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La medalla del amor de Mariano Rajoy

Mejor el año próximo que éste
Rafa Esteve-Casanova
martes, 11 de junio de 2013, 07:50 h (CET)
El pasado fin de semana la muchacha de la gaviota se tomó un receso para ir deglutiendo junto al mar las malas noticias que día a día les acechan. Se marcharon, todos juntos en unión defendiendo la bandera de la Santa Tradición, a escuchar los cantos de sirena de sus próceres a la sombra del castillo del Papa Luna en Peníscola, donde seguramente también tendrían tiempo para regalarse con una buena paella y unos deliciosos langostinos de Vinaros después de escuchar cómo su amado líder les llenaba de esperanza endilgándoles la frase del día “este año será mejor que el pasado pero peor que el próximo”. Después de tan buenos augurios en boca del Presidente del plasma los 1.600 asistentes al concilio pepero babeaban viendo en la lejanía del horizonte un futuro mucho mejor del que les espera en las próximas elecciones del 2.015. Rajoy, después de dos años sin aparecer por el País Valencià, vino a insuflar ánimos a sus decaídas huestes.

El presidente del Gobierno del Reino de España acudió a Valencia a amansar las turbulentas aguas que durante los últimos tiempos corren por los cauces de las filas del Partido Popular valenciano. Los escándalos de la corrupción y los recortes del Gobierno central han dejado maltrecho al Partido Popular y eso comienza a notarse en las encuestas donde se empieza a mostrar el descontento de la ciudadanía ante el alto número de imputados de este partido que siguen calentando con sus culos de señoría, intocable hasta el momento, los escaños de las Corts valencianas.

Esta vez Mariano no pudo esconderse tras el plasma televisivo como hace ante los periodistas temeroso de que se le pregunte por tanto incumplimiento de programa y tanto y tanto imputado supuestamente corrupto entre los dirigentes de su partido. Sobres que van y vienen de la mano de un innombrable Bárcenas, recogedores de estos sobres que olvidan declararlos al fisco como García Escudero, despidos que no son tales despidos, viajes a Eurodisney de la actual ministra de Sanidad, Ana Mato, pagados por la trama corrupta de los gürtelianos, banqueros compañeros de pupitre de Aznar que entran y salen de prisión como Pedro por su casa, y a todo eso Rajoy tan sólo da la callada por respuesta escondiéndose vilmente tras una pantalla de plasma.

Si el PP español tiene un Bárcenas, el PP valenciano tiene un Blasco que no le va a la zaga. Uno se llevó el dinero a Suiza, el otro está acusado de haber hecho mangas y capirotes con el dinero que los valencianos daban para cooperar con Haití y Nicaragua para que en lugar de llegar a su destino acabara engordando su cuenta corriente. Ambos, “las dos B”, tienen un amplio historial político, llevan años, demasiados, dedicándose a la política para medrar en ella y hacerse con una suculenta cuenta corriente. Y a ambos se les teme, tanto en Madrid como en Valencia, deben ser conocedores de muchos secretos para que a uno en Madrid se le haya aguantado durante tanto tiempo e incluso se haya intentado suavizar su situación judicial mediante la triquiñuela de presentarse el PP como acusación particular.

Al otro en Valencia su propio partido le pide 11 años de cárcel pero no se atreve el president Fabra a expulsarle del PP. Blasco es gato viejo, conoce muchos, podemos decir que todos, los secretos de los dirigentes del PP valenciano y podría romper el partido por la mitad. Ya lo hizo con el PSOE, cuando fue expulsado, creando otro partido y desbancándoles de Alzira y lo puede hacer ahora resucitando con otro nombre el derechismo populachero de la desaparecida Unión Valenciana. El PP tiene motivos para estar preocupado como preocupado andaba en Peníscola Mariano Rajoy esquivando a los imputados que por allí andaban y que al final, algunos, consiguieron salir en la foto junto a Mr. Plasma. No andaban por allí ni Francisco Camps ni Rafael Blasco con lo cual más de uno se dio un pequeño respiro.

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