Hacía público ayer el diario “El País” un sondeo electoral elaborado por Metroscopia, en que se ponía negro sobre blanco la desmovilización electoral de la base sociológica del centro-derecha. Desmovilización traducida en abstención que ya fue claramente visible en las pasadas elecciones europeas, cuando dos millones de antiguos votantes decidieron quedarse en casa. Es un abstencionismo que, según dicho estudio, sigue aumentando hasta niveles de récord. Justo el que quería evitar el sociólogo de cabecera del PP, Pedro Arriola.
El propio diario progresista señala como una de las causas del hundimiento del PP la retirada del anteproyecto de ley del aborto. En mi opinión, acierta de pleno. Y es que dicha retirada, el enésimo cumplimiento electoral de un gobierno que se ha dedicado a hacer justo lo contrario a lo que de él esperaban sus votantes en todos los ámbitos, ha sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia de la derecha. Por otra parte, quienes se quedaron en casa, con la intención de castigar al gobierno, en las pasadas elecciones europeas, al ver que su abstención no ha servido para nada, porque Rajoy y Montoro siguen a lo suyo pero corregido y aumentado, podría cogerle el gusto al sillón de casa en domingo de comicios. Es decir, que podría pensar que va a ir a votar al partido de la gaviota su tía. Detecta el estudio, además, que por primera vez en los últimos años, estaría habiendo un trasvase, aunque mínimo, de votos del PP al PSOE, que remonta ligeramente, lo que no es de extrañar después de la supuesta renovación de la formación y la curiosidad por lo nuevo. Cuestión diferente es que dicha intención de voto hacia los de Pedro Sánchez se consolide. UPyD, por su parte, deja de recoger voto de descontentos, lo que no es precisamente una buena noticia para los de Rosa Díez, estancados desde la irrupción en escena de Podemos.
Sostienen en Génova, sin embargo, que el miedo a la llegada de Podemos movilizará automáticamente a los votantes del Partido Popular, quienes por temor a que la izquierda radical llegue al gobierno se decantarían por acercarse al colegio electoral a votar lo que consideran el mal menor. Tengo para mi , sin embargo, que hace tiempo que la desafección hacia Mariano Rajoy (como en su día lo fuera de los votantes del PSOE hacia Rodríguez Zapatero) es mayor que el lógico miedo al totalitario chico de la coleta, tan jaleado por los medios de comunicación. Es lo mismo que, por cierto, aconteció en Venezuela, en donde el partido de centro-derecha, COPEI, siguió los mismos pasos que ahora está dando, de la mano del presidente de gobierno y su carísimo asesor aúlico, el Partido Popular. La naturaleza humana, además, es la misma en todas partes.
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