‘Cuento español contemporáneo’, edición coordinada por Ángeles Encinar y Anthony Percival, no es un libro nuevo. Ediciones Cátedra, dentro de su colección Letras Hispánicas, ya lo publicó en 1993 y, desde entonces, ha sido reeditado en ocho ocasiones. Su objetivo es descubrir al público lector el panorama y los entresijos de un mundo tan fascinante como el de los cuentos también denominados, en ocasiones, género corto. Es esta una apuesta interesante porque frecuentemente asociamos cuento con literatura infantil lo que constituye un error. Error craso. Efectivamente, hay cuentos para la gente menuda, pero también existen, y muchísimos, relatos cortos para adultos algo que no terminamos de comprender bien. Muchos, yo diría que casi todos, de los grandes escritores que conocemos, en un momento u otro de su devenir literario, han escrito cuentos. Y de enorme calidad.
Gracias al estudio preliminar que incluye el volumen, podemos aventurar una pequeña definición de lo que es un cuento, en opinión del escritor y crítico argentino Enrique Anderson Imbert: “Narración breve en prosa que, por mucho que se apoye en un suceder real, revela siempre la imaginación de un narrador individual”. Otro escritor, todo un clásico, Edgar A. Poe, aplicó al cuento el principio de la composición de la poesía y concibió lo que él denominaba “unidad de efecto”. El escritor norteamericano ponía mucho énfasis en todos los elementos del relato. Para Poe el cuento era como un cuadro y debía de leerse de una sola sentada con el objetivo de provocar en el lector una única impresión. Para el argentino Julio Cortázar hay tres palabras claves en la estructura de los cuentos: “significación, intensidad y tensión”. Significación es el tema escogido – real o ficticio – para narrar y ha de poseer la cualidad de irradiar algo más allá de sí mismo. La intensidad y la tensión, por su parte, son las encargadas de enganchar al lector, secuestrándole la voluntad durante la lectura.
El desarrollo del cuento hispano desde la Guerra Civil fue accidentado, problemático, afectado por una crisis permanente. Es este un periodo largo que abarca desde la dura posguerra, en la que la censura impuesta por el régimen dictatorial fue la nota dominante, hasta los comienzos de las protestas reivindicativas a partir de los años cincuenta del pasado siglo, momento en el que se aprecia un resurgimiento del género. Con la llegada de la democracia, nuevos aires inundan el cuento. Durante todo este periodo no podemos olvidar el enorme número de literatos expatriados a Europa, Norteamérica e Iberoamérica y que, desde sus exilios, elaboraron una prolija y variada producción. En opinión de Encinar y Percival, cinco generaciones cubren todo este tiempo: la generación del 27; la del 36; la del medio siglo o del 50; la del 68; y la de los jóvenes escritores que incluye a los denominados “nuevos narradores”.
Aunque la nómina seguro que es más extensa, en su muestreo ‘Cuento español contemporáneo’ recoge cuentos de veintiún autores: Agustín Cerezales, Paloma Díaz-Mas, Luis Mateo Díez, Javier García Sánchez, Luis Goytisolo, Javier Marías, Marina Mayoral, José María Merino, Juan José Millás, Vicente Molina Foix, Antonio Muñoz Molina, Ana María Navales, Lourdes Ortiz, Antonio Pereira, Álvaro Pombo, Soledad Puértolas, Carmen Riera, Javier Tomeo, Esther Tusquets, Pedro Zarraluqui y Juan Eduardo Zúñiga, firmas todas ellas de reconocido prestigio y de plena actualidad a pesar del tiempo transcurrido desde la aparición de la antología. Todos ellos han escrito su obra en castellano, quedando por tanto excluidos de la selección otro escritores del estado español, cuyos libros se han publicado en otras lenguas. Sobre las características de los relatos, lo mejor es leer a los propios coordinadores de la edición: “La característica más relevante de la selección, a nuestro parecer, es la diversidad en extensión, contenido, temas, enfoques y estética. Hay cuentos breves, de dos o tres páginas, otros de mayor amplitud, cinco o seis páginas, y, por último, algunos de gran desarrollo. Se refieren a ambientes rurales y urbanos, espacios nacionales y extranjeros, personajes infantiles y mayores, excéntricos y sencillos; configuran lo absurdo, lo fantástico, lo real y lo fabulado, lo contemporáneo y lo pasado desde enfoques irónicos, paródicos, metafictivos y humorísticos”.
Como también ocurre en el volumen ‘Cuento español actual (1992-2012)’ de la propia Ángeles Encinar, además de incorporar una breve, pero completa, biografía de los escritores incluidos en la antología, introduce una pregunta, ¿Qué representa o qué es para usted el cuento en el momento actual?, que cada uno de los autores ha respondido con absoluta libertad y de acuerdo con su leal saber y entender. Igualmente, incluye bibliografía sobre teoría y crítica del género, así como estudios específicos sobre el cuento en lengua castellana.
En resumen, ‘Cuento español contemporáneo’ y ‘Cuento español actual (1992-2012)’ permiten al amante del género del cuento y, sobre todo al que no lo sea, obtener una composición de lugar adecuada y completa del panorama del cuento en lengua castellana durante los primeros años del siglo XXI y de las tres cuartas partes del pasado siglo XX. Ambos volúmenes ofician como linternas, como espléndidas brújulas para internarse en el inagotable universo del relato breve. A gozarlas, mis improbables.
Ese corazón está puesto muy lejos concurren expedicionarios. Resarce el aire cerca del oro. Me las vi con uno que más que como yo
era en efecto yo viéndoselas conmigo. Tan intrincada como lúdica resultó la finalmente para nada excepcional contienda de resultas de la cual redacto ahora este sosiego.
Ese día, el doctor Odrayab antes que llegaran sus invitados, rememoraba: el asiento continuaba vacío, y al llegar el tren que llegaba del norte, compartirlo o no, prefiero la soledad por la comodidad que representa, aunque siempre una hermosa mujer con quien pueda establecer una conversación estimulándome de futuro, esto nunca me ocurrió en más de diez años de viajar todos los días.