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Oscar Tuma enfrentado al sistema prebendario

El favorito para ganar la intendencia de Asunción, tras posicionarse sin ayuda de los medios, ahora se pregunta donde está el periodismo combativo en el caso Fonacide
Luis Agüero Wagner
lunes, 3 de marzo de 2014, 07:56 h (CET)
El diccionario de paraguayología del escritor Helio Vera define al zoquete como "cargo en la administración pública que se concede en recompensa de adhesiones políticas, conversiones repentinas, alianzas inexplicables del agua con el aceite, o como lenitivo para calmar impaciencias, apaciguar crisis de almorranas, eliminar insomnios, disipar dispepsias y apagar el stress. Todo bajo el principio siguiente: el zoquete nos une, nada nos separe".

Esta definición puede resultar valiosa para comprender la catadura de quienes acceden a puestos en la administración pública merced a sus lazos “familiares” e incluso ocasionalmente, a través de méritos de alcoba.

De acuerdo a las últimas denuncias del diputado Oscar Tuma, el prebendarismo no solo afecta a la clase política, sino que también se extiende al mundillo del periodismo. Ello se evidencia cuando se advierte que periodistas que se autoproclaman impolutos voceros de la “sociedad civil”, terminan siendo responsables de la pérdida de millones de dólares de dinero público en engendros como el FONACIDE.

Los criterios para seleccionar entre los notables a los “mejores ciudadanos” también tienen sus explicaciones sociológicas.

De acuerdo al diccionario Latinoamericano, Chongo en Argentina es una palabra empleada exclusivamente en el mundillo homosexual. “Se emplea para designar a cualquier otro varón atractivo. Emplease también para indicar al joven que mantiene un alto porcentaje de relaciones heterosexuales, muy apreciado por conservar sus dotes masculinas y ejercer el rol de activo durante un contacto sexual”. Otras definiciones también lo identifican como un vocablo que define a un amante furtivo.

En Paraguay, sin embargo, según el diccionario paraguayológico del escritor Helio Vera, chongo es el protegido y hombre de confianza de alguien, sea cual fuere la razón. También se esclarece que el chonguismo es una palabra que designa a una institución de uso muy generalizado, de envergadura parangonable con el fútbol y el tereré. “La norma para este caso –afirma Vera- es el siguiente: cada capo tiene el chongo que se merece”.

Si esto está claro, pueden entenderse los motivos por los cuales Oscar Tuma y otros líderes políticos solicitaron al presidente de Paraguay, Horacio Cartes, cambiar de posición en cuanto a ordenar a Itaipú ayudar financieramente al intendente Arnaldo Samaniego, calificado por sus detractores como “un gran haragán”.

La motivación del pedido argumentaba que no adelanta alimentar un sistema prebendarlo ya corroída por la fatiga corrosiva de la negligencia, de la disipación, de una pereza corrompida y de una administración sin rumbo ni futuro posible.

Como alguna vez lo advirtiera el filósofo Jaime Balmes, un hombre con pereza es un reloj sin cuerda. El intendente de Asunción es una confirmación más de esta regla.

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