Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Internacional | Turquía

La crítica se eleva a delito en Turquía

La cuestión va más allá simplemente de las redes sociales y la crítica en papel
Michael Rubin
viernes, 31 de octubre de 2014, 08:15 h (CET)
He escrito en numerosas ocasiones de Turquía y su guerra a los medios de comunicación y la libertad de expresión. Turquía es ya "la cárcel de periodistas más grande del mundo", según la organización Reporteros sin Fronteras. Durante los últimos meses, el Presidente Erdoğán se ha pasado los últimos meses de enfrentamiento en enfrentamiento desde que los turcos se valieron de los portales en la red y las redes sociales para contar y debatir las grabaciones que sugieren que sus parientes y él habrían malversado fondos públicos al ritmo de 1.000 millones de dólares. Por desgracia, con Erdoğán blindado en la presidencia y la oposición en gran medida sometida, Erdoğán lleva ahora su campaña contra los medios y la libertad intelectual al siguiente nivel. Como afirma “el demócrata radical”, una bitácora que sigue de cerca los asuntos que afectan a la libertad de prensa en Turquía y que a menudo publica la primicia de las amenazas nuevas y tangibles a la libertad de expresión en aquel país:

La draconiana regulación de internet en Turquía se agrava una vez más con una nueva batería de reformas que incorpora nuevas medidas contra la libertad de expresión en Turquía. Con anterioridad el gobierno ya había tratado de amordazar a las masas mediante medidas de censura, control de los ciudadanos activos en la red, el bloqueo del acceso a los portales y hasta registros de las sedes de los portales de información. La "novedad" más reciente de las leyes contra la libertad de expresión en la red es el proyecto de ley de ordenación más reciente, que eleva hasta los cinco años de cárcel la difusión de comentarios que critiquen al Estado en internet.

La cuestión va más allá simplemente de las redes sociales y la crítica en papel, sino que se extendería más bien a los lemas exhibidos durante las manifestaciones:

El alcance de la nueva ley no se limita al ámbito digital público, sino que también hace problemática la visibilidad de la oposición de las organizaciones civiles en la calle. Los lemas adoptados por los colectivos críticos en las manifestaciones ya han fruncido muchos ceños hasta la fecha, y con la nueva ley se consideran un delito. El nuevo código también vulnera la inmunidad diplomática de los políticos, al permitir que sean procesados también en caso de amenaza a soldados, altos funcionarios, agentes del orden, gobernadores, etc. Las penas de cárcel serán elevadas probablemente hasta los cinco años, dependiendo del grado de "actividad delictiva".

Para agravar las cosas, la nueva ley limita el margen de la defensa legal de los acusados de criticar al Estado. Bienvenidos a la nueva Turquía, un país empeñado en quedar por debajo de Irán, Cuba, Bielorrusia, Azerbaiyán o Bajréin en las clasificaciones internacionales según libertad de prensa.

Noticias relacionadas

Una noche de fiesta y alcohol, después de pelear a puñetazos con otros intelectuales como él, concretamente con Jason Epstein y George Plimpton, volvió a casa con un ojo amoratado, un labio hinchado y la camisa ensangrentada. Su segunda esposa, Adele Morales, le regañó. Él sacó una navaja con una hoja de seis centímetros y la apuñaló en el abdomen y en la espalda. Tuvo suerte de no morir.

Resulta sugestiva la emergencia de las religiones no teístas. No me refiero al budismo o al taoísmo, sino a esas otras creencias que proliferan en nuestros días. Ciertas teorías de la conspiración funcionan como religiones, pero, además, se van conformando otras, entre las que cabría destacar la denominada “ecolatría”, por utilizar el nombre que le dio Fernando Savater hace ya tres décadas.

La antipolítica ha encontrado su mayor triunfo: un apoliticismo político que encarna un rechazo consciente a la política tradicional. Y aquí es precisamente donde la paradoja se vuelve elocuente. La falta de propuestas, los escándalos recurrentes, la constante guerra entre bandos, empuja a un desinterés de la política con nombre y apellidos que desemboca en un afán antipolítico visceral, construido alrededor del rechazo. 

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2024 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2024 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto