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​Sin salir de casa y viendo los telediarios

Da tiempo a pensar en nuestros vecinos, nuestro gobierno y los partidos
Francisco Rodríguez
lunes, 23 de marzo de 2020, 15:37 h (CET)

Después de todos los días que llevamos encerrados, y los que faltan, observo que está siendo una oportunidad para que salga a la luz lo que llevamos dentro, lo que en realidad somos.

Veo a todos los sanitarios que están de forma permanente atentos a nuestras necesidades, aceptando contagiarse y acabar agotados cada día, a pesar de las carencias que se denuncian una y otra vez sin éxito.

Veo la profesionalidad de las fuerzas armadas demostrando su amor a España y a los españoles, desinfectando locales, metros y autobuses y levantando hospitales de campaña donde se les ordena, con más rapidez que lo hicieron los chinos.

También veo a muchas personas que sirven a sus vecinos ancianos, como es mi caso, con atención y cariño: les recogen las basuras y les traen los alimentos y medicinas que necesitan.

Pero también veo que, aprovechando las calles desiertas, hay desalmados que roban los establecimientos y asaltan a los mayores para quitarles su dinero.

Veo en televisión una y otra vez al gobierno en interminables peroratas, pero no veo que hayan tratado de compartir con los demás partidos los problemas y las soluciones.

Más bien observo que todos buscan aprovechar este río revuelto para sus propios intereses, para sus ansias de poder omnímodo y “chavista,” en el caso del gobierno y en los demás partidos para mejorar resultados en las próximas elecciones, si es que llegan a celebrarse, pues gobernar al margen del Parlamento y con un poder judicial amedrentado es el sueño dorado de todos los dictadores.

La mayor parte de los medios de comunicación, lo que llevan dentro es más su deseo de favorecer al poder y gozar de sus beneficios, que a establecer la verdad. ¡Ojalá me equivoque!

También hay que tener en cuenta a todos los que tratan de ganar dinero encareciendo productos y jugando en la Bolsa.

Nos han cerrado los bares y las cafeterías pero siguen abiertas las Bolsas de todos los países para comprar barato y vender caro. Los bancos nos advierten que nuestros ahorros de toda la vida se están depreciando. ¿Qué pasará con nuestra economía? Pues nada bueno, seguro.

Uno de los socios de este gobierno de coalición no oculta su tendencia hacia una dictadura chavista. Si pudiera señalaría con el índice a bancos y empresas diciendo ¡Exprópiese! El mismo que decía que no podría dormir con Podemos gobernando es el que firma un pacto amoroso con ellos, los que se repartirían prebendas y mansiones y al resto, pues ¡cartillas de racionamiento!

Me queda por comentar la actitud de los separatistas que llevan muchos años sacando lo que llevan dentro: odio a España y los españoles, inculcado por facinerosos desde Jordi Pujol hasta el tal Torra y sus secuaces a los que algún insensato está dispuesto a indultar a cambio de mantenerse en el poder.

De sacar de su tumba a Franco hemos pasado a enterrar a muchos muertos que quizás se hubieran salvado si se hubieran tomado las medidas oportunas, desde que supieron la gravedad de la situación y no creyeron en ella, porque había que hacer la manifestación del 8 de marzo, como a Pedro Duque se le ha escapado.

Confiemos más en la misericordia de Dios que en el acierto de nuestros gobernantes.

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Es propio de estas fechas hacer balance del año. Pero, entreviendo conclusiones poco gratas, opto por emprender una cavilación breve y escrita sobre la noción, más genérica, de cambio o transformación, ese “leitmotiv” recurrente del progresismo contemporáneo cuando medimos cualquier mutación en términos de avance social.

Cuando las jerigonzas se extienden en los ambientes modernos, las habladurías altisonantes no pasan de generar unas algarabías sin sentido. Los hechos repercuten en cada ciudadano, sin guardar relación con lo que se dice. Se consolida una distorsión de graves consecuencias, lejos de ser una rareza, se generaliza en la práctica diaria.

Como la lluvia fina que parece que no, pero cala hasta los huesos: el mensaje es claro, quieren que acabemos pensando que “lo que nos viene encima es irremediable”, que los recortes que van a dar en el Estado del bienestar de aquellos que todavía tienen la suerte de tener una nómina, son absolutamente necesarios.

 
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