Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Disyuntiva | Contradicciones | Falsedad | Humanismo | Reflexiones

Inverosímiles

La coherencia clama en el desierto
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 27 de diciembre de 2024, 10:08 h (CET)

Cuando las jerigonzas se extienden en los ambientes modernos, las habladurías altisonantes no pasan de generar unas algarabías sin sentido. Los hechos repercuten en cada ciudadano, sin guardar relación con lo que se dice. Se consolida una distorsión de graves consecuencias, lejos de ser una rareza, se generaliza en la práctica diaria; de las palabras eufóricas a la verdad de las actuaciones, la brecha se incrementa sin freno. Sin embargo, semejante complejidad no es óbice para verse reflejada en la sencillez de una sola palabra, la PARADOJA que sintetiza esa disparidad. Nos abruman con la sucesión de contradicciones, reiteramos ese distanciamiento peligroso entre lo que se dice y los comportamientos.


La ideación, esa capacidad de formular pensamientos, es una de las riquezas de la mente humana; es un instrumento principal para afrontar las situaciones retadoras de cada momento y plantearnos nuevas posibilidades. Las ideas previas y los sucesivos aprendizajes, establecen determinados cauces en busca de rumbos satisfactorios; su ensamblaje con las nuevas propuestas será un imperativo lógico. No obstante, corren tendencias díscolas en estos tiempos; nos asedian las ideas aisladas, EXTRAÑAS, que pretenden esquivar cualquier esquema previo, sin ajustar sus pretensiones a razonamiento alguno. Ese desdén impulsivo de tintes libertarios nos aboca a la frustrante sensación de desarraigo y disgregación social.


El desconcierto nos salpica con una reiteración apabullante, abundan las situaciones imprevistas sin tener a nuestra disposición los resortes de cuanto acontece. De un lado, escasean los recursos pertinentes, aunque tampoco nos caracterizamos por los apoyos solidarios. Predominan las mencionadas actitudes de las ideas libertarias sin ánimo de establecer conexiones, contribuyen a descentrarnos en las apreciaciones particulares. Añadimos estos comportamientos a las ya complicadas condiciones existenciales, agrandamos el ABSURDO basado en la incertidumbre. Cuesta entender ese afán tan extendido por deshilachar la convivencia, desconectando los posibles engarces gratificantes.


La coincidencia de determinados intereses particulares, en forma de deseos o necesidades, favorece la tendencia de las personas a las diferentes maneras de agruparse. Algunas se instauran en torno a las actividades profesionales, las hay apegadas al ambiente afectivo familiar; llegan a ser innumerables las orientaciones posibles de cada grupo. Cobran un especial relieve las agrupaciones políticas, las religiosas, como las más novedosas a través de las redes sociales. Lo inverosímil surge a cuenta de un desliz en el procedimiento, no se aprovecha la heterogeneidad natural para incrementar la riqueza de las aportaciones, se procede al FORZAMIENTO de las voluntades en aras de una uniformidad quimérica y peligrosa.


Si prestamos la suficiente atención, detectamos la enorme importancia de las contradicciones para los sujetos particulares; las respuestas inverosímiles hurgan inclementes en los interiores de las personas. Las incongruencias planean en los diversos ámbitos sociales con mayor o menor energía; sin embargo, donde repercuten finalmente con crudeza es en la espalda de los individuos. Se habla poco de esas espaldas sufridoras por tan penosas realidades. Por el contrario, se genera esa suerte de AMPLIACIÓN social en torno a las grandes movidas, con el silenciamiento progresivo de los minúsculos agentes afectados. La complicidad de casi todos en ese desenfoque es lamentable.


Se comentan las nuevas elecciones en EEUU, acuérdense del Brexit o de cualquiera de las nuestras; clamamos contra las manipulaciones informativas y todos alardean de datos fidedignos. Una de las incongruencias notables se relaciona con estos asuntos. Se nos llena la boca al hablar de hechos comprobados, pero a la hora de actuar somos POSITIVISTAS sólo a ratos. A la menor, nos olvidamos y ya no lo somos tanto; no sólo eso, fuera de esos ratos, que son la mayoría, pasamos a ser veleidosos a tope, dispuestos a todo. Asumimos la cerrazón para no pensar en los enigmas insondables de la vida. Ocultamos intereses y maquinaciones sin miramientos. Sólo a veces somos coherentes con la realidad contrastada y con lo que somos.


Vivimos vinculados a los demás y al resto del mundo, todavía no ha nacido nadie totalmente independiente. Surgen muchas variedades en dichas relaciones, incluidos errores manifiestos, engaños y perversidades. Lo que es menos comprensible, o quizá acabemos admitiendo su oportunidad, es la costumbre acendrada en las organizaciones modernas de gobierno, de subir a los pedestales con el beneplácito popular a los trazadores de FALSEDADES; no precisamente disimuladas u ocultas, sino proclamadas con enorme difusión. De la tolerancia costumbrista pasamos a la complicidad, con el único resultado de la perplejidad, al encontrarnos inmersos en el ámbito de semejantes contubernios.


Con ser perniciosas las mencionadas falsedades, no son las únicas maniobras inverosímiles entre la gente con capacidad de pensar, ni tampoco las mejor elaboradas. Los artificios provocadores están minuciosamente articulados, de tal manera que multiplican los equívocos. Utilizan las emociones y sentimientos de las personas para atraerlas con señuelos, mientras subyacen las maniobras no declaradas, con sus tramas económicas, socio-políticas o muchas otras. Se trata de provocar adscripciones voluntarias, que vienen a ser SUMISIONES encriptadas, sometidas a la programación de los manipuladores. La credulidad y la indolencia de las supuestas víctimas se asemejan paradójicamente a la complicidad.


A nadie se le oculta la ajetreada complejidad de las actividades comunitarias, la padecemos con su inclemencia desatada. No resulta nada fácil detenerse a considerar las causas y los detalles por donde vibran los entresijos de cuanto sucede. Llegar a pensar, cuando uno se agobia sólo con ir tirando, es una rareza habitual. Lo cual no es óbice para que le caigan encima las consecuencias de esa falta de reflexión. Cargamos con esa nueva contradicción, inverosímil, de apechugar con los efectos indeseables de la RUTINA; en este caso, por indudables omisiones, más que ignorancias. Tras detectar sus condicionamientos, se aprecian las tercas dificultades para poder enderezar el entuerto.


A la hora de comentar estas vicisitudes, si algún diálogo llega a establecerse, nos damos cuenta de la versatilidad de las palabras, las frases y los razonamientos empleados son totalmente dispares según la ubicación de los hablantes y sus actuaciones. Generamos un lenguaje DISMÓRFICO, como un argot difícil de interpretar. Es decir, añadimos un nuevo factor discordante al servicio de intereses desconocidos.


Si la tarea se presenta ardua y las perspectivas intrincadas, resulta increíble por innecesaria, una ausencia notoria y peligrosa; la de una predisposición INTEGRADORA encaminada al establecimiento de lazos comunes. Vencen los elementos disgregadores de forma contundente. Aportamos esta incongruencia al campo diario de nuestras lides, cargamos con esa inusitada realidad de las actitudes indeseables.

Noticias relacionadas

Es propio de estas fechas hacer balance del año. Pero, entreviendo conclusiones poco gratas, opto por emprender una cavilación breve y escrita sobre la noción, más genérica, de cambio o transformación, ese “leitmotiv” recurrente del progresismo contemporáneo cuando medimos cualquier mutación en términos de avance social.

Cuando las jerigonzas se extienden en los ambientes modernos, las habladurías altisonantes no pasan de generar unas algarabías sin sentido. Los hechos repercuten en cada ciudadano, sin guardar relación con lo que se dice. Se consolida una distorsión de graves consecuencias, lejos de ser una rareza, se generaliza en la práctica diaria.

Como la lluvia fina que parece que no, pero cala hasta los huesos: el mensaje es claro, quieren que acabemos pensando que “lo que nos viene encima es irremediable”, que los recortes que van a dar en el Estado del bienestar de aquellos que todavía tienen la suerte de tener una nómina, son absolutamente necesarios.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2024 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2024 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto