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​Tiempo de mudanzas en Podemos

Podemos quiere acabar con la limitación salarial para sus cargos públicos, una de las propuestas con las que cazaron más votos.
Jesús  Salamanca
miércoles, 4 de marzo de 2020, 08:09 h (CET)

Con el coronavirus en plena efervescencia, ahora llega Podemos y monta su Vistalegre III. Nunca mejor dicho eso del montaje porque parece que es el momento de desdecirse de la casta, la regeneración del país y acabar con los partidos tradicionales de corte bipartidista. Todo eso va a cambiar: ahora ya no quieren limitar los sueldos, de tal forma que llegue más dinero a sus manos; hay que mantener el casoplón, la tropa y la nutrida red de “abrazafarolas”, asesores, sirvientes, esclavos, aduladores, sumisos, genuflexos y vulgares aprovechados. Y eso cuesta una pasta gansa, sobre todo si se quieren mantener los privilegios que ya se han alcanzado. Y ello con el apoyo interesado y el ruego del PSOE: alguien dijo que siempre tiene que haber un traidor que abra las puertas al enemigo. Y ese es el inconfundible socialismo a la española. Menos mal que se “matarán” entre ellos. Al tiempo.

¿Se acuerdan de la limitación salarial que propugnaba Podemos allá por 2015, equivalente a tres Salarios Mínimos Interprofesionales? Pues eso ya no va a ser así, como tampoco tendrá validez la limitación de mandatos. Ahora quieren poder ‘chupar de la canoa’ y estar en primera de corrupción más de 12 años aunque hablan de matizaciones. Se conoce que ven cómo pasan los años y todo les parece poco. Se sienten cómodos en la alfombra roja. Algunas podemitas abarraganadas hasta llevan a sus retoños a jugar al Ministerios (prueba de que no hay mucho trabajo que hacer) y montan cutres “besamanos” que antes o después se les volverán en contra. Los “marqueses de Galapagar”, para unos, y los “Ceaucescu”, para otros, ya no quieren límites a sus lujos de casta advenediza, como no quieren investigaciones sobre sus muchas, y todavía presuntas, actividades delictivas. Pero besarán polvo, cada cerdo tiene su San Martín. Al tiempo.

“Hundidas” Podemos es un truco mal planeado y muy propio de la siniestra ultra. Me recuerda a Stalin y la gallina desplumada viva. Es la explicación gráfica de cómo el seguidor de la siniestra ideológica, a pesar de los sufrimientos y de los malos tratos que sufre permanentemente, además de engaños, sigue a su maltratador con apenas ver un puñado de trigo. “Pablo Iglesias y su barragana –decía un medio-- se han convertido en casta y han descubierto que para mantener a la prole y su hortera casoplón no tenían suficiente, (…), al tener los beneméritos vigilando su casa y ha descubierto que tiene que pagar los salarios mínimos íntegros a jardinero y cocinera”.

Aquellas banderas que aventaban, cuando se dieron a conocer, ya no sirven. Han caído en las mismas trampas que el bipartidismo. No solo son rancia casta sino que ya son el hazmerreír de esta España nuestra que tan bien ha retratado a los políticos a lo largo de la historia. El ‘machito alfa’ y su barragana son los protagonistas de los carnavales de España entera, incluso a él lo pintan y difunden en memes, el Jueves y todas revistas de humor.

Ella –su aludida barragana y actual “menestra”— pregona la falsa igualdad o igualdad cuota (florero) y hace méritos todos los días del año para llevarse todo el estiércol dialéctico de las redes sociales y, cuando habla, no sabe si mata, hiere o espanta; su falta de madurez, su chip reiterativo de vacía vociferante y su asilvestrada capacidad para construir en el Ministerio de “Igual Da” son sus avales. Una dimisión a tiempo es una victoria. Alguien debería de haberse preocupado por formarla y explicarla que “cada uno es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras”. No sé si aún es tiempo, pero con la ley del “Sí es Sí” vuelve a demostrar que sigue en la caverna, al igual que con el tema de los piropos, algo que ya desapareó y que ni siquiera se da en las clases menos formadas. Como dice la siniestra: los piropos desaparecieron con Franco.

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Es propio de estas fechas hacer balance del año. Pero, entreviendo conclusiones poco gratas, opto por emprender una cavilación breve y escrita sobre la noción, más genérica, de cambio o transformación, ese “leitmotiv” recurrente del progresismo contemporáneo cuando medimos cualquier mutación en términos de avance social.

Cuando las jerigonzas se extienden en los ambientes modernos, las habladurías altisonantes no pasan de generar unas algarabías sin sentido. Los hechos repercuten en cada ciudadano, sin guardar relación con lo que se dice. Se consolida una distorsión de graves consecuencias, lejos de ser una rareza, se generaliza en la práctica diaria.

Como la lluvia fina que parece que no, pero cala hasta los huesos: el mensaje es claro, quieren que acabemos pensando que “lo que nos viene encima es irremediable”, que los recortes que van a dar en el Estado del bienestar de aquellos que todavía tienen la suerte de tener una nómina, son absolutamente necesarios.

 
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