Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Tribuna de opinión

300 y el rumbo de España

Da la impresión de que algunos desean con todas sus Fuerzas la helenización de España
Ángel Ruiz Cediel
miércoles, 4 de diciembre de 2013, 15:19 h (CET)
España se calienta, y la actuación desmedida de los antidisturbios, lejos de templar los ánimos, los soliviantan a velocidad vertiginosa, acaso empujando a los más jóvenes (y quizás no únicamente) a una radicalización de la situación que bien pudiera ser que interesara a algunos poderes, tal y como hemos visto con el proceso Griego, que primero la pusieron contra las cuerdas de la supervivencia y luego se la han quedado por el Artículo 33, apropiándose de Platón y Aristóteles, de Sócrates y Sófocles, del Partenón y del Paso de las Termópilas, de Anaxágoras y Anaximandro, y, en fin, de tres mil años de Historia que son la cuna y los cimientos del pensamiento Occidental. Si simbólicamente Napoleón conquistó Egipto para culminar su delirio masónico, los de Trilaterales y Bilderberg lo han hecho con Grecia: ya es suya.

Por lo pronto, España, a pesar de tanto de sabio de postín, remedios infalibles y deditos teosóficos, de esos que en la oposición se las sabían todas y cuando llegan al poder no tienen ni pajolera idea de qué va la cosa (¿o sí?...), ya está contra las cuerdas de la supervivencia como país, y de aquel "vamos a reducir el número de desempleados en no sé cuántos millones en un pispás" de cuando estaban en campaña electoral, hace apenas un par de meses, se ha pasado a que a fines de este año seremos más o menos entre seis y siete millones de desempleados, trampas, manipulaciones estadísticas y otras carambolas de los artificieros leguleyos aparte. Así, el señor ese de la CEOE, que debe tener el alma como Kunta-Kinte, en esta misma cuerda se suelta la lengua con un "echar del desempleo a quien no acepte un trabajo aunque sea en Laponia", poniendo como ejemplo a los envidiados países nórdicos, aunque guardándose para sí que allí cobran cinco veces lo que en España, no tienen los jóvenes problemas laborales ni de vivienda, tienen una Educación y una Sanidad como la gente y no como el ganado, y el Estado vela por sus ciudadanos, cosa que no sucede en España, además de que pillos como él y sus colegas de la CEOE pagan a base de bien y sin rechistar, entretanto aquí se trapichea con las leyes para que a los empresarios les crezcan los beneficios a costa de la miseria del pueblo. Lo que quiere este caballerete, en fin, son salarios de Madagascar —sin faltar—, condiciones laborales chinas y precios de Suecia para su mejor sustancia. Si esto no es llamar a gritos a la sublevación ciudadana, que venga Dios y lo vea.

Sin embargo, no es el único, no. También está el señor ese que por lo visto es el Jefe de Policía de Valencia, un tal Antonio Moreno, quien en plan Far West se ha soltado el pelo diciendo que los antidisturbios solamente han respondido con violencia a la violencia y que únicamente puede juzgarles un juez, además de soltar la perla de que no tiene por qué dar explicaciones de sus fuerzas al ¡¡¡enemigo!!!, considerando así a los ciudadanos como el ¡¡¡enemigo!!! ¿Caramba con el Jefe de Policía! No es de extrañar, pues, que habiendo mandos con una excelente preparación como la suya la cosa no es que se vaya de madre, sino que sea la cimentación de una conflictividad venidera que mucho tiene que ver con lo sucede en Grecia. Para empezar, los jueces pueden juzgar solamente aquello sobre lo que tienen demandas, pero los ciudadanos podemos y debemos juzgar a quienes pagamos, pues que somos el único y legítimo poder soberano de este país, le guste o no le guste al señor ese, y juzgamos como una barbarie la actuación de los antidisturbios en Valencia, especialmente por cuanto hemos sido testigos de cómo apaleaban a transeúntes, a niños o cómo y con qué desmedida fuerza y violencia callejera se empleaban contra los ciudadanos en general.

Debiera saber este señor, dado que cobra por ello, que ningún policía, bajo ningún concepto de ninguna clase y con ninguna clase de argumento, puede utilizar la violencia contra quien no ha cometido ningún delito ni ha empleado violencia, y dudo que todos los transeúntes apalizados hayan cometido faltas o delitos, no escatimando las televisiones imágenes de cómo algunos antidisturbios, amparados en el anonimato de sus cascos y uniformes golpeaban reiteradamente a jovencitas, niñas, que estaban ahí en la calle. ¿Qué alucinado peligro veían tan fornidos defensores del orden público en ellas o que violencia ejercían estas nenas para que las reprimieran con tal saña?... Ejemplo de valentía no lo es, desde luego, y sí una actitud represiva propia de tiempos caducos y un motivo sobradamente justificado para que quienes son deudos de estas menores puedan sentir que los antidisturbios han cometido un delito al aplicar tal excesiva dosis de violencia contra un ciudadano inocente que solamente pasaba por ahí. El Fiscal debiera estudiar estas actuaciones y tomar medidas tan rápidas como implacables, porque esto es ni más ni menos que empujar a la ciudadanía a desconfiar de las fuerzas de Policía y considerar que viven en una tiranía.

Dicen que dicen y dicen que hubo en la manifestación de Valencia 16 agentes heridos y 5 manifestantes, pero, con perdón, no me creo ni una sola palabra. Es más, solamente con lo que he visto en los telediarios he contabilizado muchos más ciudadanos sangrando copiosamente, entretanto a los antidisturbios los he visto campeando por sus fueros repartiendo leña adiestro y siniestro como si tal cosa, y todos ellos protegidos como madelmanes, cual si estuvieran en Iraq. Ya me gustaría ver a mí los partes médicos de esos antidisturbios lesionados, si bien estoy seguro que los ciudadanos que fueron descalabrados o tullidos o que tuvieron que ir a hospitales, sin duda se fueron a casas a poner un poco de mertiolate o fueron curados en los centros sanitarios sin que sus nombres formen parte de ninguna estadística de maltratados por los antidisturbios, cardenales, contusiones u otras tropelías aparte. Por último, emplear tal dosis de violencia como la que hemos visto en niños, no deja de ser una manera de sembrar un rechazo frontal en todos estos jóvenes ciudadanos contra el sistema en general (pues que lo consiente) y contra la Policía en particular.

Pero merece una particular atención lo de no confesar, a quien teóricamente le paga y sostiene a él y a las Fuerzas de Antidisturbios, los ciudadanos, la composición de sus Fuerzas porque son el ¡¡¡enemigo!!! Si este señor considera a los ciudadanos, nos considera a los ciudadanos, el ¡¡¡enemigo!!!, este señor está en un puesto que ni merece ni al que le hace ningún honor, y, por ello mismo, debe ser cesado en el acto, fulminantemente, ya. Tal vez se haya creído Jerges porque tiene a sus órdenes a una legión de empleados que son capaces de cumplir cualquier orden contra los ciudadanos aunque sean niños, sus hijos, sus hermanos o sus padres; pero si él se sostiene, y si se sostiene esa Gobernadora Civil que ha mostrado una incompetencia tan manifiesta como para no cesar en el acto a este señor, es posible que la ciudadanía, o parte de ella, se crea legitimada para considerarse los 300, y, como en aquel episodio, lo que nos quede por delante sea un remedo de la Batalla del Paso de las Termópilas. Algo que, según se ve por lo de Grecia, algunos están deseando y están empujando a la población a ello con estos recortes solamente en social, Educación, Sanidad y Derechos Civiles, entretanto los golfos se reparten el cotarro y los dineros públicos.

Noticias relacionadas

A lo largo de la vida podemos comprobar cómo la madre es el “punto de encuentro” capaz de reunir a todos los miembros de una familia por muy desperdigados que estos se encuentren. No voy a descubrir ahora el valor de la madre como persona, como conciliadora y como sumo matriarca. Pero, una vez más, me vuelvo a sorprender por su capacidad de comprensión, de su forma de tratar a cada uno de los hijos, nietos y demás familiares como si fueran los únicos seres del mundo.

La hipocresía, entendida como el acto de fingir virtudes, sentimientos o intenciones que no se tienen, se ha convertido en una herramienta cotidiana. Personas que critican en voz alta lo que en privado practican, quienes predican valores que no aplican o aparentan estar por encima de los demás.

La vida hecha juego. Otra vez. Como si el tiempo no hubiera pasado, pero con nuevos retos, reglas y trampas. Hace tres años reflexioné sobre el paralelismo entre El Juego del Calamar y la situación político-social en España. Ahora, con el estreno de la segunda temporada de esta distopía televisiva, toca revisar si algo ha cambiado. Spoiler: todo sigue igual. La serie, al igual que nuestra realidad, parece condenada a repetirse.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2024 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2024 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto