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Hace ahora cuatro años se declaraba en España, como en casi todo el mundo, el estado de alerta y se cerraba una gran parte de la actividad económica por la expansión de un coronavirus que comenzaba a provocar docenas de miles de muertos. Hace ahora cuatro años, la oposición de derechas decía que en España gobernaba “el peor gobierno de la historia democrática”.
Nos encerraron en nuestras casas durante semanas con sendos «estados de alarma» inconstitucionales. Nadie paga por ello. Nos impusieron el bozal permanente en espacios públicos a sanos y enfermos, contra el criterio de la OMS y de multitud de gobiernos a lo largo y ancho del planeta. Omiten explicaciones, y los más nos encogemos de hombros. Declaran también inconstitucional el «cierre del Congreso» al principio del show. Y aquí no pasa nada.
Recordemos las numerosas leyes que se nos han colado mediante la utilización, manifiestamente abusiva, del método del decreto-ley para cuestiones o temas que en nada han estado condicionados o justificados por la necesidad de atacar la pandemia o con todos los otros aspectos que pudieran estar relacionados con la misma.
Dicen haber triunfado esos bastardos por la sentencia del TC al considerar inconstitucionales los confinamientos durante el estado de alarma de la primera ola de la pandemia, considerándolos ilegales. A pesar de que la Ley que regula el estado de alarma cita textualmente que está prevista para «epidemias».
Situaciones pandémicas, como la actual, requieren decisiones de Estado de Alarma o de Seguridad Nacional, poniendo a disposición de las mismas a todos los medios existentes, personales y jurídicos. Si un gobierno no es capaz de dominar movimientos colectivos como los botellones, las fiestas y celebraciones incontroladas o los eventos musicales multitudinarios…, dice poco de ese gobierno.
La pandemia ha provocado una significativa reducción de las relaciones sociales. El pasado 9 de mayo el Gobierno puso fin al estado de alarma y la sensación de libertad invadió a una gran parte de los españoles. La posibilidad de desplazarse entre comunidades, el fin del toque de queda en ciertas regiones o la ampliación horaria de la hostelería ha motivado los encuentros sociales.
El fin del estado de alarma han puesto en evidencia que los españoles desean este año, más que nunca, volver a viajar y conocer otros destinos. Este deseo por escaparse es tal, que las reservas para este primer fin de semana sin restricciones han aumentado un 106% en comparación con el primer fin de semana de desescalada tras el confinamiento en junio de 2020.
Tras el estado de alarma, en el que nos hemos alarmado por lo que nos decían y nos asustaba en este año también maldito de 2021, utilizando la prevención y los sustos, por aquello de que es gratis el miedo, parece que toca cambiar algo la sensibilidad, sea por la primavera, porque luce el sol de vez en cuando, porque necesitamos vivir con urgencia si queremos avanzar en el ciclo vital, o porque estamos cansados del aguante y encierro.
Sin estado de alarma, pero alarmados por sus consecuencias.El Gobierno que lo declaró sigue desentendiéndose, dejando en manos de las autonomías y de los tribunales el apechugar con la pandemia y sus crisis añadidas, en su papel de Don Tancredo.
No es de recibo que de golpe y porrazo se decrete un estado de alarma, confinamientos perimetrales a la carta, instauración de horarios de cierre para el sector hostelero puestos en la pizarra por el mejor postor, toques de queda al gusto de los señoritos y señoritas que gobiernan en cada comunidad autónoma, etc. Y los pobrecitos ciudadanos, vueltos locos ante un crucigrama de despropósitos porque no saben qué es lo correcto o lo incorrecto.
Año 2037, Congreso de los diputados de la República libre, centésimo octava segunda prórroga del Estado de Nueva Alarma. Toma la palabra Inés Arrimadas, portavoz del gobierno y del partido gubernamental Pudimos.
Quienes advierten al presidente del error del estado de alarma sí son expertos juristas. No parece que lo sean quienes conforman el “comité chistoso” al que aludían Illa, Sánchez y Simón y que resultó ser inexistente.
El Estado de Alarma ha terminado pero los españoles han quedado resentidos por la crisis, en espera de recuperar poco a poco su estabilidad. En este sentido, resultó importante la medida adoptada por el Gobierno donde se prestan ayudas a empresas, autónomos y familias.
Mientras el periodista mamporrero comenta desde su casa la actualidad en una entrevista online, para un canal llamado "Estado de Alarma Tv", una presencia evanescente (en ropa interior evanescente) cruza sin darse cuenta por detrás de la cámara, sujetando un vaso de zumo que posteriores análisis espectrográficos desvelarán como una mezcla de zanahoria y arce.
En las últimas 24 horas, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado han detenido a cien personas y elevado 10.338 propuestas de sanción por infracciones a las normas de confinamiento adoptadas para frenar la pandemia del COVID-19.
Actualmente, en nuestro país nos encontramos en una situación compleja y que prácticamente nadie había previsto: hasta el momento en el que se escribe este artículo, ya nos encontramos a punto de adentrarnos en la tercera semana de confinamiento debido al Estado de Alarma proclamado por el Gobierno a causa de la crisis sanitaria del coronavirus.
La declaración del estado de alarma para frenar la expansión del coronavirus ha recluido a miles de españoles en sus casas. Un necesario confinamiento que, sin embargo y tal y como apuntan los datos del comparador de seguros de salud acierto, puede acabar repercutiendo en nuestro estado de ánimo. La incertidumbre acerca de la enfermedad agrava la situación.
El mercado de gran consumo volvió a crecer a doble dígito en la primera semana completa de confinamiento (del 16 al 22 de marzo), con un crecimiento del 11,9%, según datos de Nielsen.
Estoy en la playa, aunque no me gusta nada y estemos en plena cuarentena. Tengo la arena pegada por todo el cuerpo y todavía no me he bañado, pero me dispongo a hacerlo y le pido que vigile mis cosas a una turista extranjera que hay cerca de mí.
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