Estoy en la playa, aunque no me gusta nada y estemos en plena cuarentena. Tengo la arena pegada por todo el cuerpo y todavía no me he bañado, pero me dispongo a hacerlo y le pido que vigile mis cosas a una turista extranjera que hay cerca de mí. Cuando vuelvo y le doy las gracias, me doy cuenta que ella sabe tan poco castellano como yo de inglés, y es cuando nuestra pronunciación y gracia natural nos hace reír a carcajadas; reír con palabras extranjeras está al mismo nivel que reírse de los pedos de tu pareja. Es algo que todo el mundo, sea de la clase social que sea, compartimos en algún momento de nuestra vida.
Me he dejado llevar por la imaginación. En realidad estoy confinado en un pequeño balcón cercano a la Sagrada Familia, y aunque no tengo vistas a la basílica sí puedo disfrutar del sol directo a la cara, a diferencia de mis vecinos de enfrente que se tienen que conformar con hablar por teléfono durante todo el día. Es curioso, cuando te invade el aburrimiento y prestas un poco de atención, la cantidad de cosas que puedes conocer de un completo desconocido simplemente por su afición a compartir sus conversaciones privadas con los demás.
Hoy no tengo ganas de protestar, estoy esa etapa de aceptación y he decidido sumar una sexta etapa del duelo, que es la ilusión.
Quizás tengo un exceso de vitamina D tras mi exposición al sol durante mas de una hora. Tal vez haya sido la melancolía de escuchar esas viejas y estupendas canciones de los años 90, o quizás, darme cuenta de lo maravilloso que puede resultar fijarse en esas pequeñas cosas que a menudo pasamos por alto, las que en condiciones normales no prestamos suficiente atención.
Tengo la solución para erradicar el Covid-19 de España. Se lo quería explicar al Gobierno de Pedro Sánchez, pero me da miedo que se apunte el tanto como ha hecho con las últimas medidas que ha tomado, que llevaban ya dos semanas reclamando los independentistas de Cataluña.
Una vez conocidos los datos que estiman que estamos en unos 5 millones de parados en España, la ecuación es muy simple: pon un parado a comisión a poner multas en cada esquina de una gran ciudad y los españoles empezarán a tomar conciencia -de verdad- con esta cuarentena. Y, de paso, aquellas personas que se creen por encima de los demás ayudarán a generar unos ingresos extra a esas personas en desempleo.
Al final, esta cuarentena servirá a muchas personas para darse cuenta que el miedo no distingue de clases, ni tampoco la muerte. Una de esas pequeñas cosas que he visto en estos días es que el amor lo puede todo. . Una de esas pequeñas cosas que he visto en estos días es que el amor lo puede todo.
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