Me encuentro con una clienta que intenta ligar con un camarero con pocas luces. Mi primer instinto es quejarme, pero después escucho su conversación –entre andaluces- sobre lo que les ha costado integrarse en la ciudad, y empiezo a prestar atención. Cuando la muchacha se fue, me dieron ganas de pedirle el teléfono para ese pobre camarero que no se atrevió a pedírselo a ella. Pero no lo hice tampoco yo, bastante tengo ya con lo mío.
Esta ciudad está llena de cadáveres de paso que caminan con un teléfono móvil en la mano.
Quería escribir sobre ‘La Manada’, pero una vez están sentenciados y encarcelados, ¿para qué? Quedo a la espera, a ver si alguna casa de apuestas se anima, y que alguno de ellos sea la próxima noticia trágica entre barrotes. Hasta entonces, el infierno puede esperar.
He leído la columna ‘Los hombres que llamaban putas a las mujeres’ de Julia Navarro, en este mismo diario. Tiene razón cuando dice que no son machistas… simplemente son personas inseguras, hombres que están acostumbrados a decir cosas con una mujer al lado que sostiene una carpeta que reza ‘Por España’, sin saber ambas partes por qué ella es mucho mejor.
¿Qué decir de Francisco Serrano, y su baja de 30 días ya… que la tiene planificada, empalmando con las vacaciones? Pues nada, si él se ha retratado por sí solo. Me gustaría decir lo que pienso, pero a diferencia de él, yo sí tengo filtro.
Soy un quejica, lo he sido siempre y no pienso cambiar. Si algo no me gusta, me quejo; si algo me gusta, me quejaré para que lo mejoren. Sé que soy difícil de comprender, pero hasta que alguien no te corte el pelo mientras presta más atención al teléfono móvil, no me entenderás.
Esta ciudad está llena de cadáveres, y casi todos hablan otro idioma. Hay personas alrededor que los observan con el símbolo del dólar en una especie de nube sobre sus cabezas. A mí me gusta mirar la inocencia que les queda antes de volver al aeropuerto. No sucederá con la mandataria de Corea del Sur, fallecida después de un robo con violencia en esta ciudad… llena de cadáveres, como decía.
Me estoy replanteando mi futuro. Quizás me haga veterinario y me dedique a la cría clandestina de loros caseros, a saber. Tal vez encuentre mi lugar en el mundo cuando deje de repetirse, o de repetirlo con diferentes personas y situaciones. ¿Quién sabe cómo y por qué suceden las cosas cada diez años?
Un día despertaré y en los medios de comunicación solo dirán cosas positivas, la gente volverá a mirarse a la cara cuando tropiecen inoportunamente, pero afortunada para conocerse. Ya no habrá cadáveres que sigan latiendo por las aceras, ni mujeres maquillando una realidad paralela ni hombres adultos que aprendan a hablar. Llegará un día en el que nos creamos todo esto.
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