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El jarrón chino y el síndrome de hibris | |||
| La última semana política deja en un segundo plano los asuntos económicos | |||
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Sólo en un panorama tan desolador como el que presenta la vida pública española puede entenderse la reaparición de una figura tan políticamente amortizada como la de José María Aznar. No es que se hubiera marchado del todo, no. Asomaba la patita de rebeco leonés de vez en cuando y con ella daba pataditas en la espinilla cuando se presentaba la ocasión. No obstante, siempre dentro de un juego en el que la noble táctica de tirar la piedra y esconder la mano no estuviera reñida con aparecer inesperadamente entre la peñas, cual diabólico macho cabrío, dispuesto a poblar los sueños de su pupilo, Mariano Rajoy. El inveterado retoño político del desaparecido “león de Villalba” ha vuelto por sus fueros, dispuesto a lanzar un órdago a la grande para amilanar al personal. Nunca se fue del todo, eso es cierto. Agazapado tras los cortinajes de la fundación FAES, ha sabido aprovechar los momentos de “descuido gubernamental” (muchos durante la época de Zapatero, demasiados ya con el PP) para ejercer de acusica. Un acusica, como todos los del gremio, muy pagado de sí mismo y seguro de que “la señorita” (en este caso representada por las bases de su partido) va a protegerle de las collejas de otros compañeros de clase. Y este singular “alguacil alguacilado” se está convirtiendo, ¡oh! paradoja, en el principal líder de la oposición: ¿Han observado que casi no se oye hablar de Rubalcaba desde que el martes de la pasada semana el “héroe de las Azores” concediera su famosa entrevista a Antena 3 televisión?. Dicen los que entienden que ese repentino cambio en la intensidad de sus últimas intervenciones se debe a un prurito de autodefensa, al no sentirse protegido por sus viejos correligionarios frente a las insinuaciones que lo sitúan, muy a su pesar, entre “tramas correosas” y las peligrosas “Hoces de Bárcenas” (camino de Santander) Es posible… Pero analizando sus palabras y la panoplia de gestos (eso que llaman “lenguaje corporal”) que las acompañan, diríase aquejado por la desmesura mesiánica de algunos políticos, la Hibris griega, padecimiento del alma que conducía a las tinieblas de la locura y la autodestrucción a quienes la padecían. En el caso de Aznar parece más bien el deseo del duende por salir del tiesto –jarrón chino, lo ha llamado alguno- en el que él mismo se introdujo al nombrar a Mariano como sucesor hace casi una década. Su discurso recuerda al “no se os puede dejar solos”, con que un Franco patriarcal reconvenía a los díscolos españolitos (Un escalofrío recorre la espalda). La última semana ha sido muy interesante en lo político. Los avances dialécticos de “antiguas glorias”, como Alfonso Guerra, Felipe González, Bono, Garzón y el propio Aznar, recuerdan a los sincopados movimientos de los camaleones. Ahora están con una pata levantada y se observan entre ellos. |
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