Mi renault 11 iba viejo, mi amigo, mi compañero,
lo durmieron en invierno, noviembre de 2008, tuvo que venir otro coche,
mucho me lo pensé, porque yo a Reynold le amé,
me lo compró mi papá y en el corazoncito mío, siempre estará…
Ha venido con historia y esa historia se llevará,
pero sólo conmigo morirá. Tengo fotos de todas sus tuercas,
su motor, sus cuatro puertas, por delante y por detrás,
siempre estará en mi cabeza.
Dacia es de calidad, de mi bolsillo también,
son buena compañía,
me lleva a todas partes, de noche y de día,
y tiene el color del mar,
que no de otro lugar,
esa es una realidad. Heredó de mi renault 11
los cojines de gatito, las alfombritas de plástico
y también mi cariñito, pues será mi cochecito,
pero algo es verdad como mi primer
amigo no será.
Tiene calefacción, aire acondicionado,
y las ventanas abren con un botón, es tan bonito
que cuando voy por las calles,
las personas que van por las aceras se voltean para verlo,
y Dacia presume de tuercas, de maleta y cuatro puertas.
Llegó a mí, en un frío invierno,
pero es como meterse en una piscina calida
por su color azul mar, pero jamás olvidaré
lo que hubo que dejar atrás,
un coche con mucha historia para mí,
historia que no puedo contar.
Historia que me pertenece, como mis libros.
Para mi Dacia, que ya no está conmigo. Pasó el tiempo.
Para los michies Chosquiño y Tomasa. Que Dios se acuerde de ellos
|