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Más sombras que luces

Breve balance en un paso de ecuador
Luis del Palacio
jueves, 21 de noviembre de 2013, 09:10 h (CET)
Transcurridos dos años desde la victoria del Partido Popular por mayoría absoluta sorprende que lo único que puedan presentar como “tarea bien hecha” sea que España -es decir, su Gobierno- evitara el rescate económico.

Desde foros internacionales, o por la pantalla de plasma a la que parece tan aficionado Mariano Rajoy, se alardea de algo que, en realidad, no representa ningún acierto político propio, ya que, como es sabido, ese rescate era técnicamente imposible. La economía española no podía ser rescatada de acuerdo con las pautas a las que fueron sometidas las de Grecia, Portugal e Irlanda, por la sencilla razón de que la nuestra equivalía a la de estos tres países juntos y ello habría desestabilizado hasta límites insospechados a la Unión Europea, poniendo en peligro la misma existencia del euro. Se recurrió a una alternativa: la del rescate a la banca, que llevaba aneja una serie de condiciones draconianas que han afectado de manera lamentable a los ciudadanos.

Los recortes –más bien amputaciones- de derechos fundamentales o adquiridos en sanidad, educación, pensiones y prestaciones sociales de todo tipo, no sólo han supuesto el incumplimiento sistemático de las promesas electorales del PP –siempre presto a achacarlas a “la herencia recibida”- sino una merma en las condiciones de vida de las personas. Se dijo que con el rescate a los bancos volvería a fluir el crédito, cosa que no ha sucedido. El estancamiento de la economía es patente y hay sectores –no hablemos del de la construcción- sin apenas actividad.

El Gobierno en estos casi veinticuatro meses no ha emprendido reformas estructurales profundas –como la del adelgazamiento de las administraciones públicas, tan cacareado- y se ha limitado a subir los impuestos, reducir las prestaciones por dependencia, aplicar el copago farmacéutico, eliminar becas e incluso, en su afán recaudatorio, multiplicar el número de radares de tráfico para “pillar” a muchos miles de incautos… No se invierte en I + D; lo que demuestra una vez más la ceguera política de los que nos gobiernan. Y la desbandada al extranjero de nuestro mayor capital –el de tantos jóvenes con amplia cualificación técnica y humanística- es un hecho. Simplemente aquí no hay futuro para ellos.

El principal argumento para los que nos se resignan a comulgar con ruedas de molino son los datos objetivos, la cruda realidad de algunas cifras:

1. En el último trimestre de 2011 había 5.200.000 parados. En el tercer trimestre de 2013 se han contabilizado 5.900.000 (la cifra es sensiblemente mayor, dado que hay muchas personas que no se inscriben ya en el INEM)

2. La deuda pública ha pasado del 68,5% (2011) al 93,3% (dato actualizado al tercer trimestre de 2013) No se ha cumplido el compromiso de déficit, algo en lo que el Gobierno aseguraba que no fallaría.

Y para celebrar el segundo aniversario de aquella victoria, y en un plano solamente político, comenzamos la semana con otra promesa electoral incumplida (la de despolitizar la Justicia) con el reparto “equitativo” de vocales del Consejo General del Poder Judicial entre el PP y el PSOE (reservando algunas migajas para CiU e Izquierda Unida).

Se habla mucho de la crisis institucional, fruto, entre otras cosas, del bipartidismo. Es posible que, al menos en parte, ahí se halle la raíz del problema. Pero la solución no está en la atomización “a la italiana” del espectro político, sino en la creación de una corriente que introduzca nuevas ideas y formas de hacer política, que desbanque en las urnas a nuestros dos caducos y hedonistas partidos mayoritarios. Y si no existe, habría que inventarla.

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