Escribió Bonaparte que la independencia, igual que el honor, es una isla rocosa sin playas. Es exactamente en lo que se han convertido los campamentos en el desierto del Sahara, donde el Frente Polisario sacrifica al pueblo por cuya independencia dice luchar.
Estos magrebíes secuestrados, que sobreviven en los campamentos de Tinduf, en realidad son cada vez más concientes de ser solo son rehenes al servicio de los cálculos políticos de los generales argelinos en la región, que a su vez son encubierto por la propaganda de las ONG que tienen intereses en mantener el conflicto para seguir lucrando con él e inundan con su propaganda los medios de todo el mundo.
La situación se asemeja bastante a los indígenas en países latinoamericanos como Paraguay, que generalmente se hacen visibles a los medios en plazas y otros espacios públicos de las ciudades, siguiendo directivas de los activistas de las ONG, que los utilizan para recaudar grandes sumas de ayuda internacional.
En estos campos olvidados del mundo, los pueblos saharianos no tienen derecho a la libre expresión, así como la prensa independiente no tiene acceso al lugar para dialogar con esta misma gente, que la propaganda de las ONG que lucran con la tragedia de estos pueblos presenta como víctimas del maléfico Reino de Marruecos. Lo peor de todo es que nadie en estos campamentos tiene derecho a abandonarlos sin autorización de la DRS argelina, que solo puede ser gestionada a través del Frente Polisario.
Por otra parte, la corrupción y otras prácticas delictivas como la utilización ilegal de la ayuda internacional en los campamentos de Tinduf ha sido denunciadas por ONG defensoras de los derechos humanos como la Fundación France Libertés, que fue creada por la difunta Danielle Mitterrand, esposa del que fue presidente de Francia, François Mitterrand.
Varias protestas se han sucedido al interior de los campamentos en los últimos tiempos, obligando en más de una ocasión al mismo líder del Polisario a huir del campamento de Rabuni, sede de su cuartel general. En su huida le acompañó su esposa Khadija Bent Hamdi, a la que fuentes internas acusan de malversar la ayuda internacional.
Gran parte del descontento proviene del sector juvenil, que carece de respuestas de cara al futuro por parte de sus autoridades, que sostienen un conflicto absurdo basado en intereses creados.
Varios de ellos han intentado huir en los últimos tiempos, pero la empresa no es fácil dado que se exponen a las represalias argelinas. Se han denunciado varios casos en que refugiados que desean abandonar los campos son violentamente golpeados y humillados por soldados argelinas que luego los entregan a los servicios de seguridad del Polisario.
Paralelamente, manifestantes han denunciado en numerosas oportunidades la pasividad y cobardía de las autoridades “saharauis” ante torturas y vejaciones que los militares argelinos les hacen vivir continuamente en estos campamentos.
Para colmo de absurdos, estos campamentos monitoreados por Argelia se encuentran en Tinfouf, anexada en 1934 por la administración francesa de Argelia. Luego de la independencia los argelinos simplemente no respetaron un acuerdo del año 1961 firmado entre el rey de marruecos Hassan II y Ferhat Abbas, que establecía claramente que respetar los límites del Sahara heredados por Argelia de la época colonial no puede constituir una obligación de Marruecos.
Ya el naturalista y explorador francés Théodore André Monod había consignado que no le quedaba duda alguna de que Tindouf era por arquitectura, indumentaria de sus habitantes y cultura, un poblado netamente marroquí. “En Tindouf has llegado al Ksar(castillo) marroquí más sureño, no hay duda de ello” escribió
En realidad, es absurdo que los límites coloniales impuestos por los europeos tengan que ser respetados por países independientes, como es absurdo luchar por la independencia de un territorio y tener que ser autorizados por el gobierno argelino para recibir extranjeros, como sucede con los saharauis.
Sin embargo, la “causa” saharaui sigue recibiendo justificación de los interesados en perpetuar la tragedia de los pueblos del Sahara mientras puedan convertir en negocio a la desinformación y a la ayuda internacional. Probablemente la farsa concluirá cuando acabe la paciencia de los pueblos y la realidad social de las víctimas desborde a las mismas autoridades que dicen luchar con ellas, con una gran rebelión contra el Polisario en el Sahara Occidental.
Es que como lo advirtiera hace ya decenas de siglos Marco Tulio Cicerón, no hay absurdo que no haya sido apoyado alguna vez por algún filósofo.
|