Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | España | Sociedad

La fulminación del contrato social de Hobbes

“No tenemos ninguna garantía por parte del Estado de que se apueste por mantener el orden social”
Juan José Sánchez Soto
miércoles, 30 de octubre de 2013, 09:01 h (CET)
Thomas Hobbes fue el precursor de la idea del contrato social. En su obra del Leviatán, este autor planteaba cómo debía ser la materia, forma y poder de una república. El tema del contrato social tenía como base que el ciudadano firmaba este contrato con el fin evolucionar de una etapa donde existía el derecho a todo, a una etapa donde reinará el sometimiento a las leyes y por tanto el sometimiento a unos límites. Hobbes apuesta por que los individuos cesen parte de su poder como miembros de la condición de mera naturaleza firmando ese contrato social (un pacto que para Hobbes no tendrá marcha atrás) a un soberano que será el encargado de mantener el orden del estado, el orden de la república.

En nuestra democracia actual, la Constitución española equivaldría a ese concepto de contrato social que Hobbes proponía pero realmente la ciudadanía está observando que no es un contrato recíproco. ¿Qué garantía tiene el Estado a fecha de hoy para asegurar a ese ciudadano demócrata que cumple la constitución está protegido por el Estado manteniendo ese orden? Hace algo más de un año se pudo ver como ese contrato social, esta Constitución, era cambiada de un día para otro gracias al acuerdo entre ambos partido para reformar un artículo por demanda de Europa. Por otro lado, recientemente se ha tumbado una doctrina Parot que era justa para la mayoría de los españoles, y la respuesta de la justicia española excarcelando a los etarras y violadores que han causado un peligro para la sociedad durante largos años ha sido inminente a diferencia de otros. Otros como por ejemplo aquellos que nunca llegaron ni llegaran, aquellos que tendrían que meter en la cárcel a los banqueros que arruinaron bancos y los dejaron con una deuda impresionante después de fulminarse los ahorros de los preferentistas, que sin quererlo ni beberlo firmaron unas preferentes siendo engañados por el que antes era el mejor amigo del hombre: el banquero de toda la vida.

En resumen no tenemos ninguna garantía por parte del Estado de que se apueste por mantener el orden social. Cada día más se está poniendo en duda el Estado de Derecho, benevolente con unos y cabrón para otros, con sentencias que provienen de personas que no son del mundo del derecho sino del mundo familiar de los políticos, y por tanto esto no hace otra cosa más que verter más dudas sobre la eficacia del Estado de Derecho y de las sentencias justas. Hablando de Hobbes, otra de las debilidades que podían provocar la disolución de la república era la idea de que “todo particular es juez de las buenas y malas acciones”.

Esta condición no afectaría según Hobbes a la condición de mera naturaleza, pues en un contexto donde no hay leyes civiles ni ningún tipo de gobierno civil no resulta algo destacable. El problema venía cuando se deja de lado la condición de mera naturaleza y por tanto hay leyes y un legislador que las crea. ¿Cómo puede un juez que es el legislador crear leyes si él mismo es juez privado y decide por sí mismo lo bueno y lo malo? Esta idea es la que perturba a Hobbes y le hace pensar que la república se puede ver afectada por discusiones de este tipo y que generan dudas sobre la justicia de este modelo de estado. Hoy, 362 años después, podríamos decir exactamente lo mismo. No hemos aprendido nada…

Noticias relacionadas

Una noche de fiesta y alcohol, después de pelear a puñetazos con otros intelectuales como él, concretamente con Jason Epstein y George Plimpton, volvió a casa con un ojo amoratado, un labio hinchado y la camisa ensangrentada. Su segunda esposa, Adele Morales, le regañó. Él sacó una navaja con una hoja de seis centímetros y la apuñaló en el abdomen y en la espalda. Tuvo suerte de no morir.

Resulta sugestiva la emergencia de las religiones no teístas. No me refiero al budismo o al taoísmo, sino a esas otras creencias que proliferan en nuestros días. Ciertas teorías de la conspiración funcionan como religiones, pero, además, se van conformando otras, entre las que cabría destacar la denominada “ecolatría”, por utilizar el nombre que le dio Fernando Savater hace ya tres décadas.

La antipolítica ha encontrado su mayor triunfo: un apoliticismo político que encarna un rechazo consciente a la política tradicional. Y aquí es precisamente donde la paradoja se vuelve elocuente. La falta de propuestas, los escándalos recurrentes, la constante guerra entre bandos, empuja a un desinterés de la política con nombre y apellidos que desemboca en un afán antipolítico visceral, construido alrededor del rechazo. 

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2024 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2024 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto