En la ciudad de Tamale, en Ghana, el triciclo ha cambiado la vida de muchas personas. En los últimos años, el misionero británico Trevor Robinson, con ayuda de múltiples voluntarios y donantes, ha fabricado más de 1.200 triciclos para las personas con discapacidad que viven en Tamale, la tercera ciudad más grande del país africano.
Esta ciudad ghanesa cuenta con más de 300.000 habitantes, y por sus calles se arrastran niños y adultos con discapacidad, usando manos y brazos para desplazarse por el suelo. En Ghana, más del 15 % de la población sufre de alguna minusvalía -como punto de referencia, en España la discapacidad afecta al 6% de la gente-. En tan deplorables condiciones, estas personas apenas se alejaban de sus hogares, hasta que llegó Trevor Robinson, el misionero de los Padres Blancos.
Al ver que estas personas habían sido olvidadas por el mundo, el hermano Robinson decidió dedicar tiempo y energía para mejorar las condiciones de vida de sus prójimos; así que diseñó un peculiar vehículo de tres ruedas.
¿Por qué eligió este tipo de transporte?
Los triciclos garantizan el 100 % de estabilidad, esta característica brinda firmeza y seguridad, una gran ventaja para quien no cuente con gran destreza motriz. Claro está, al tratarse de un producto dirigido para personas con minusvalía física, realizó ciertas modificaciones en este popular juguete. Los triciclos que diseñó Robinson permitian a las personas sentarse con gran comodidad y además, operar los pedales manualmente.
No transcurrió mucho tiempo hasta que el proyecto se convirtió en un primer prototipo. Gracias al apoyo de ciertos voluntarios y donantes, comenzó a recolectar "material útil", como partes de viejas bicicletas y otros objetos que la gente desechaba e, incluso, compraba otras piezas en Accra, la capital de Ghana.
En una entrevista con la agencia Fides (órgano de información de las Obras Misionales Pontificias) el padre explicó "cuando empecé, pensé en convertir este triciclo en una oportunidad para los niños de la calle".
Al principio, el misionero producía unos diez triciclos por semana, con la ayuda de algunas personas voluntarias. El precio total de fabricar estos triciclos ascendía a los 250 euros, monto demasiado alto para una persona con esta discapacidad en Ghana.
Desde que empezaron, han fabricado más de 1.200 triciclos. En 1992 se creó oficialmente el "proyecto silla de ruedas", y ahora, además, crean extremidades artificiales y aparatos ortopédicos.
En una carta a sus hermanos de congregación, el hermano Trevor comentó que "se les han dado a hombres, mujeres y niños que son demasiado pobres para comprarlos. Algunas personas nos ofrecen un poco de dinero si lo tienen, pero en su mayor parte, quienes las reciben son demasiado pobres para pagar".
En concreto, señaló que, en las áreas rurales, "casi la mitad de las personas son extremadamente pobres y, para aquellos que tienen discapacidades, sobrevivir cada día es un desafío".
Por ello, el misionero continúa fabricando estos triciclos para permitir que las personas tengan dignidad y puedan moverse de forma independiente y hacer lo que sea necesario para enfrentarse a los desafíos de cada día. "Es un salvavidas para muchos que son tan desesperadamente pobres", recalcó.
Cabe resaltar que las discapacidades y las minusvalías atormentan a diversas naciones del África. Hace unos años, un estudio reveló que el 90% de los niños africanos que sufren de alguna discapacidad no van a la escuela. Asimismo, el fanatismo religioso ha llevado a muchos pueblos africanos a considerar las discapacidades como producto de actos de brujería o que están relacionados con la mala suerte.
Frente a este tipo de estadísticas y supersticiones, el trabajo de hombres y mujeres como el hermano Trevor Robinson cobra mucha más trascendencia ya que no sólo se trata de poder brindar facilidad de movimiento, sino dignidad y acceso a los derechos básicos que todo humano debería tener.
|