Días que comienzan grises y lluviosos como los que nos
vienen esta semana parece que nos hacen ver que las palabras fin y verano cada
vez resuenan con más fuerza, pese a que nos neguemos a ponernos los pantalones
largos y a abandonar la satisfacción del “terraceo” veraniego.
Vuelve la rutina, se abre una nueva etapa y parece un buen
momento para retomar pensamientos y opiniones sobre el terreno deportivo. Que
si el verano con tanto fichaje estrella ya nos ha dado para juzgar a más de
uno, el tema de las olimpiadas no se queda atrás.
Inauguro oficialmente la nueva temporada de Regateo con la “resaca
olímpica”. Un término que jamás se me hubiera ocurrido ligar al mundo del
deporte, pero que no puede venir más a cuento.
El dopaje, esa eterna sombra que viene persiguiendo al
deporte español los últimos años parece ser la razón principal en la que se
escuda la flamante delegación española para justificar el estrepitoso fracaso
de la candidatura de Madrid 2020.
Cualquier persona que disfrute con el deporte, apoya este
tipo de eventos. Sin duda potencian ciudades y países, pero este año cuando
todo el mundo pensaba y confiaba en el milagro, nos explotaron la nube de golpe y el COI nos bajó de un
plumazo los pies a la tierra.
La ecuación es sencilla. Olimpiadas = Negocio. Es simple y
no afectan más variables. La ilusión de una ciudad, un proyecto terminado y la
perseverancia no sirven de nada en un país donde la posibilidad de negocio se
eleva a cero y el paro se convierte en nuestra realidad.
Todos estábamos ilusionados, incluso Amaya Salamanca nos
mostró su mejor registro interpretativo con un primer plano de lágrimas de
cocodrilo. Pero dónde queremos llegar o qué imagen queremos dar. Esa sería la
pregunta clave para valorar a toda la panda “no justificable” que se ha
desplazado hasta Buenos Aires para disfrutar de unas vacaciones subvencionadas
a todo plan mientras el equipo de piragüismo federado no tiene ni para
equipaciones y los medallistas olímpicos
cobran alrededor de 400 euros mensuales y eso cuando llegan.
Esto cada vez se va pareciendo más al festival de Eurovisión
y si siguen apostando por ello, no tardaremos en perder dinero para que una y
otra vez se rían de nosotros. Señores, si les sobra, yo se lo administro. Cómo
si no tuviéramos sectores donde invertir.
De la actuación estelar de “The Bottle” no tengo mucho más
que añadir, ya se han hecho eco las redes sociales. ¡Prefiero no hacer leña del
tree caído y que the sun salga por donde quiera! Porque donde no hay no se
puede sacar y una vez más los que salimos perjudicados somos los ciudadanos. Adiós
ilusiones, euritos y reputación.
Sin embargo si de algo presumimos a diario es de nuestro
carácter abierto, nuestra cultura festiva y de quedarnos con lo bueno. De modo
que valoremos de forma positiva este corte y dejemos de apostar por algo que
hoy por hoy se nos escapa de las manos. Una vez más las olimpiadas son negocio
y para los negocios se necesita dinero y España…no lo tiene. Bueno sí, recuerdo
a un buen puñado de políticos que han sido previsores y han ido guardando el
dinerito de todos en paraísos fiscales por si llegan las vacas flacas.
Esto resulta ser un Expediente X. Ahora nadie es el culpable
y nadie ha hecho nada mal…pero cuando te eliminan antes de una ciudad que no
apuesta por el deporte y que se ha reído del COI como es Estambul, es que algo
falla.
Pero bueno, nosotros a lo nuestro. Ahí siguen los verdaderos
protagonistas. Los que han apostado fuerte por este proyecto, los que se
sienten mangoneados por esta “jugada” del Comité. Nuestros olímpicos y
deportistas como Rafa Nadal que llevan día a día el nombre de España a los
medios y no por fraude o estafa. La gente por la cual Madrid se merecía ser la
ciudad elegida, como premio a tanto esfuerzo y dedicación en cualquier campo.
Baloncesto, tenis, Taekwondo, natación, fútbol. La modalidad es lo de menos, la
implicación es total.
En cualquier caso, sigamos por nuestro camino, aprendamos la
lección; no queramos ser gigantes sin resolver nuestros problemas. Apoyemos el
deporte, disfrutemos con él y sintámonos campeones, porque motivos hay más que
suficientes para presumir deportivamente de todos ellos.
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