Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Estados Unidos | Medio Ambiente

La Agencia de Pureza Medioambiental del Presidente Obama

¿Se han vuelto clínicamente locos los cruzados del cambio climático, como sugiere Steven F. Hayward?
Redacción
jueves, 14 de agosto de 2014, 07:25 h (CET)
Por Marvin J. Folkertsma

La presentación del nuevo borrador de regulación de la Agencia de Protección Medioambiental que limita las emisiones de gases de efecto invernadero se acompañó de una brillante viñeta política que mostraba a una pareja de indefensos que reprimen en la boca silenciadores de coche, se conoce que para impedir la salida de cualquier exhalación proscrita de dióxido de carbono que contamine la atmósfera con su halitosis de efecto invernadero. Es parte de la solución del 97% que propone la instancia, apoyada en la afirmación cotidiana de que es el porcentaje de científicos que culpan a la actividad humana del cambio climático. La realidad es que esta cifra es ficción, como señalan en una excelente revisión de las conclusiones Joseph Bast y Roy Spencer en un reciente artículo del Wall Street Journal, que no disuade a los catastrofistas del clima ni un ápice; la cifra se repite como parte del catecismo del cambio climático. ¿Y quién va a quejarse por unos porcentajes cuando el destino del planeta pende de un hilo, en todo caso?

¿O no es así? ¿Se han vuelto clínicamente locos los cruzados del cambio climático, como sugiere Steven F. Hayward? La respuesta depende de las que entienda usted que son sus verdaderas intenciones, o de cómo se ampliarán las probables consecuencias de su comportamiento.


Considere el retrato de los burócratas que hace Anthony Downs en su clásico de la gestión pública “Burocracia para profanos”, publicado hace medio siglo. Los funcionarios puramente interesados están compuestos por los trepas, que aspiran "a maximizar su propia influencia, su sueldo y su imagen", y los conservadores, que "aspiran a maximizar su propia estabilidad y conveniencia”. Ninguna de las dos clases se interesa por la mejora de sus estructuras ni de la sociedad en conjunto. Más interesantes son los fanáticos, religiosamente comprometidos con una legislación o programa concreto; los activistas, que trabajan en nombre de sus organizaciones; y los estatistas, cuyos móviles van más allá de las inquietudes generales de la sociedad o el país. Estos arquetipos se encuentran dentro de todas las organizaciones, pero la conclusión en este contexto es que los funcionarios de la Agencia de Protección Medioambiental hablan como estatistas pero actúan como fanáticos. Lo que significa que absolutamente nada debe interponerse a sus objetivos legislativos; solamente importa la misión, nada más.

Fíjese en la factura de abandonar el carbón durante los próximos 25 años más o menos, consecuencia de estas nuevas ordenanzas. La Heritage Foundation calcula que para finales del año 2023, "se habrán destruido casi 600.000 puestos de trabajo; la renta de una familia de cuatro miembros perderá 1.200 dólares al año, y el producto nacional bruto se contraerá 2,23 billones de dólares a lo largo de la horquilla del análisis”. Especialmente perjudicadas salen las familias de ingresos modestos, los mayoristas y la región minera del interior, que dependen mucho del carbón. ¿Y para qué? Para bajar la temperatura del planeta unas décimas de grado centígrado hacia finales de siglo, cambio que de todas formas se produce, y en una cuantía mayor, cortesía de las fluctuaciones naturales del clima.

La cosa no se queda ahí. En la "adjudicación de competencias más impresionante que he visto en mucho tiempo", según el senador por Pensilvania Pat Toomey, la Agencia propone un reglamento que amplía su jurisdicción a "los humedales y riachuelos intermitentes o efímeros" del país, creados por lluvias torrenciales puntuales o simplemente cuando llueve. ¡Cuidado! ¡El charco del patio de su casa podría ser tóxico! Mismo caso de los arroyos y torrentes a kilómetros de distancia de los caudales navegables. Esta ampliación del control del Estado sobre la propiedad privada y la vida cotidiana de los ciudadanos es imponente. Y a pesar de la reciente sentencia del Supremo que pone límites a las competencias de la instancia, las tendencias dentro de la Agencia de Protección Medioambiental quedan claras.

Pero esta ampliación de las competencias del Estado es más que sobrecogedora; es omnipresente, considerando en especial que todo lo que hace una persona en el curso de su vida está relacionado de alguna forma con el agua o el carbón. En este sentido, los fanáticos de la Agencia de Protección Medioambiental han descubierto, o se han topado por casualidad, con un medio de valerse de la preocupación por el medio ambiente para limitar libertades fundamentales, dentro de una trama que recuerda a George Orwell. Además, los fanáticos del ministerio público y sus aliados han desarrollado un rico vocabulario mediático para demonizar a sus enemigos, que incluye comparar con los revisionistas del Holocausto a los escépticos que piensan que el cambio climático no es antropogénico. Según esta interpretación, los trogloditas climáticos de hoy no tienen cabida en el nuevo orden mundial en el que los fieles del planeta rinden pleitesía al logotipo del Gran Hermano que representa la Agencia de Protección Medioambiental.

La obra de Orwell “1984” contiene una escena clásica en la que O’Brien tortura al pobre Winston Smith, informándole de que está loco y que la intención tras su tesitura es convertirle en un hombre perfecto. Algo así se desprende de la creciente mezquindad infligida a la ciudadanía estadounidense por esta famosa agencia pública: lo verde es bueno, los combustibles fósiles son malos, la contaminación es el mal. Así, América ha de ser atada con correas a la camilla y acceder a someterse a las acometidas oficiales, infligidas para exorcizar su perversidad ecológica y liberarla del pecado de la contaminación medioambiental hasta que el país también sea perfecto. Y como en “1984,” no basta con aceptar las ordenanzas de la Agencia de Protección Medioambiental; también hay que amarla. Sólo entonces todos seremos puros, sólo entonces todos seremos perfectos. Esta es la labor del sucedáneo de “1984”’en América: la Agencia de Pureza Medioambiental.

Noticias relacionadas

Acabaré estas columnas sobre lo poco que puede ofrecer la izquierda política a nuestro país con el último de sus horrorosos cinco mandamientos. Este quinto mandamiento es tratar de imponer siempre la propia opinión y la propia doctrina acusando al adversario de derechas de ser incapaz de diálogo por no aceptar su imposición.

Ahora también sabemos que la máxima autoridad diplomática de la Unión Europea (UE), Kaja Kallas, ha repetido públicamente lo que públicamente Trump nos exige, que gastemos mucho más en lo militar -un 5%-, es decir, mucho más empobrecimiento para los pueblos.

Esta naturaleza herida requiere sanación; el árbol de la vida hay que sustentarlo entre todos y sostenerlo con abecedarios de concordia, antes de que las desavenencias nos rompan los vínculos fraternos y el odio se avive por todas partes, disuadiendo cualquier esperanza viviente que nace del amor y se funda en el amar.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto