Lo anunciaba el periódico El Mundo, de Casimiro García Abadillo, el pa-sado domingo usando la forma de entrevista singular, de Miguel Ángel Mellado, a la anciana periodista Pilar Urbano autora de un libro que, de la mano de José Manuel Lara, verá la luz esta misma semana con un título sugestivo: “La gran desmemoria. Lo que Suárez olvidó y el Rey prefiere no recordar”.
Todos los medios de comunicación del día siguiente se hacían eco de la noticia y divulgaban, además del título, la identidad de la autora y la editorial que lo edita, el contenido del mismo: Un repaso de la Transición y de lo ocurrido el 23 de febrero de 1981, el día en que un teniente coronel de la Guardia Civil entró en el Congreso de los Diputados protagonizando uno de los episo-dios más aciagos de la historia española contemporánea.
Ya en la primera lectura de la entrevista se notaba la gravedad de algunas de las informaciones de Pilar Urbano. Según ella, lo acaecido el 23 de febrero del año 1981 vino precedido de unas semanas de enfrentamientos entre el Presidente del Gobierno Adolfo Suárez, decidido a seguir gobernando, y el Rey, que perseguía lo que eufemísticamente se denomina “Un golpe de timón en el Gobierno de entonces”.
Algunas de las frases textuales que se incluyen son de una gravedad tal que hacen imprescindible una lectura reposada:
- “Tú estás aquí porque te ha puesto el pueblo con no sé cuántos millo-nes de votos… Yo estoy aquí porque me ha puesto la Historia con setecientos y pico años. Soy sucesor de Franco, sí, pero soy el heredero de 17 reyes de mi propia familia… Discutimos si OTAN sí u OTAN no, si Israel o Arafat, si Armada es bueno o peligroso. Y como no veo que tú vayas a dar tu brazo a torcer, la cosa está bastante clara: uno de los dos sobra en este país. Uno de los dos está de más. Y, como comprenderás, yo no pienso abdicar”- dice Urbano que dijo el Rey.
Las opiniones de la autora, por otra parte, no son de entidad menor:
-“…para Suárez está clarísimo ya en ese momento que la Operación Armada nace en Zarzuela y que el alma es el Rey: que don Juan Carlos es el muñidor para que Armada sea presidente de un Gobierno de concentración. Incluso que el mismo rey conocía el Gobierno que el golpista tenía preparado. Un Gobierno en el que, entre otros, Felipe González iba de vicepresidente”.
- “Hay cosas llamativas, raras, anómalas. Que los hijos del rey no vayan ese día al colegio, como tampoco fueron los hijos de los americanos de Torrejón, que le dijeran al médico de la Zarzuela que ese día estuviera en Palacio desde por la mañana, que cierta vedette, Barbará Rey, declarara, ¡vaya usted a saber si es cierto!, que el Rey la llamo diciéndole, “oye, el lunes, 23, procura no ir a recoger al colegio a los niños, porque puede pasar algo”.
Es cierto que Pilar Urbano es mayor y que la exactitud de sus afirmacio-nes ya alguien la ha puesto en entredicho. Pero la anciana periodista, tras una dilatada carrera profesional, goza de fama de veraz, se la reconoce como una investigadora eficiente, y, lo que es más relevante, mantiene una credibilidad notable.
Por ello, tras lo apuntado en la entrevista y los análisis inmediatos que vendrán una vez que conocido el contenido del libro, o los hechos que apunta Pilar Urbano se desmienten categóricamente desde La Corona, o al Rey se le ha colocado en una situación tan difícil que no resulta absurdo pensar en su abdicación inmediata si alguien no informa contundentemente en sentido con-trario al apuntado en el diario El Mundo.
Una vez conocida la noticia y aceptada la posibilidad de que el Rey haya mutado su imagen, de fiel garante de la Constitución y de la convivencia demo-crática, por la de un enredador de tres al cuarto más preocupado por su interés que por el de la Nación, surgen algunas preguntas que, conscientes de que en política nada ocurre por casualidad, merecen ser formuladas:
- ¿Por qué Planeta, Lara y Pilar Urbano han esperado a la muerte de Suárez para poner el libro en circulación?.
- ¿Es que había un compromiso de mantenerlo oculto hasta el deceso del Presidente de la Transición?.
- ¿Había temor a que alguien, en vida de Suárez, tuviera el compromiso de desmentirlo si se publicaba antes de su muerte?.
- ¿Es que Adolfo Suárez dejó preparada su venganza contra el Rey?.
- ¿Por qué se presta Lara y Urbano a esta jugada?.
- ¿Hay una maniobra y una trama para una operación parecida a la del 23 F con el interés de forzar la abdicación de Juan Carlos I?.
- ¿Si existe la trama, quienes están en ella, cómo la sirven y por qué mo-tivos?.
- ¿Qué pasa con los miembros de la Corona, especialmente la Reina, la Hija mayor y el Príncipe de Asturias?.
- ¿Qué sabían, saben y van a hacer las autoridades e instituciones del Estado?.
- ¿Las exequias a Suárez, el comportamiento de todos (Rey, miembros de La Casa Real, autoridades nacionales, pasadas y presentes) en sus funerales ha sido auténtico… o no?.
Todas esas preguntas y algunas otras que llenan de incertidumbre, además de formularlas, merecen la preocupación general de todos, también un intento de contestación.
Y mucho más en el día de hoy, 1 de abril del año 2014, setenta y cinco años después de que, tras las actuaciones reales y republicanas de entonces, acabara la última y peor de las guerras que una nación pueda soportar: La Guerra Civil.
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