El mayor enemigo de Mariano Rajoy es el propio Rajoy. Dicen que la cara es el espejo del alma y la verdad es que la cara que puso el pasado 24 de junio al compartir en Madrid mesa y desayuno con la presidenta del PP vasco, Arantza Quiroga, no dejó lugar a la duda. Creo que prácticamente todo el país ha visto esas imágenes ( http://youtu.be/p4ANhtd63Oo ) en las que el presidente del Gobierno daba la impresión de estar delatándose a sí mismo. Su rostro se convirtió en un auténtico poema cuando la guipuzcoana dijo sentirse “asqueada” por todo lo que se viene publicando sobre el asunto Bárcenas, que tildó de “vomitivo”, para añadir que “mientras algunos íbamos con las piernas temblando a los plenos, otros estaban en política para otras cosas, para enriquecerse”.
El presidente plasmado, con cara de circunstancias, no tenía claro hacia dónde mirar. Daba la sensación de sentirse aludido por las palabras de Quiroga. Después de los SMSs publicados ayer por Pedro Jota en El Mundo, lo que antes era sensación, hoy se torna en certeza.
Los vocablos utilizados por Quiroga, que tenían vocación de rejón de castigo, estaban muy bien traídos, porque mientras en los años del oprobio en Euskadi los concejales y cargos públicos del PP se jugaban la vida, muchos de sus jefes nacionales parece que podían vestirse en las más selectas boutiques, gracias a los sobresueldos y prebendas proporcionados por los jefes de los comandos G y B: comando Gürtel y comando Bárcenas. Con todo lo que hemos visto, resulta hasta un insulto a la memoria de Miguel Ángel Blanco que salga González Pons a decir que “el PP no es Bárcenas, el PP es Miguel Ángel Blanco’.
Cuando vi el video de aquel desayuno del 24 de junio en Madrid me pregunté si Rajoy se sintió señalado o acusado por la presidenta del PP del País Vasco. Hoy no tengo la más mínima duda. Lo que ha ocurrido es tan obvio como que Bárcenas ha llegado a la conclusión de que cuando no queda más remedio que morir, lo sensato es hacerlo matando.
De lo publicado hasta ahora y de la incapacidad de respuesta de Mariano Rajoy se colige que durante lustros las comisiones y los sobresueldos estuvieron a la orden del día. Y claro, que no deje rastro tanto ir y venir y tanto llevar y traer, resulta complicado. Máxime si quien ejercía como tesorero, al más puro estilo Mónica Lewinsky, se guardaba absolutamente todo, por lo que pudiera pasar. Hasta los SMSs. Una de las pocas dudas que ya me queda es saber si un día de estos aparecerá en El Mundo un ‘recibí’ debidamente firmado.
Por cierto, uno se pregunta en manos de quién está este país, porque hay que ser muy bruto y muy torpe para haberse comunicado con Bárcenas hasta marzo de 2013 por SMS. ¿De verdad que el presidente creía en la inmolación del recaudador? ¿Lo seguía viendo tan generoso, como para aceptar comerse el marrón en solitario, sin sacar esos mensajes a la luz?
Algo muy gordo está a punto de suceder. La continuidad de Rajoy ya es imposible y su caída cuestión de tiempo. Si Camps se marchó por lo de los trajes, ¿cómo va a seguir el presidente del Gobierno con toda la porquería que se está conociendo? Una porquería, que como advirtió el sábado en La Sexta el mosquetero más fiel de Pedro Jota, Eduardo Inda, no es más que un anticipo de lo mucho que queda por salir.
Y entre tanto, anticorrupción pide que la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, vaya a declarar, lo que supone un problema añadido. Sólo pueden mentir los imputados o acusados. Así que como finalmente tenga que declarar y el juez le pida que explique aquello del cese en diferido y simulado…
Por cierto, no consigo olvidarme de que la semana pasada volvimos a ver los papeles de Bárcenas, esta vez los originales, en los que aparecían varios apuntes de pagos a un tal M. Rajoy. ¿M de Manuel, de Melitón, de Marcelo, de Mariano…? ¿Se lo aclarará hoy el extesorero del PP al juez Ruz durante su declaración?
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