He conocido a lo largo de mi vida un montón de alcaldes; cada uno tenía sus características propias, sus defectos y sus virtudes. Debido a mi implicación social he tenido contacto con muchos de ellos.
Yo los califico de la siguiente manera: de ideas, de partido, de etapa electoral o de implicación total. La implicación trae consigo el conocimiento profundo de la realidad de su municipio y una jerarquía de valores que se decanta por el bien del pueblo, obviando el de su partido o el suyo propio. Cuando digo alcalde digo también los concejales de distrito de las grandes ciudades que son como unos “vicealcaldes”.
Si analizamos la situación actual podemos convenir que los ediles que tenemos en España se pueden incluir entre alguno de los grupos anteriores. La historia recuerda a los mejores: Tierno Galván, Pedro Luís Alonso (que fue alcalde de Málaga en dos etapas), García Grana, Pedro Aparicio, Abel Caballero en Vigo o Pascual Maragall en la Barcelona del 92. Y también a los peores, a los que no quiero señalar.
Jamás he militado en ningún partido, aunque si he colaborado en su día con la UCD. Entonces conocí a un político que jamás me ha defraudado. Se trata de Francisco de la Torre. Descubrí a un hombre que se conocía la provincia de Málaga como la palma de la mano. A un político que escuchaba y no echaba lo que le decían en saco roto, sino que lo introducía en su disco duro y siempre daba respuesta.
Mi buena noticia de hoy me la proporciona Paco de la Torre, de nuevo alcalde de Málaga. La mayoría de los malagueños piensa como yo. No votan a un partido; votan a Paco de la Torre. Y él responde siempre. Tengo un montón de anécdotas de mi relación con él a lo largo de los últimos diez años. Le he hecho entrevistas para la radio y la televisión, pero sobre todo, siempre me he visto apoyado en mis inquietudes como presidente de una ONG. Ha estado presente y activamente colaborador en los momentos claves de la misma o bien ha delegado en personas de su confianza que siguen sus huellas con el mismo estilo.
Por eso hoy, una vez pasadas las elecciones y sin temor a que parezca publicidad política, que por otra parte no necesita, me atrevo a considerar a la persona de Francisco de la Torre Prados como mi buena noticia de hoy. Un gran alcalde.
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