Por Fiamma Nirenstein
Aun abundando las noticias del Estado Islámico de Irak y Siria, no podemos creer que la organización de escaso tamaño mueva el mundo y obligue a cambiar de postura a gigantes, de un lado y otro, de la noche a la mañana. Apenas ayer se movilizaban todos los frentes: del Vaticano a Bélgica (fue frustrado un atentado) todas las fuerzas del orden internacionales están en alerta máxima, el Papa corre peligro. En Estados Unidos, Obama pronunció un discurso en el Consejo de Seguridad hoy presidido por América que todavía transmite un doble mensaje: está decidido a combatir al Estado Islámico, pero en lugar de identificar la estrategia, se refiere de forma correcta a la vía diplomática: "Ya somos más de 40", anunció, "Esto no es una guerra americana", y demás. Sin embargo, dice, Estados Unidos lleva la batuta.
Estados Unidos y Francia están entre los aliados más activos por el momento con los drones (Hollande se ha jactado de matar a decenas de terroristas con los aparatos), pero es Oriente Medio y todo el escenario es fluido como plastilina, basado en variables geopolíticas incontrolables y sin un control intelectual y menos entendimiento aún. El trasfondo es el desplazamiento de 14 millones de personas empujadas por la guerra y el hambre, sirios e iraquíes la mitad de ellos, que deambulan por desiertos y montañas.
Tres sucesos llamaron la atención ayer: Turquía, que había rechazado entrar en la coalición y que incluso negó permisos de operaciones en sus bases a la OTAN, se sumaba ayer, sin saber todavía cómo recuperó a los 49 rehenes en manos del ISIS. El Primer Ministro Davutoglu dijo que no se ha pagado ningún rescate; la lógica sugiere que la posición política del país tendría algo que ver. Los extremistas suníes, Hermanos Musulmanes incluidos, con diferente declinación y de parte de los cuales es referencia Erdogán, parecen corresponder a la cortesía. Mientras tanto, el Líbano, que tiene una docena de soldados prisioneros del ISIS y que el pasado viernes ya vio su segunda matanza, ha solicitado la mediación de Turquía en la liberación. Una intriga fascinante que hace de Turquía un nido de intrigantes: el astuto Erdogán acaba de abrir la puerta a 45.000 refugiados kurdos (grupo étnico en eterna disputa con Turquía). Mientras tanto, los peshmerga kurdos piden ayuda a Obama para los pueblos que ha ocupado el ISIS en los últimos días, en plena histeria con la intervención estadounidense en Siria, Irak y la entrada en Siria.
Lo impensable se hace realidad: la ultraislámica Arabia Saudí ha obligado al Consejo de Ulemas liderado por Abdulaziz al-Sheij a condenar públicamente el terrorismo. Sus actividades de financiación de las madrazas y las mezquitas que promueven y albergan el terrorismo en Occidente están registrando más asistencia que de costumbre. Qatar ha expulsado a sus clientes tradicionales de la Hermandad, a los que hasta hace poco financiaba, y se une a la coalición. Apueste por el no, pero veremos si la próxima expulsión no es la de Jalid Mashal, el jefe de Hamás.
En resumen, Estados Unidos tiene ahora la oportunidad de poner verdadero rostro al islam "moderado", de tener un verdadero "proceso de paz" con Israel. Los intereses son idénticos, vencer al terror, que sepamos. Además, la coalición será débil si incluye a Irán, bandera del terror islamista, y a Assad. Es cierto que la lucha se da en Irak y Siria, pero hacerlos aliado es imposible. En cambio, Kerry ayer daba el paso, error que enroca a saudíes, egipcios, jordanos, países del Golfo...
¿Qué tipo de frente "moderado" tiene Obama en mente? ¿O no tiene nada en la cabeza, como en los días de la Primavera Árabe?
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