Puestos a tratar sobre uno de los temas que más perturba a la sociedad, como lo es la crisis. Podríamos indagar sobre otro estilo de crisis no menos importante y de la que son testigos muchos adultos etiquetados en la categoría de “padres”, la crisis del estilo educativo.
Remontándonos a otra época, donde los tutores legales de los jóvenes imponían reglas y directrices sin apenas diálogo, descatalogaban la opinión de los hijos, y los comportamientos no se consensuaban, sino que se imponían sin réplica; llegamos al siglo XXI, momento en el que se ha de presuponer que se ha avanzado en éste ámbito.
Los padres autoritarios, daban lugar al hijo obediente-sumiso. ¿Qué ocurre en la actualidad?
En muchas ocasiones, observamos casos dónde se evidencia la falta de autoridad. La permisividad que ofrecen los padres agarrándose a que “son otros tiempos”, o quizá para cubrir la carencia de libertad que tuvieron, contrarrestándola con una flexibilidad desmesurada o excesiva. Probablemente, muchos padres, lleguen a sentir cierto temor a la hora de establecer directrices, por miedo a la rebeldía o probable comportamiento agresivo del más jóven. Añadiendo así, la constante angustia del “querer hacerlo bien”.
Los niños, los podríamos considerar bajo el concepto que ya propuso John Locke, es decir, en sus inicios son “tábulas rasas”, siendo esto pizarras que deben ser escritas por medio de modelado (observando a otros) y acción (su propia experiencia). Deben ser ellos quien tracen su propia escritura y el estilo de hacerlo. Pero necesitan saber que existen márgenes, que tiza es la adecuada, dónde se debe escribir, y cuándo es el momento. ¿Qué intento decir?, que es necesario que aprenda por sí mismo, pero la asertividad y las reglas son necesarias, siempre y cuando se expongan con argumentos, para que entiendan que no es un “porque lo digo yo”, sino, “porque es lo acertado”.
Manteniendo en todo momento el patrón ACCIÓN-CONSECUENCIA para él mismo.
Si inculcamos la obediencia, difícilmente serán seres flexibles o independientes, con capacidad de tomar sus propias decisiones. Pues ya un día fueron acostumbrados a tenerlas dadas. Si inculcamos su completa libertad de hacer, es improbable que se conviertan en personas que atiendan a reglas, ni sociales ni legislativas, crearemos seres intolerantes y rebeldes por excelencia.
Ante todo, debe existir disciplina, la disciplina lleva al orden, y con orden hay progreso. Si esto existe, podremos hablar de “evolución” en el s.XXI.
Aunque para ser padres no existe escuela, la virtud está donde dijo Aristóteles, “en el término medio”.
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