Ver a Rafa Nadal competir en la final de un prestigioso torneo como es el Rolland Garros y disfrutar con la inteligencia, el dominio de sí mismo y la fuerza física que le adornan, es uno de los espectáculos más estimulantes, divertido y admirable que se pueden disfrutar no solo en el mundo del deporte sino en cualquier competición donde brillan las insuperables cualidades y virtudes de un ser humano que, como él, las practica asiduamente: el espíritu de lucha, la disciplina, la obediencia, el esfuerzo, la humildad y la estudiada estrategia para conseguir la victoria final.
No hay en la creación un ser viviente más perfecto que el ser humano. Para los que somos creyentes, Dios se “recreó” en la vida y moldeó al hombre y a la mujer dotándoles de inteligencia, voluntad y de un cuerpo con todos los resortes físicos y biológicos que le eran necesarios para su desarrollo vital; acompasar el motor cerebral con las articulaciones y el fluido sanguíneo que alimenta un organismo vivo como el nuestro, depende exclusivamente del equilibrio mental y físico que desarrollemos a lo largo de nuestra existencia: Orandum est ut sit mens sāna in corpore sāno ( Orar para tener una mente sana en un cuerpo sano) una máxima que procede de las Sátiras del cómico Juvenal del sigloII)
Si Rafa Nadal reza o se encomienda como los toreros antes de salir a la plaza corresponde a su ámbito exclusivamente privado, pero que está imbuido de un espíritu y fortaleza superior al resto de muchos mortales es un hecho tan evidente y comprobado que le hace entrar en la historia como lo hicieron los míticos Hércules, Aquiles o Teseo, héroes de la mitología griega, que se mostraban imbatibles ante el enemigo. El mérito de Rafa Nadal no es solo la heroicidad de ser pluricampeón y figurar en el ranking de uno de los mejores tenistas del mundo de todos lo tiempos, sino que su mérito es, además, saber despertar entre los españoles un sentimiento de orgullo patrio y ser al mismo tiempo la manifestación más clara de que el sacrificio personal, la constancia y el espíritu de ganador son valores que se consolidan desde la infancia: “yo no pensaba cuando tenía 13 o 14 años en ganar el Rolland Garros sino en prepararme, competir y ganar el trofeo que para entonces tenía que conseguir…”, sabia respuesta a una pregunta del también excampeón y entrevistador Alex Corretja, recién conquistado su prestigioso y doceavo trofeo en Francia.
Gracias Rafa.
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