Ya pasó en la presentación de candidaturas a equipo que iba a organizar las asamblea fundacional, en la que se dio una apariencia de combate abierto pero en el fondo se hizo todo cerrado de manera que fuera el grupo promotor de Podemos el que hiciera todo como querían, sin supervisión ni participación externa.
Ahora en la votación de los borradores vuelve a pasar otro tanto, de repente y sin un aviso previo real (vale, se aduce que estaba escrito) se pretende que los tres borradores se deban votar juntos. Supongo que va a haber una suerte de efecto Streissand en la que todos los críticos se concentrarán en una selección evitando los borradores del equipo de Pablo Iglesias, Errejón, Monedero y los otros.
No se cómo resultará, claro. Pero espero que el borrador de organización alternativo, el de ‘Sumando Podemos’ acabe con más votos o muy cerca de los propuestos por la cúpula. Sobre todo porque será una muestra de contestación a los métodos cerrados, a la pretensión excluyente, al dirigismo tan manifiesto.
Es fácil de entender que ellos, el grupo que puso en marcha podemos, quieran moverlo a su gusto. Es fácil de entender que se sientan apremiados por la urgencia de crecer hasta las dimensiones que hacen falta para gestionar la vertiginosa capacidad de ganar elecciones por cómo los votantes se han ilusionado con su propuesta.
Pero hay un choque frontal entre esa pretensión y urgencia y el llamado instrumental que se hizo originalmente al empoderamiento ciudadano, a la formación de círculos, a la democracia. Hay una contradicción intrínseca en la pretensión de ser los únicos autores de lo que se nos presenta como una obra coral y colectiva. Y por eso todos los que de una u otra manera participemos en el proceso de construcción de la nueva identidad política colectiva vamos a estar permanentemente en guardia.
La democracia no es cómoda. La pluralidad no es cómoda. Las asambleas no son cómodas. Este proceso, el de ‘poner en marcha el proyecto de país que queremos’ será, en el mejor de los casos, doloroso, cómo cualquier crecimiento. Si lo conseguimos tendremos que dejar atrás, en parte, aquello que nos es familiar, confortable, tranquilizador. Estamos avanzando por terreno desconocido, sin saber cual es el objetivo final no como se llega. No es que hayamos dado un paso al frente, es que hemos zarpado.
Cómo esos primero humanos que zarparon hacia no sabían donde, siguiendo el vuelo de los pájaros, o un olor que les traía la brisa marina. Hacia lo desconocido, sin ninguna seguridad de llegar, pero con la esperanza y la ilusión de conseguirlo: al otro lado del mar hay una tierra mejor, más rica: vamos a por ella.
Y cómo en toda singladura atrás queda tierra firme. La autoridad, el dirigismo, el carisma, el pensamiento único, el recibir órdenes, el ser dominado. En la forma y en el fondo. Atrás queda saberse y sentirse excluidos, las traiciones conocidas y las previsibles, los ‘no nos falles’ y nos fallaste, los ‘ha sido ETA’ y no era. Y en este viaje todo lo que nos evoque ese pasado acabará saliendo por la borda. No sabemos si será un viaje de meses o de lustros, pero ya hemos zarpado.
Seguramente el grupo promotor también va a tener que zarpar de si mismos. Seguramente van a tener que crecer, de su enfoque inicial a uno ajustado a las nuevas condiciones. Un escenario ‘nuevo’ que se renueva es un escenario que necesita mucha atención. El pueblo, la gente decente, somos como los vientos de Pandora: una vez hemos salido de la caja ya no vamos a volver de ninguna manera a otra caja, ni a nasa que se le parezca.
Asi que, queridos politólogos del campus de Somosaguas: muchísimas gracias por empezar la fiesta, por invitarnos y por decir que en realidad la fiesta es nuestra. Nos lo hemos creído y la vamos a estar organizando con vosotros. Cuanto antes lo entendamos todos, mejor nos saldrá y la disfrutaremos. ¿Bailamos?
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