La opinión del conserje sonó limpia, con la sencillez de quien rumia lo que piensa en la soledad de su chiscón: Lo del Congreso no pinta bien. Es importante, y puede que grave, no porque lo perciba y exprese quien está habituado a ver lo que pasa ante él y a controlar lo que llega de la calle. También lo es por la situación en que aparece, por lo que la produce; y, sobre todo, por las consecuencias.
Para ver qué es lo del Congreso, conviene advertir qué ocurre allí: Empieza una Legislatura nueva, la XIII, distinta a las anteriores. Con un gobierno posible, del PSOE, débil, en minoría y abocado a pactar y a sortear pretensiones que pueden comprometer la entidad del Estado y la estructura del sistema. Preocupan la capacidad e identidad de un Presidente del Gobierno con hechos y biografía que, parece, tienden a invertir el orden de prioridades de su partido, España-Partido-Grupo-Personas, usual en el PSOE histórico, por lo contrario, Personas-Grupo-Partido-España, que supeditaría el interés general (de España) a los particulares (Partido-Grupo-Persona). Mesa del Congreso con una izquierda en mayoría de experiencia corta; y con algún miembro que muestra desconocimiento sobre principios legales básicos e incomodidad ante el Estado de Derecho constitucional demócrata. Presidencia del Congreso poco ágil para ejercer la autoridad del cargo. Grupos en la Oposición fraccionados, inestables, en formación o en transición. Sustitución de dos tercios de los miembros del Congreso de los Diputados por otros sin experiencia. Variación (a peor) de la capacidad de los políticos llamados a representar al electorado. Y exhibición de falta de respeto y compromiso con el sistema de algún diputado, por poca preparación, inmadurez, lealtad que produce dudas, o por decisión de enfrentamiento.
Una vez visto, conviene reparar en dos aspectos que se condicionan mutuamente: La situación; y los motivos que la causan. Veremos, así, que estamos en un periodo de transición, desde algo conocido y asentado que ha servido durante décadas hacia un estatus nuevo, que produce incertidumbre. Por lo visto del resultado electoral, la sociedad ha abandonado la solidez que supuso un bipartidismo preparado y útil - con el que con altibajos y cesiones se hizo frente y contuvo al independentismo - para echarse en manos de políticos jóvenes, con menos capacidad y preparación que sus antecesores, en un bloque de partidos (PSOE,PP, C´s; Podemos, Vox y alguno más) en el que, además de ideologías y proyectos en transición o por definir, existe inmadurez, falta de preparación y una división social nueva - debida a la diferencia de edad del censo, de mayores y jóvenes - que parece obviar las dificultades y metas que preocupaban al bipartidismo pasado, sin encarar las nuevas dificultades y metas que aparecen.
Si tratamos de buscar los motivos que llevan a la sociedad, y a los partidos políticos que existen, a cambiar de rumbo, encontraremos al menos dos: Fin biológico de las generaciones que hicieron la transición, asentaron el sistema y consiguieron la sucesión en la Jefatura del Estado. Y necesidad de acomodar las organizaciones políticas a la evolución social.
Tras ver la situación y motivos, tocaría ocuparse de las consecuencias que pueden derivar y condicionarán el futuro. Para hacerlo, convendría separar la sensación que nace de la frase del conserje de condicionantes negativos. Pero la pretensión es difícil: Se parte de una situación conocida desfavorable, con inconvenientes que son origen y consecuencia de ella; y lo único que cabe hacer es tenerlo en cuenta, buscar alguna dosis de optimismo, prepararse para hacerle frente, y tratar de hacer el cesto del futuro usando las mimbres que conocemos y combando las que puedan aparecer.
¿Gobierno dirigido por Pedro Sánchez?, ¿mesa del Congreso que mueve a desconfianza?, ¿estabilidad asentada en pactos y alianzas que logran una colectividad dependiente de grupos separatistas?, ¿desconocimiento o no respeto a la integridad e independencia de los poderes del Estado con posibles intentos de violentar la relación entre ellos?, ¿declaraciones desde la otra cámara de las Cortes, el Senado como complemento del Congreso, que presionan y pueden alterar la independencia de los Poderes Judicial (Tribunal Supremo) y Ejecutivo (Gobierno con facultad para dirigir la Fiscalía)?, ¿posible Golpe de Estado independentista?
Son interrogantes importantes, pero hay más, unos de respuesta fácil, y otros que merecen estudio y razonamiento lógicos. Uniéndolos, el conserje, tras rumiarlo en su chiscón, pronunció su veredicto: Lo del Congreso no pinta bien. No pinta bien. Pero somos una colectividad que ha soportado y vencido dificultades importantes en el pasado: Terrorismo de ETA, Golpe de Estado de Tejero, Mala gestión del Gobierno Rodríguez Zapatero, Intentos de secesión e independentismo...
Por eso, no hay por qué. Hay que hacer que, a pesar de lo del Congreso, el futuro pinte bien.
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