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Cataluña independiente

Para la inmensa mayoría de catalanes independentistas vale más ser independientes pero pobres, que ser esclavos del imperialismo español
Pedro de Hoyos
miércoles, 18 de septiembre de 2013, 08:35 h (CET)
Se multiplican las chistosas llamadas de atención sobre las siete plagas de Egipto que caerán sobre Cataluña el día que acceda a la independencia. En internet o en la barra del bar se comenta que el Barcelona tendría que jugar la liga contra el Martorell, por ejemplo, que sus exportaciones disminuirían de manera absoluta y otros graves problemas. Ahora la unión europea aclara además que debería salir de la misma.

¿Y qué? ¡Como si eso fuera a desanimar a cualquier catalanista! El sentimiento nacionalista es como todos los sentimientos algo que escapa a la capacidad de raciocinio, uno no decide no enamorarse de alguien porque su familia sea mafiosa (es sólo un ejemplo, no hago comparaciones) sino que el amor es una circunstancia ajena a la razón y que frecuentemente escapa al intelecto: no pertenece al cerebro sino al corazón.

Con el independentismo sucede lo mismo. Para la inmensa mayoría de catalanes independentistas vale más ser independientes pero pobres que ser esclavos del imperialismo español. Y pónganle comillas a estas últimas palabras.

La principal razón del creciente independentismo catalán es la ausencia del Estado en el debate catalanista. Manejada por los medios de comunicación catalanistas no hay nadie que de la verdadera versión histórica de la guerra de Sucesión, convertida falsa e interesadamente en un enfrentamiento entre Cataluña y España que nunca se dio; igualmente a Casanova se le ha convertido, como sus sucesores han advertido, en un icono independentista, muy lejos delo que fue. Si a la parte espiritual y sentimental añadimos en materialismo de “Espanya ens roba” tenemos ya el caldo de cultivo propiciador de la situación actual. Por cierto, ¿cuándo van a cobrar Castilla, Extremadura o Andalucía alguna compensación por tanta mano de obra emigrada a Cataluña? Desde Franco al momento presente, ¿quién roba a quién?.

El Estado no ha participado bobaliconamente en este debate. Los catalanes no pagan más impuestos que los de Venta de Baños, por ejemplo. Si Cataluña paga más de lo que recibe es exactamente lo mismo que pasa en Madrid, algo lógico cuando se trata de redistribuir la riqueza y equilibrar los territorios. Nada de robos pues a Cataluña, sino que se trata de la desaparición del Estado en esa región, cediendo terreno y protagonismo a las ideas nacionalistas. Estúpidamente, por cierto.

La colaboración de medios pagados o subvencionados por el gobierno regional no está siendo compensada; la machacona insistencia de TV3, pagada con los impuestos de todos los catalanes, nacionalistas o no, está obteniendo sus frutos, mientras el Estado calla, acobardado y sin protagonismo, “hablando catalán en la intimidad” o cediendo repetidamente a los deseos de Pujol, en su momento, y de Artur Mas a cambio de unos votos. Mercaderes, unos y otros.

Que la realidad sea distorsionada sin cesar tiene sus consecuencias. Que los catalanes no catalanistas callen y otorguen, asistan impertérritos a la secesión, sin manifestarse, pasando en silencio y sin hacer oír su voz, que la mayoría silenciosa sea tan silenciosa y lo sea durante tanto tiempo, también. Al tiempo.

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