En casa somos admiradores de Donna León, novelista americana vecina de Venezia que con las aventuras del comisario Brunetti nos hace vivir en las húmedas calles de la ciudad italiana entre góndolas, vaporettos y viejos palacios con las fachadas descascarilladas por el paso del tiempo y la caricia de las aguas del Adriático.
Paseando por las calles venecianas siempre se encuentra algún estrecho callejón al que no llegan los turistas y en él o en sus alrededores siempre es fácil encontrar un lugar para descansar tomando un refrescante sptriz que no es más que agua con gas, vino espumante y unas gotas de aperol. Este lugar puede ser una vieja taberna al uso, un bacaro, que es el nombre que reciben las tabernas en la ciudad de los canales.
En Barcelona también es posible encontrar un Bacaro, en este caso un restaurante puramente italiano instalado en una estrecha y vieja calle cercana al mercado de la Boqueria. Además de poder disfrutar de unos bien elaborados platos de esa cocina italiana que va más allá de la tradicional pasta y también en Bacaro es posible descansar en una de sus mesas o en la barra tomando un sptriz. Nos acercamos hasta Bacaro para hablar con Alfredo, uno de sus socios.
Al entrar nos encontramos con una sala con cinco mesas y una barra al fondo, a la derecha una vieja escalera lleva a la parte alta del local donde sillas y mesas añejas pero restauradas esperan a los comensales. El ambiente del local es amigable, los clientes se ven contentos y el servicio es atento. Nos sentamos con Alfredo en una mesa redonda en la que él estaba preparando la carta del día, que varia diariamente y por tanto está escrita a mano.
-Lo primero que le preguntamos a Alfredo es cómo llegaron a encontrar este espacio.
Fue mi compañero Maurizio quien lo descubrió, lleva años en el mundo de la hostelería, fue uno de los socios del restaurante Xemei de Barcelona, un día apareció por La Boquería y lo encontró. Era un bar de moda y antes de que empezaran a hacer obras en el restaurante Jerusalén en esta zona había mucho ambiente.
-Alfredo ¿dónde naciste?
En Brescia, soy veneciano cien por cien. Hace siete años que vivo en Barcelona, tengo 37 años y desde siempre en mi país he estado ligado al mundo de la restauración. Empecé desde abajo a los 16 años.
-¿Cómo se os ocurrió iniciar este negocio de restauración?
Hace dos años decidimos aportar y reunir todos nuestros conocimientos en el mundo de la gastronomía, siempre bajo la guía de Mauri, y abrimos este restaurante donde recibimos a nuestros amigos y clientes tratándoles como tal y ofreciendo una carta con propuestas venecianas. La pasta la hacemos aquí, nuestro chef, Marco, también es italiano y hace la pasta fresca, pero en la carta no sólo tenemos pasta, que es lo que todo el mundo piensa que hay en un local italiano, no, la cocina italiana está llena de otros platos muy sabrosos, nosotros, por ejemplo, y por ser venecianos, ofrecemos un plato típico del Véneto: sardinas al saor.
-Cuando nos sentamos a la mesa Alfredo estaba escribiendo la carta del día, un folio por una sola cara le era suficiente, por lo que comentamos con él que nos parece una carta corta.
Nuestra fórmula para ofrecer nuestros productos de cada día es muy libre, en cada una damos lo que tenemos fresco del día. Procuramos, con nuestras sugerencias que la gente tenga interés en probar los diversos platos que se elaboran en nuestra cocina. Explicamos en qué consiste cada plato, pero sin cansar a los que nos visitan. Por ejemplo, al mediodía, y cuando hay en el mercado, ofrecemos gnoquis con trufa blanca.
-El ambiente entre los empleados y los socios de Bacaro es relajado y divertido. Da la impresión de que todos los que trabajáis aquí sois amigos más que colegas de trabajo
Así es, trabajamos mucho y de manera seria para ofrecer una cocina elaborada de verdad, con el paso del tiempo nos hemos ido encontrando italianos que estamos en esta ciudad y que trabajábamos en el mundo de la restauración. El chef Marco, por citaros un ejemplo, nació en Ancona y trabaja en el mundo de la repostería desde los 15 años, cuando llegó a Barcelona estuvo 5 años con May Hoffmann, después hizo cinco años más en pastelería y ha estado en varios stage en restaurantes con dos estrellas Michelín. Nos conocimos y el trato es muy amigable porque nos llevamos muy bien, y hemos establecido en este pequeño espacio nuestra Venezia particular a través de lo que hacemos en la cocina. Y si, es cierto, todos los que estamos en Bacaro nos llevamos muy bien y tenemos nexos de unión en el mundo de la gastronomía.
-Por lo que vemos en el trato que tenéis con los clientes que están ahora en Bacaro este ambiente tan especial, de tantos lazos y buenas formas, llega también al que viene aquí a comer.
Si, nosotros somos muy transparentes, muy directos, nos mostramos como somos, recibimos muchos amigos que son clientes, y clientes que al final son amigos y aquí, en este lugar tan pequeño, creamos un buen ambiente. A fin de cuentas las personas cuando salen a cenar a un restaurante quieren hacerlo en un clima agradable. Aquí procuramos ser amigos, pero nunca molestamos a nadie. Hay que tener muy claro que hay personas que llegan a un restaurante y quieren comer bien, y con una buena relación de calidad- precio y no buscan relacionarse con nadie, en ese sentido somos muy comedidos y procuramos dejar que cada cliente viva sus momentos como los desee vivir.
Mientras hablábamos con Alfredo pudimos comprobar la estupenda calidad de la cocina de Bacaro probando algunos de sus platos entre los que no podía faltar un plato típicamente veneciano como las sardinas in saor con pasas y cebolla lentamente confitada, un plato de pasta, un hígado encebollado a la veneciana con polenta, un redondo de cerdo asado con cebolla y espárragos, y para postre un excelente tiramisú y unos hojaldres rellenos de crema. Luego llegó la hora de los cafés y la grappa y al hablar con todos los amigos de Alfredo y su socio Pablo que estaban por allí, uno de ellos, asiduo del local y pintor, aprovechó la ocasión para pintarnos en un momento y sobre un papel a Alfredo y a nosotros sentados a la mesa. Al salir de allí todavía teníamos más ganas de llegar a casa para coger alguna de las novelas con las aventuras de Brunetti y seguir recordando las calles, plazas y canales de Venezia.
Playas doradas e interminables; gente cordial, con ese gracejo andaluz que permite la cercanía, la amabilidad y la tertulia espontánea; una sierra con una exuberante naturaleza y una acreditada ganadería y feraz huerta que enaltece una sabrosa gastronomía. Y no se puede olvidar su patrimonio cultural, que invita a descubrir la rica historia y tradiciones de Huelva.
Todas las provincias andaluzas se darán cita en el pabellón 5 de Ifema y los nexos de unión, entre el 3 y el 7, con una superficie total de 7.200 metros cuadrados. Participarán cerca de 240 empresas, casi medio centenar más que en 2024 y cuatro veces más que en 2023. El pabellón se presenta como un expositor sutil, que facilitará la interacción tecnológica con el visitante a través de pulseras inteligentes, pantallas inmersivas, una aplicación web de 'networking'.
La capital de España, elegida como el segundo destino turístico más atractivo del mundo, por su modelo de turismo de calidad, invita en su pabellón de FITUR a imaginar y vivir el Madrid de 2025. La concejal delegada de Turismo del Ayuntamiento de Madrid, Almudena Maíllo, ha hecho balance turístico de Madrid en 2024, el mejor año de la historia de la capital con un cierre estimado de 11,2 millones de visitantes y con un gasto internacional de 16.141 millones de euros, un 21 % más que en 2023.