Sucede lo mismo que cuando te conviertes en padre. Te crees que es muy fácil, pero la adaptación a este rol es bastante dificultosa. Hace años, muchos años, que soy padre y aun me suspendo cada fin de año en el momento en que me autocalifico como tal. Menos mal que nos quedan años para “progresar adecuadamente”.
En lo referente a ser abuelo… tres cuartos de lo mismo. En los tiempos que corremos el abuelo y, sobre todo, la abuela, adquieren un papel preponderante en el cuidado y atención de los nietos. Aquellos tiempos del marido trabajando y la esposa cuidando de los hijos, han pasado hace lustros. Hoy en día, para mantener una familia de una forma adecuada, es necesario, casi siempre, la colaboración económica de ambos cónyuges.
Entonces surge la figura del abuelo-abuela que cuidan de los nietos hasta que estos adquieren ciertas dosis de independencia. Hay que recogerlos del colegio o la guardería, hay que darles de comer, entretenerlos, bañarlos, cambiarlos de ropa, ayudarlos en los deberes, etc. Nos conocemos los personajes de los dibujos animados mejor que ellos. Cantamos canciones infantiles en inglés, español o sanscrito si se presenta, Coleccionamos estampas, trabajamos con plastilina y empujamos mecedores hasta la extenuación.
Toda esta dedicación está plenamente compensada por lo que recibimos a cambio. En mi casa y en mi caso hemos gozado de un montón de nietos que han venido espaciados, lo que nos ha permitido –especialmente a mi parienta-, irlos criando hasta su ingreso en las guarderías o el colegio, de forma que los hemos tenido durante un par de años hasta la llegada del siguiente.
Todo esto tiene la gran ventaja de que te rejuvenece. Vuelves a vivir las mismas experiencias que viviste en su día con los hijos. Te sientes útil y acompañado. Te pones al día en tu choque con las nuevas tecnologías que los nietos te hacen más llevadero.
Después, cuando son adolescentes o adultos -tengo nietos de 19 años a varios días-, te dan otro tipo de satisfacciones y te demandan una atención de otra clase. Te vuelven a poner al día del mundo en el que vives. Puedes hablar con ellos de lo divino y lo humano. Especialmente puedes compartir tu fe.
Finalmente te permiten vivir otra gran satisfacción. El momento en que se ponen “farrucos” e intratables. Ese maravilloso momento en que los mandas a esparragar con sus “puñeteros padres”. Es un placer semejante al de quitarte la faja de tu maltrecha espalda.
Les recomiendo que disfruten de los nietos. Se hacen grandes enseguida.
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