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El cuento del salvamento

El Gobierno español, una vez más, se ha destapado y ha quedado ante la UE como ineficaz, incompetente y desnortado. Y van…
Jesús  Salamanca
viernes, 23 de agosto de 2019, 09:47 h (CET)

Estos últimos días están siendo una verdadera vergüenza para la política española, sobre todo en lo que se refiere al incautado barco “negrero” del Open Arms. Demasiadas sospechas sobre él como para no pensar que algo huele mal detrás de todo eso. No es de recibo que se vista como humanitaria una actuación presuntamente rodeada de ilegalidades, delitos, confrontación y desprecio a la ley. En esto último ha insistido la ministra de Defensa, Margarita Robles. Eso sí, mandar una embarcación del ejército español ha sido un tremendo despropósito y un claro desprecio a la ciudadanía. El ejército merece más respeto que el que muestra este Gobierno en funciones. Veremos cómo lo defienden en el Parlamento, una vez presentada la moción pidiendo explicaciones ante tanto despropósito.

El capitán de la reseñada embarcación ha hecho un ridículo espantoso intentando explicar su labor, cuando es sabido que tiene abandonadas sus empresas y que sus trabajadores están programando una huelga de escándalo con muy graves acusaciones. Me gustaría saber qué hace Hacienda al respecto porque, si fuera un pobre trabajador, seguramente estarían acorralándolo. ¿A qué se dedica y qué pretende? Ha conseguido enfrentarse al Gobierno español y al italiano, incluso ha enfrentado a estos entre sí.


El Gobierno español se ha destapado y ha quedado ante la UE como ineficaz, incompetente y desnortado. Tanto la ministra de Defensa como el ministro de Justicia han resbalado con sus declaraciones. Tal ineficacia se ha extendido al tema de los incendios en Canarias; no es de extrañar que algunos bomberos se hayan negado a saludar al presidente — Pedro ‘Plagio’ Sánchez– al sentirse desprotegidos, abandonados y despreciados, mientras el jefe del Ejecutivo permanecía tumbado plácidamente en la playa y sin preocupación; hasta los memes lo explicaban claramente con la expresión: “Los incendios canarios no merecen que rompa mi descanso. Para eso soy el presidente”.

Del Gobierno italiano no vamos a decir nada más de lo que ya ha dicho la prensa y otros medios. Al parecer, Matteo Salvini tiene el apoyo de la Europa responsable. Ésta ha reconocido que Italia está dividida al respecto pero destaca el mayoritario apoyo a Matteo. Es tal el grado de delincuencia existente en Italia que la población se ha puesto del lado del ministro desde el primer momento. Tal es así que ha subido su popularidad y, una vez disuelto el Gobierno de Giuseppe Conte, apunta a que obtendrá una mayoría suficiente el sector salviniano tras las elecciones. Ejemplo de Italia deben tomar otros países europeos; bien claro lo han mostrado algunos expertos en estas lides, en el sentido de que la religión musulmana y la forma de convivencia de ese credo no tiene cabida en Europa occidental.

Mucho ha sorprendido que los viajeros — tras pagar fuertes sumas a las mafias africanas– llegaran a Lampedusa con numerosos abalorios, además de con móviles de última generación. Un reciente informe policial demostraba que este tipo de viajes son la aspiración de muchas familias africanas: envían a un hijo (a veces un “mena”) para posteriormente facilitar la llegada de toda la familia. Las mafias los ponen en el Mediterráneo, contactan con las mal llamadas ONG y éstas los recogen como si fueran náufragos, para después llevarlos a puertos europeos seguros.

Sí, solo puertos europeos porque, de lo contrario, las mafias no pagan las fuertes sumas a los presuntos barcos “negreros” como el Open Arms. Por cierto, esta embarcación no está legitimada para recoger ni transportar personas, solo víveres y mercancía diversa, según ha manifestado la ministra en funciones. En muchos casos no huyen de sus países por problemas de guerras ni persecuciones ni nada por el estilo. También es verdad que, quienes no pagan a las mafias, se echan al mar con botes ‘de tres al cuarto’ y, claro, pasa lo que pasa, acaban mal.

Visto lo visto, y leídos decenas de informes al respecto, el Open ha pretendido engañar a todo el mundo. Abusar de los transportados. Mofarse del Gobierno italiano, dividir al ‘fundido’ Gobierno español en funciones y poner en alerta a las poblaciones españolas e italianas. La fiscalía italiana deberá clarificar tanto despropósito y el capitán del Open dar la cara ante la Justicia española.

En fin, confiemos en que la Justicia y los gobiernos –salvo que sigan de vacaciones– pongan en su sitio al presunto barco “negrero” y a su capitán. El daño ya está hecho. Ahora viene la repatriación y eso dividirá más aún a los políticos, donde no faltará la confrontación entre formaciones populistas y constitucionalistas. Respecto a los “Menas” de la embarcación y quienes ganaron la costa a nado, lo primero que hicieron fue buscar lugares con Wi-fi gratis. Se supone que notificar a sus familias que el primer paso estaba dado. Pero el tema no acabará aquí. No tardando veremos cómo el gobierno en funciones vuelve a tomar por tonta a la población y le cuenta el cuento de nunca acabar. Al tiempo.

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Hay quien se pregunta, cómo es posible que, a veces, el personaje central de la política de un país goce de escasa aceptación popular, según suelen decir los medios que no le son afines, y luego se le vote por un considerable número de ciudadanos, e incluso, sin contar con mayoría absoluta. Cuando concurren estas circunstancias, algunos consideran que se trata de todo un enigma político.

Huyendo del frío, y sin entrar, como canta Sabina, en las rebajas de enero, ronda uno las calles entre cientos de rostros que asimismo vagan por la ciudad, hombres o mujeres, seres singulares, pues en la calle no existen los colectivos, solo las personas concretas.

No me puedo olvidar de aquel simpático personaje interpretado por Anthony Quinn en el cine, me refiero a Zorba, el inquieto griego tan expresivo. Para él suponía una enorme dificultad el comunicarse con palabras, la elocuencia no estaba entre sus dotes. Su fuerte radicaba en la danza, se ponía a enlazar movimientos con cualquier motivo.

 
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