Cuanto nos dibuja literariamente Chesterton sobre la vida y obra de a Charles Dickens, es un ejercicio literario que muestra las razones sociales de un creador literario que alcanzaría con su obra literaria ser astro y figura creativa de la lengua de Shakespeare. A la que le dedica cuatro capítulos en los que desnuda y expone la figura y personalidad de su admirado compatriota, gloria de la literatura inglesa sin fronteras, Tomando como punto de partida la interpretativa vida del Dickens niño, que encuentra en una buhardilla los libros de Humpbrey Klikwerk y Tom Jones, es un despertar de absoluta curiosidad del niño para su propia personalidad. Construida en el campo de la experiencia y sufrimiento diario, dada las circunstancia sociales y familiares en las que el propio padre se ve obligado a realizar, en una interpretación pública de niño-hombre que le servirá de experiencia y modo de ser en su propia vida de creatividad nata.
Ejercicio de escritura que “aborda las tres grandes cuestiones de su personalidad: la literatura, la política y la religión. Todo escritor sabe que de ciertos hechos de su vida la de mayor contenido es la infancia. Y ha tenido su importancia decisiva en la formación de su particular sentir, de las cosas en las que les gusta pensar y las cualidades de las personas que admira o detesta.” Son unas situaciones vividas a veces de manera sórdida y explotadora del propio padre, que lo necesitaba como diversión. Un estudio cuya sencillez y transmisión transparente hacia el lector, nos lleva a preguntarnos, como no hemos percibido un tanto de la personalidad del autor de Oliver Twist, que con tanto placer hemos leído y volvemos a sus páginas.
Nuestro exquisito Chesterton, este mago de la crítica con alto concepto de la ética social y literaria, manifestaba considerarse “Un simple periodista jocoso que escribía artículos semanales sobre asuntos graciosos”. Pero su ingenio terminó por atraer al lector hasta asumirlo este como escritor de fervorosa y entusiasmada lectura de sus ensayos y aventuras policiacas. Lecturas que nunca cansan o provocan bostezos, de quien con su fino estilete solía manifestar “Yo no soy nada, soy un simple periodista” Una pícara modestia que termino por cautivar a muchos contemporáneos. Entre ellos al escritor y poeta Auden. Quien descubrió la rica sustancia de sus ensayos cuando le encargaron esta selección.
Una exquisita edición de Acantilado la que hoy recomiendo al buen lector. En este caso los cuatro artículos dedicados al inmenso Charles Dickens, con traducción de Miguel Temprano García.
Posiblemente no sería tomar un camino equivocado para sobrevivir sin tanto desasosiego “Siempre se ha creído que existe algo que se llama destino, pero siempre se ha creído también que hay otra cosa que se llama albedrío. Lo que califica al hombre es el equilibrio de esa contradicción.”
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