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Opinión
Etiquetas | El Legado de Olimpia

¡Deja en paz mi PC Fútbol!

Alguien tiene virus...
Roberto Carrera Hernández
jueves, 8 de agosto de 2013, 10:02 h (CET)
Ayer miércoles hubo nuevo encuentro entre Daniel Levy y Florentino Pérez, la pareja de moda del verano, en el enésimo capítulo de este culebrón elitista. De momento sin consecuencias. A pesar de las cifras que se manejan, los billetes parecen haber pasado a un segundo plano.

Florentino siempre me ha parecido un jugador malo de PC Fútbol (aquel célebre simulador de los noventa) convirtiendo el mercado en su ordenador particular. En el videojuego se manejaban todo tipo de estadísticas para cada jugador, pero siempre bajo una verdad impepinable: el más caro era el mejor. Así llegó el presidente de ACS al Madrid, con su flema de empresario y su lógica capitalista, que ha recuperado este verano su viejo esplendor a pesar del nubarrón económico sobre el que nos encontramos.

La ventaja del PC Fútbol es que el universo era tuyo. Cada ordenador tenía su copia individual, y los presidentes virtuales no oponían demasiada resistencia. Si tenías pasta, la estrella de turno llegaba a tu equipo. Pero con Levy a Flo le ha salido un gemelo diabólico. Así como a nosotros nos importaba un carajo el dinero del juego, al jefe del Tottenham la chequera de Florentino no le supone atractivo alguno. Aquí se trata de ser el más duro del patio.

Son dos dirigentes megalómanos acostumbrados a tener la última palabra, el último euro. Y el resultado es el berrinche ofensivo que domina la campaña estival. Ochenta, noventa, cien, ciento veinte… Todo vale aunque duela a la vista.

Aunque será inevitable un nuevo capítulo de la calculadora mágica de tito Flo, donde nos enseñarán que Bale produce dinero hasta en el retrete, lo cierto es que cada uno en su casa es libre de gastar lo que tenga en lo que le plazca. Pero este interminable pulso de millonetis, sobre todo ahora, hace que la máquina de emociones sea cada vez más virtual, más artificial, más lejana. Qué se acabe pronto y vuelva el fútbol. O que les regalen un videojuego.  Lo que sea. Pero ya.

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Inventamos a nuestros enemigos cuando procede, que suele ser casi siempre, tal vez porque ideamos asimismo todo lo referido a nuestras vidas. Ocurre ello a escala individual y subjetiva, pero también a escala colectiva, sea en el nivel familiar, grupal, tribal o político.

Dos rasgos peculiares han favorecido la gestión del comentario de hoy y su contenido. La relectura de un libro que mantengo entre mis preferidos y el acercamiento a la situación real de la presencia humana en el mundo. El libro es “El quinto día”, de Frank Schätzing; nos viene de perlas, para enlazar con una serie de consideraciones relacionadas con las andanzas de los seres vivos en mares y tierras, unas de lo más patentes y otras poco o nada conocidas.

Recuerdo aquellas noches, después de las sencillas cenas de un colegio religioso, cuando salíamos a los patios del Colegio, en realidad las partes traseras del edificio. No olvidaré los paseos en grupo, rodeando a alguno de nuestros profesores. Se hicieron famosos los que presidía un sencillo sacerdote venido de Japón.

 
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