Si me ponen boca abajo no me sacan el nombre, toda la vida “Fiti” se lo ha borrado. Se lo encontró en una curva que hizo recta. Y le cuadra porque la afición por la rosca no la ha perdido. No superaba el límite de velocidad, ni iba bebido, ni se llevó a nadie por delante y salió como miembro de la orden de los parapléjicos traumáticos. Conserva la movilidad de los brazos, porque la altura de la lesión es lumbar y es autosuficiente, de momento, porque el tiempo todo lo cura.
Debería ser inspector de carreteras, porque tiene un tráiler de escritos informando de puntos negros y deficiencias en cuestiones de circulación. Y anécdotas para llenar un buque de contenedores. Recuerdo cuando contó que pasando por la calle Colón vio aparcar en una plaza para personas con movilidad reducida (PMR), frente a un edificio de la Generalitat Valenciana (GV), un coche del que bajó señorita con cintura de avispa, falda corta, tacones de aguja y unas piernas que para él las quisiera. La señorita se inclinó para colocar lo que parecía una tarjeta, dejando constancia de que ninguna de las piernas era ortopédica. “Fiti” se fue directo al edificio de la GV y habló con personal de seguridad para informar de lo visto y que hicieran lo que procediera, que resultó ser nada porque no tenían competencia fuera de la puerta y no podían, siquiera, llamar a la policía municipal. Llamó él y le dijeron que no podían contrastar si la tarjeta estaba falsificada o no y por tanto no se pasaban siquiera por allí.
Otra gorda fue cuando denunció la coordinación de servicios municipales, fue en septiembre del 2003. Junto a la entrada del edificio de la GV, y a petición de esta, el Ayuntamiento señaló 3 plazas de aparcamiento para PMR en la fachada recayente a la calle Micer Masco. Con las obras de asfaltado de la calle, para que no tuviera baches cuando vino José Mari al mitin de Mestalla, y reparación de aceras se amplió la que recae al chaflán y se anularon las plazas de vehículos oficiales, trasladándolas donde estaban las de cascaos, que mudaron a la calle Rodríguez Fornos, es decir en la misma puerta pero en perpendicular a Micer Masco. Hasta aquí todo correcto.
Lo que sorprendió a “Fiti” es que un lunes apareció, junto al bordillo de la acera, un banco de mobiliario urbano, justo donde las plazas de cascaos, impidiendo acceder al coche por el lado del conductor. Conclusión, el Ayuntamiento cumplía la reserva de empleo para “discapacitados”, el 3% al que está obligado. El único pero que le vi entonces es que para colocar el mobiliario urbano fuera requisito ser ciego.
Y digo yo. Si resulta que el gasto público es inasumible y, por un lado no podemos permitirnos tener dos coches oficiales por cada Ministro, Consejero Autonómico, Alcalde, Presidente de cámara parlamentaria estatal o autonómica,…. Y uno por cada alto cargo municipal, autonómico o estatal…..Y por otro lado existe un déficit estratosférico en las empresas municipales de transporte…. Podríamos eliminar los coches oficiales y dar un bono de transporte a los cargos públicos y séquito, perdón quise decir personal que ineludiblemente precisan las autoridades (escoltas, asesores, asistentes, técnicos…). De esta manera subiría exponencialmente el número de viajeros en medios de transporte público, disminuiría el déficit de las empresas de transporte, aumentaría la demanda por el incremento de viajeros y tendría que incrementarse la flota de autobuses, lo que precisaría un incremento de plantillas de conductores, que podría absorber totalmente los puestos de conductor de coche oficial que se perdieran por la medida.
Pero vamos, lo que me ha dado el punto ha sido un correo que me envió hace días Fiti, en el que me decía, que visto el escaso resultado de sus reclamaciones, viera si se me ocurría algo: “La situación en la foto está clara, los coches aparcados llevan correctamente su tarjeta de persona con movilidad reducida, “las plazas están debidamente señalizadas y la placa perfectamente visible, pero hace ya unos días que dos policías municipales, supuestamente conocedores de la normativa, aparcan sus motos oficiales durante bastante tiempo (más de 1 hora) en el lugar más inapropiado”.
Lo que me dejó sin palabras es que las plazas eran las mismas que de las que he hecho el comentario del banco en el 2003, si bien en este caso las motos de la policía municipal se encuentran estacionadas de manera que un conductor vertical puede entrar con un poco de dificultad, vista la distancia de separación entre la moto y el vehículo aparcado, pero una PMR (usuario de silla de ruedas, muletas,…) no puede acceder. Además está el agravante de que las plazas referidas están a espaldas del edificio del Ayuntamiento de la antigua Tabacalera.
Y mira por donde me ha recordado otra anécdota de “Fiti”. Sonó el teléfono y escuchó que a Reme, su mujer, le confirmaba su madre que el día siguiente, sábado, venía a comer. A él no le había prevenido. Hizo que no lo escuchó y cuando se levantó al día siguiente, le dijo a Reme que quería salir antes de las 10 para ir a Madrid, a la Marcha por la Visibilidad de las personas con Diversidad Funcional, que convoca el Foro de Vida Independiente. Reme dijo que ese año no le había dicho nada y Fiti contestó que sabía que la marcha siempre es el segundo o tercer sábado de septiembre. La verdad es que ese año a Fiti se le había pasado y si no es por su suegra hubiéramos creído que estaba en espíritu, con los que antes partieron.
El caso es que al salir de comer en Madrid no pudo subir al coche, porque había uno ocupando parte de la plaza, tan pegado que no cabía. Para mí que el conductor del otro coche debía de haber visto a la conductora de la falda corta, cintura de avispa y piernas no ortopédicas, y pensaba que todos los que tienen tarjeta estaban igual. En estos casos Reme, a la que también le cuadra el nombre, se contorsiona y saca el coche para que lo coja Fiti. Pero Reme no estaba, la gente que pasaba como que no le veía o tenía prisa; fue un policía municipal fuera de servicio el que puso remedio.
Solo era cuestión de que el policía subiera al coche y lo desplazara hacia atrás para que Fiti pudiera subir, pero el policía dijo que nunca había conducido un coche con tanto trasto (doble volante para acelerar, palanca de freno y algo más) y automático. De nada sirvió el que Fiti le jurara y perjurara que era sencillísimo porque esos mandos eran dobles y el acelerador y freno normales estaban en su sitio. Además era de abdomen ancho y carecía de dotes de contorsionista, así que el policía paró a un motorista joven que entró en el coche, quitó el freno de mano para poderlo sacar empujando y que subiera Fiti. Dejó el coche en un aparcamiento al lado de la estación y mientras subía por la Calle Atocha pensaba en que al año siguiente volvería con Reme y los niños, como siempre y, si era inevitable, con la suegra aunque tuviera que quedarse el perro.
Fiti como mucha gente “normal”, “de serie” o “vertical” va a la marcha por solidaridad, compromiso social y prevención. Hoy por hoy se apaña solo, aunque los amigos decimos que tiene Remedios para todo. No quiere ser un día invisible, pasando al inframundo de los dependientes de la divina providencia. Como yo no puedo asistir pasará por casa para coger mi pancarta y llevarla a la Plaza Jacinto Benavente de Madrid, el 13 de septiembre a las 6 de la tarde; donde no faltaran compañeros dispuestos a portar mi pancarta, que este año dirá: LA DIGNIDAD NO SE NEGOCIA. Por más que para algunos sea un negocio.
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