremento de la emigración al exterior. En estas condiciones es usual que todo gobierno caiga pero Maduro supo capitalizar el sentimiento de independencia nacional contra el imperio en su favor.
El inicial objetivo de las fuertes sanciones que EEUU ha impuesto a Venezuela (y que Guaidó demandaba que se incrementen aún más) han servido para que Maduro le eche la culpa de la crisis económica al “imperialismo” y a la oposición, y para que él aparezca como el abanderada de la resistencia nacional.
Los apagones que afectaron los servicios de electricidad y agua a poco de que Guaidó regresó a Caracas el 4 de marzo y que Guaidó quiso aprovecharse de ellos para demandar a la población a que hagan revueltas y barricadas, el gobierno las presentó como obra de una “guerra eléctrica” hecha por EEUU mediante ataques cibernéticos, electromagnéticos, informáticos y de sabotaje directo mediante disparos y quemas de surtidores.
Maduro se cuidó en todo momento de responder desatando una gran violencia. En Venezuela, pese a la gravedad de las acciones opositoras, los números de muertos y heridos de bala durante más de 4 meses de dualidad de poderes ha sido muy menor a las que se dio a mitad de mayo 2018 en Gaza cuando los palestinos protestaban por la inauguración de la embajada estadounidense en Jerusalén, por los asesinatos selectivos hechos en el mismo periodo por paramilitares contra dirigentes sociales en Colombia, y por algunas matanzas hechas en un solo día por partidos de la misma Internacional Socialista a la cual están afiliados los 3 partidos del presidente y de sus 2 vicepresidentes de la Asamblea Nacional.
Recordemos como la sección mexicana de dicha internacional (el PRI) mató a cientos de manifestantes estudiantes en 1968 y 1971 o cómo el primer gobierno socialdemócrata del Perú mató en 1986 a 300 presos maoístas amotinados (muchos de ellos rendidos) justo cuando se iniciaba el primer congreso de la Internacional Socialista en la historia sudamericana.
Algo que llama la atención es cómo Maduro ha dejado que Guaidó siga agitando libremente y se desplace por toda Venezuela sin chaleco antibalas o guardaespaldas. Si en EEUU Hillary Clinton hubiese llamado a un golpe militar o a una intervención extranjera para que ella sea nombrada presidenta (pues le ganó a Trump por casi 3 millones de votos de ventaja), su arresto (e incluso una petición de condena por “traición a la patria”) se hubiera dado inmediatamente. Cuando en Octubre 2017 el parlamento y el gobierno catalanes democráticamente electos organizaron un referéndum sobre la independencia, el gobierno conservador pro-Trump de Madrid mandó 10,000 policías para destruir urnas y reprimir a golpes a los votantes generando más de un millar de heridos. Luego cuando el parlamento apoyó el resultado pro-independencia, la monarquía apoyada por los socialistas suprimió el parlamento, el gobierno y la autonomía catalanes y apresaron o dieron orden de captura a todos los que habían sido ministros catalanes.
Maduro nunca ha apresado al “presidente encargado” reconocido por Trump. El primer diputado que ha detenido y sigue teniéndolo encarcelado es Edgar Zambrano, el primer vicepresidente de la Asamblea Nacional y líder de Acción Democrática, el mayor partido de la oposición y el único del país (así como de toda la socialdemocracia sudamericana) en haber gobernado durante un tercio de siglo.
Esta captura fue hecha 8 noches después que fracasara la asonada golpista del 30 de abril en la que él y otros congresistas participaron. Al parecer Maduro no quiso reaccionar inmediatamente capturando en la misma noche del golpe fallido a todos sus promotores, sino ir gradualmente tensando la situación.
Al ver que el arresto de una figura tan prominente de la oposición de derecha hecho el 8 de mayo no generaba tanta reacción interna o internacional él se ha sentido más fuerte.
Al primer sábado no laborable después de dicha captura Guaidó llamó a una gran manifestación para rechazar tal afronta. Sin embargo, en ese mitin hecho el 11 de mayo en el principal barrio de la oposición (Las Mercedes, una zona de clase media del este capitalino) solo acudieron 300 personas de las cuales la mitad eran periodistas, como lo era el que reportó ello (el corresponsal del diario The Guardian tan simpatizante de Guaidó).
Durante una semana Guaidó no pudo hacer otra concentración hasta que al sábado siguiente él realizó otra en otra zona acomodada del este capitalino, la misma que –según relató ante cámaras el presentador de La Patilla y su canal que son el principal vocero de Guaidó – tuvo que iniciarse 2 horas después (presuntamente por falta de gente) y su concurrencia se midió en el orden de las decenas de personas (y no de decenas de millares).
El globo de Guaidó se ha ido desinflando. Si en enero sus manifestaciones eran multitudinarias y mayores que las del oficialismo, hoy apenas congregan a decenas de venezolanos, especialmente de sectores pudientes.
El sábado 11 Guaidó llamó a que su emisario se reúna inmediatamente con el Comando Sur de las fuerzas armadas norteamericanas para coordinar acciones militares con este mismo organismo que ha estado a cargo de numerosas intervenciones e invasiones bélicas en muchos países del Caribe, y también emuló el envío de miles de soldados extranjeros para liberar Venezuela, tal como antes lo había hecho Simón Bolívar.
Al siguiente sábado 18 él ya no volvió a hacer tales amenazas. En el ínterin él había enviado a una delegación suya a negociar con otra del gobierno en Oslo para iniciar una ronda de diálogos. Esto último fue muy mal visto por periodistas hispanos en EEUU que le recriminan por haber roto con su promesa de no negociar nunca con la tiranía para evitar darle tiempo y capacidad de legitimarse y recuperarse. Guaidó dijo que hizo esto como un gesto hacia Noruega, pero ello no fue solamente uno de corte diplomático, pues a dicho país tan cercano del polo norte él envió al más importante ejecutivo de la Asamblea Nacional que pudiese acudir (Stalin Gonzáles, su segundo vicepresidente, ya que él tiene impedimento de salida y su primer vicepresidente sigue preso) junto con otros dos importantes representantes suyos en el exterior. Dichas conversaciones, además, van a seguirse dando en otras naciones, posiblemente del Caribe.
Inconstitucinalidad
Guaidó puede decir que la convocatoria adelantada de las elecciones legislativas es anticonstitucional, pero su autoridad popular, militar y legal está muy mermada.
Por un lado ya las masas no hacen caso a sus paros escalonados o grandes marchas. Tras haber prometido que a inicios de mayo iba a liderar la mayor marcha del mundo y de la historia venezolana, sus concentraciones ya solo las hace cada sábado en una zona de clase media capitalina y en éstas apenas congrega a decenas de personas, según confiesan periodistas amigos suyos.
Tampoco él ha logrado calar en las fuerzas armadas. Es cierto que ha habido algunas deserciones, incluyendo la del jefe del servicio de inteligencia (SEBIN) pero los militares no están dispuestos a someterse a él ni apoyan su estrategia de llamar a EEUU y a sus vecinos para que ocupe militarmente a Venezuela, pues eso de acontecer llevaría a una descomunal matanza y repartición territorial de Venezuela, tal y cual pasó con la guerra de la Triple Alianza contra Paraguay de hace siglo y medio.
Además de ello su accionar ha sido anticonstitucional. Él se autoproclamó como “presidente encargado” en una manifestación proselitista el 23 de enero, pero este cargo solamente se puede dar en caso que el presidente constitucional esté muerto, incapacitado física o mentalmente o estar procesado legalmente, nada de lo cual se le aplicaba a Maduro.
Incluso si forzamos el argumento afirmando que el legislativo puede reemplazar al ejecutivo cuando este último no ha sido electo democráticamente, la carta magna venezolana es muy clara en especificar que el “presidente encargado” (una figura legal muy propia de ese país pero desconocida en la mayor parte del mundo) solo tiene un “encargo” y este es el de convocar a elecciones en el plazo de un solo mes.
El 23 de febrero se cumplió un mes de dicho periodo y en todo ese lapso Guaidó se negó a organizar elecciones o consultas populares, aunque sea en contra del poder real al estilo de los catalanes, algo que le hubiese dado mayor fuerza y legitimidad.
Para dicha fecha él llamó a realizar el “Día D” que iba a consistir en hacer para a la fuerza la “ayuda humanitaria” traída a las fronteras por las fuerzas armadas norteamericanas. Para tal efecto varios presidentes se concentraron en Cúcuta (la mayor urbe fronteriza a Venezuela) junto al secretario general de la OEA para organizar con el único magnate del mundo propietario absoluto de cuatro islas el mayor concierto gratuito de super-estrellas de rock que se haya visto y, con ello, juntar fuerzas para preparar un ingreso masivo y violento de camiones hacia Venezuela.
Tras ese fracaso él se quedó 10 días en el exterior reuniéndose con el vicepresidente de EEUU y varios presidentes sudamericanos, a muchos de los cuales visitó en un avión militar (no de su país sino de la vecina Colombia con la cual Venezuela ha tenido choques fronterizos por territorios ricos en oro negro).
Su periodo de “presidente encargado” ya feneció el 10 de febrero (30 días después del 10 de enero en el que Guaidó reclama que Maduro no tiene ningún derecho a ser el mandatario y que solo él, como presidente del congreso, puede ejercer ese derecho), esto es hace unos 100 días.
Guaidó, por su parte, dijo que él no convocaría elecciones ni siquiera en los primeros 30 días de llegar al poder, sino tras un lapso de 6 a 12 meses en los cuáles él debería purgar las instituciones del Estado y aplicar su “Plan País” que contempla varias privatizaciones y medidas de ajustes de corte neoliberal. Por eso su consigna era “gobierno de transición”, figura que no existe en la carta magna venezolana, como tampoco existe la del “presidente interino”.
De otro lado, la manera en la cual Guaidó se autoerige como presidente es algo que no tiene precedentes en ninguna otra democracia seria.
En la última edición de GQ, una revista de modas que puso a Guaidó en su portada posando con un similar estilo, camisa blanca y corbata como antes puso a Barack Obama, esta publicación que hace 9 décadas sale en Nueva York le hizo una entrevista muy aduladora. Y, justamente, una de las cosas que más le celebraba era por su audacia de haberse proclamado como presidente en una plaza sin que hasta ese momento nadie lo supiera o sospechase (salvo algunos presuntos íntimos que supieron mantener muy bien el secreto). Guaidó contestó que hizo esto como un príncipe que aparece de repente para reclamar una corona.
Si uno ve el orden del día de la Asamblea Nacional previo a tal acontecimiento no figuraba para nada el debate sobre si desconocer o no a Maduro o nombrar un nuevo presidente.
Si la Asamblea Nacional hubiese querido elegir a un presidente alternativo al oficial tuvo obligatoriamente que pasar por un proceso de discusión democrática, publica, televisada y pluralista. Los congresos de Brasil, Perú o España que recientemente desconocieron al presidente pasaron por un proceso de debate o de “impeachment”, nada de lo cual ocurrió en Caracas.
Todo fue un golpe de impacto. Guaidó decidió autoproclamarse y auto-juramentarse en una concentración callejera (y no en un edificio institucional o jurando ante otra autoridad) sorprendiendo a todos e imponiendo los hechos consumados al resto de la oposición y a la Asamblea Nacional. La clave de su inicial éxito fue que inmediatamente le reconoció Donald Trump, quien se ufana de ser el primero en haberlo hecho y en haber influido para que medio centenar de otros países le sigan. En los hechos fue Mike Pence quien le instruyó a Guaidó a que diera tal paso mediante una previa llamada telefónica y fue la autoridad de la Casa Blanca la que obligó al parlamento a alinearse.
Perspectivas El planteo de Maduro de adelantar las legislativas va a ser condenado por varios países occidentales como una medida dictatorial. No obstante, los EEUU tienen poca autoridad para reclamar ello tras haber estado detrás de casi todos los golpes y dictaduras militares en Latinoamérica y haberle dado la mano a Fujimori cuando cerró el congreso peruano con tanques (mientras Maduro nunca cerró la Asamblea Nacional ni envió tropas contra ésta) o haber apuntalado los recientes golpes parlamentarios en Honduras, Paraguay y Brasil, y el militar en Egipto.
Uno de los puntales del Grupo de Lima es, precisamente, el congreso peruano dominado por el fujimorismo. Componentes importantes de éste son el presidente brasileño Jair Bolsonaro abierto hincha de Fujimori, Pinochet y la dictadura militar que tuvo su república, el uribismo colombiano que se inspiró en el fujimorismo y los gobiernos de Chile y Paraguay donde actúa ente que ha tenido vínculos con sus previas dictaduras militares de derecha.
Los argumentos de la UE contra Maduro son débiles por las acciones inconstitucionales y golpistas de la Asamblea Nacional, las cuales son mucho más serias que el llamado “desacato” pacifista del parlamento catalán que toda la UE condena.
Algo que podría impedir unas nuevas elecciones legislativas son cualquiera de estos 3 hechos: 1)Una gran movilización para defender la actual Asamblea Nacional (lo cual como hemos visto no se da). 2)Una fractura militar (lo cual no se da abiertamente y si hay rencillas internas estas no son en favor de Guaidó, quien está muy desacreditado). 3)Una posible intervención militar extranjera.
Esto último es lo más serio, pero el principal país vecino (Brasil) la ha descartado no tanto por la opinión o deseos del presidente sino del poder militar real que calcula que una guerra sería larga, prolongada, desgastante y peligrosa para la estabilidad regional y brasileña.
El principal actor (EEUU) se encuentra entrampado. Ahora el principal enemigo de Trump y Bolton es Irán contra quien apuntan sus amenazas y buques de guerra (Venezuela ha sido relegada), mientras que el congreso estadounidense no tiene intenciones de apoyar una guerra contra Venezuela que incendiara el Caribe y las Américas y crearía un nuevo Afganistán o Vietnam a pocos kilómetros de sus costas.
Maduro ha venido midiendo poco a poco la reacción de Washington y al irse dando cuenta que ésta no está dispuesta a aceptar el requerimiento de Guaidó y de varios exiliados en Miami para ir a una invasión (por las mismas razones que se oponen a hacer lo mismo en Cuba), el presidente venezolano gradualmente ha ido moviendo sus peones casilla por casilla.
Maduro no necesita disolver la Asamblea Nacional ni enviarle tanques como lo hizo Fujimori. Él simplemente antes le quitó poderes y le puso a funcionar en otro auditorio del mismo poder legislativo a una asamblea constituyente donde domina totalmente el oficialismo. Hoy mantiene a raya a varios diputados y deja libre a Guaidó para que se vaya quemando de a poco, para que se vaya viendo que no tiene capacidad de movilizar y que es solo la ficha de otros, para evitar que un posible arresto de él desencadene una ola de protestas a nivel interno o externo y para justificar que los diputados que están presos o procesados no lo están por sus actividades políticas sino por haber organizado un golpe militar.
En su discurso Maduro emplazó a los opositores a atreverse a competir con él y demostrar quién tiene más pueblo detrás suyo.
Guaidó dirá que estas son fraudulentas, pero para él y su partido Voluntad Popular cualquier elección dada durante el chavismo será fraudulenta (a menos que ellos la puedan ganar).
La UE le emplazó a Maduro a que convoque elecciones a fin de mantener su reconocimiento a su gobierno y no a Guaidó, pero lo que el inquilino de Miraflores viene haciendo es llamar a elecciones legislativas donde él querrá demostrar que el chavismo tiene más seguidores que una oposición de derecha que ahora está quemada o dividida por sus fracasos en haber querido desencadenar un golpe militar, una guerra civil y una invasión extranjera.
Esta vez, si bien el sector ligado a Guaidó llamará a boicotear estos comicios (pues si acude a ellos se deslegitima y corre el riesgo de quedar mal parados), pero otros sectores opositores estiman que abstenerse es perder espacios de poder y replegarse más.
Aparte de los partidos que se liaron a Trump y a las internacionales socialista y socialcristiana que estuvieron animando al “presidente encargado”, van a surgir o desarrollarse otras corrientes como las que impulsa Claudio Fermín (ex alcalde capitalino por la social democrática AD) que piden distanciarse de lo que llaman como el golpismo de Guaidó y de Maduro y piden una oposición que se oponga a las sanciones e intervenciones extranjeras y que busque llegar al poder solamente por la vía de las urnas y no las armas. Recordemos que en las presidenciales de hace 12 meses participaron 3 candidatos opositores, dos de ellos criticando a Maduro desde la derecha y otro desde la izquierda. Igualmente habrá sectores que traten de cuestionar a Maduro reclamando una forma diferente de chavismo y otros que le criticarán por fomentar a la “boli-burguesía” y no profundizar la revolución hasta expropiar a la Polar y a todas las empresas capitalistas.
En la influyente web Aporrea hay sectores que piden que las elecciones legislativas se den al mismo tiempo que una nuevas presidenciales. También hay otros que acusan a Maduro de haberse apartado de Chávez y otros que le tildan de ser un dictador de derecha que viene entregando las riquezas del país a transnacionales rusas, chinas y de otras potencias.
Maduro ha logrado doblegar a Guaidó sin emplear métodos de guerra civil y haciendo que él se enrede con sus propias proclamas grandilocuentes de hacer grandes promesas de acciones populares o militares o intervenciones extranjeras grandiosas que nunca se daban.
Ahora le ha obligado a aceptar el diálogo que antes rechazaba por principio y le va a obligar a que vaya al ostracismo político o que participe en nuevas elecciones legislativas donde la Mesa de Unidad Democrática ya no podrá ganarlas por su división y descrédito.
Las negociaciones que habrán no van a ser en torno a la agenda de Guaidó (buscando que Maduro le entregue a él el poder) sino en torno a la de Maduro que es la de buscar un acuerdo de reactivación económica con los empresarios y fuerzas que están tras la oposición de derecha.
Un eventual acuerdo bien puede ser condenado por los sectores guerreristas de la derecha que quisieran que se diera paso a un ejército paralelo insurgente al estilo de la “contra” nicaragüense y también por los sectores más izquierdistas quienes vienen reclamando por mejorar los salarios y condiciones laborales, no pagar la deuda externa y nacionalizar más empresas.
No obstante, todo parece indicar que Maduro viene pasando a una contraofensiva inteligente y astuta hecha no de golpes sino con pasos medidos, y que él espera aprovecharse de estos hechos para consolidarse en el poder y conseguir un éxito en unas próximas elecciones legislativas que terminen poniendo punto final al intento de la asamblea nacional dominada por la derecha de estructurarse como poder paralelo y alternativo.
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