En muchas comunidades africanas se mantiene la tradición de mantener en un lugar preeminente a los mayores. También sucede lo mismo en las ya escasas familias tradicionales que subsisten en los que se autodenominan “países avanzados”. Al final, y a menudo que se va creciendo en la edad, se va valorando más el consejo del mayor, basado en la filosofía, la experiencia y la cultura recibida a lo largo de la vida.
Curiosamente –y sin apenas darnos cuenta- se sigue manteniendo una especie de gerontocracia en nuestra sociedad moderna. Tenemos en Málaga el mejor alcalde de la historia que es ¡¡más mayor que yo!! La Iglesia la rige un octogenario y la comunidad de Madrid una señora que, según los papeles, debería llevar años jubilada. Y ¡qué les voy a decir de Don Amancio Ortega! Un auténtico empresario y mejor persona. Un hombre que ha sabido crear un imperio desde una pequeña fábrica de batas (Goa) en Galicia. Y todavía se empeñan “tiillos” sin ninguna categoría en criticar su importantísima aportación económica para la adquisición de bienes de equipo para paliar el cáncer.
Ayer ha fallecido Eduard Punset, otro octogenario que ha estado transmitiendo su ciencia y su sonrisa hasta el último momento, como tantos otros jubilados (llenos de júbilo) que siguen dejando en herencia sus conocimientos a través de la transmisión oral y el uso de los medios de comunicación.
¡Cuantos misioneros –hombres y mujeres, seglares y consagrados- dejan su vida la ayuda a los demás en países lejanos! La mayoría son mayores o muy mayores. Para ellos no hay edad. Siguen transmitiendo su fe y sus vivencias de forma sencilla y eficaz. La mayoría se quedan en el camino, como la misionera española asesinada en la Republica Centroafricana días pasados. Se trata de Inés Nieves Sancho, de 77 años, que llevaba 26 años en aquél país.
Un ejemplo más de una persona mayor que sigue transmitiendo paz y amor hasta la muerte. Nosotros lo tenemos más fácil. Tendremos que esforzarnos en ser ejemplo con la palabra y la vida para una generación que se queda más con el continente que en el contenido. En el tener que en el ser. En el desprecio a las tradiciones y el pasado, sin pensar que de la experiencia de los mayores se sacan los valores del futuro.
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